Gestión del conocimiento organizacional en el taylorismo y en la teoría de las relaciones humanas
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Gestión del conocimiento organizacional en el taylorismo y en la teoría de las relaciones humanas Managment of organizational knowledge in Taylorism and in human relations theory Matilde Flores Urbáez *Profesora de la Maestría en Planificación y Gerencia de Ciencia y Tecnología, adscrita al Departamento de Ciencias Humanas de la Facultad Experimental de Ciencias de La Universidad del Zulia. matildeflores@cantv.net 1 Para efectos de este artículo, significan lo mismo los términos gerencia, gestión y administración. Revista Espacios Vol. 26 (2) 2005 https://www.revistaespacios.com/a05v26n02/05260241.html https://www.revistaespacios.com/a05v26n02/05260242.html https://www.revistaespacios.com/a05v26n02/05260243.html https://www.revistaespacios.com/a05v26n02/05260244.html RESUMEN: En el presente artículo se exploró el uso del conocimiento organizacional en el taylorismo y en la teoría de las relaciones humanas. Primeramente, se hizo una revisión de algunos planteamientos teóricos relacionados con la gestión del conocimiento. Posteriormente, se revisaron los principales planteamientos del taylorismo y de la teoría de las relaciones humanas para analizar la gestión del conocimiento organizacional en sus planteamientos, estableciéndose como principales conclusiones, que ambas teorías excluyen la posibilidad de que el trabajador genere conocimiento en la organización y que el conocimiento sea un recurso para incrementar la competitividad. 1. Introducción La gerencia 1 en la actualidad es un proceso complejo que incorpora el uso de conocimientos, creatividad, innovación y enfoques proactivos. Estas exigencias requieren que las empresas desarrollen capacidades de aprendizaje. Así mismo, la realización de innovaciones en productos y procesos organizacionales requiere conocimientos sobre las necesidades de los
consumidores, competidores, avances científicos y tecnológicos. Por tal motivo, es importante que las empresas identifiquen y analicen el conocimiento disponible y requerido, y planifiquen y controlen las acciones para generar activos de conocimientos que permitan alcanzar objetivos organizacionales. Esto implica que administrar un activo intangible como el conocimiento, es un reto que plantea la posibilidad de enfrentar los siguientes problemas: 1. Inefectividad en la utilización de los conocimientos para el diseño de la estrategia competitiva; 2. Desaprovechamiento de los conocimientos en áreas específicas al cambiar la dirección estratégica de la organización; 3. Retiro temprano de empleados con conocimientos adquiridos en la organización; 4. Desconocimiento del valor tangible e intangible del conocimiento por parte del personal de la organización. Adicionalmente, categorías del conocimiento tales como tecnologías, enfoques administrativos, regulaciones, preferencias del cliente, entre otros, cambian permanentemente y por consiguiente siempre se tienen nuevas necesidades de conocimiento que pudieran reorientar las estrategias, estructura organizacional, productos, servicios, etc. Aun cuando actualmente existe la tendencia a considerar al conocimiento y la capacidad para innovar como factores de producción (Koulopoulos y Frappaolo, 2001:9), no fue así en los inicios de la administración. A comienzos del siglo XX, la cultura de muchas empresas se vió marcada por altos niveles de burocracia, segmentación organizacional y trabajo despersonalizado. En este contexto, muchos teóricos de la administración y científicos sociales advirtieron lo alienante de los puestos de trabajo y lo extenuante de las jornadas. En esos intentos por racionalizar las prácticas administrativas en la industria surgieron figuras como Frederick Taylor, considerado líder de la escuela tradicional y Elton Mayo, encabezando la corriente de las relaciones humanas. Sin embargo, poco a poco fueron apareciendo otras teorías con planteamientos distintos, como por ejemplo, la sociología industrial, la teoría de las organizaciones, la reingeniería, la calidad total y la actual gerencia del conocimiento. Esta última se sustenta en la tesis de que en una economía basada en el conocimiento, la gerencia del conocimiento se constituye en un elemento crítico de una estrategia de negocios que permitirá a la organización acelerar la velocidad con que maneja
los nuevos retos y oportunidades, y lo logra a través de su recurso más valioso: el conocimiento, el talento y la experiencia colectivos (Koulopoulos y Farppaolo, 2001: XV). Entonces ¿cómo trataron Taylor y la teoría de las relaciones humanas el conocimiento organizacional en sus planteamientos? ¿Le dieron la importancia vital que le da la gerencia del conocimiento en la actualidad? Para responder a estas interrogantes, se formula como objetivo de este artículo explorar la gestión del conocimiento organizacional en el taylorismo y en la teoría de las relaciones humanas en el marco de la teoría sobre gestión del conocimiento. Para ello se analizaron distintos autores que han escrito sobre gerencia del conocimiento con el fin de establecer el marco conceptual para abordar las premisas de Taylor y de la teoría de las relaciones humanas, para posteriormente, elaborar las conclusiones sobre el manejo del conocimiento organizacional en sus contenidos. 2. Bases teóricas 2.1. El conocimiento. Una aproximación a su definición El estudio del conocimiento humano ha sido objeto fundamental de la filosofía y la epistemología desde la época de los griegos, pero en los últimos años se le ha prestado mucha atención por parte de los teóricos en el área gerencial. En la literatura gerencial, no se define el conocimiento desde el punto de vista filosófico, sino más bien desde el punto de vista pragmático. Autores como Muñoz y Riverola (2003:6) definen el conocimiento como la capacidad para resolver un determinado conjunto de problemas. Alavi y Leidner (2003:19) definen el conocimiento como la información que el individuo posee en su mente, personalizada y subjetiva, relacionada con hechos, procedimientos, conceptos, interpretaciones, ideas, observaciones, juicios y elementos que pueden ser o no útiles, precisos o estructurables. La información se transforma en conocimiento una vez procesada en la mente del individuo y luego nuevamente en información una vez articulado o comunicado a otras personas mediante textos, formatos electrónicos, comunicaciones orales o escritas, entre otros. En este momento, señalan, Alavi y Leidner, el receptor puede procesar e interiorizar la información, por lo que vuelve a transformarse en conocimiento. Sin profundizar en el debate filosófico sobre la definición del conocimiento, se asume que desde una dimensión epistemológica, el conocimiento puede ser tácito y explícito (Polanyi, 1966, citado por Nonaka y Takeuchi, 1999). El conocimiento tácito resulta difícil de enunciar mediante el lenguaje formal, ya
que se trata de lo aprendido gracias a la experiencia personal e involucra factores intangibles como las creencias, el punto de vista propio y los valores. El conocimiento explícito se puede expresar a través del lenguaje formal, incluidos enunciados gramaticales, expresiones matemáticas, especificaciones, manuales, etc. y puede ser transmitido fácilmente de un individuo a otro y domina la tradición filosófica occidental. Identificar las diferencias entre un tipo de conocimiento y el otro es, para Nonaka y Takeuchi (1999:65); la clave para entender de forma distinta cómo los occidentales y los japoneses tratan el conocimiento. Estos autores plantean que las compañías japonesas han sido exitosas gracias a sus habilidades y perfeccionamiento en el campo de la creación del conocimiento organizacional, el cual definen como la capacidad de una compañía para generar nuevos conocimientos, diseminarlos entre los miembros de la organización y materializarlos en productos, servicios y sistemas. Además, resaltan que la creación de conocimiento organizacional es la clave para que las firmas innoven continuamente y consideran que la principal fortaleza de las empresas japonesas es manejar el conocimiento tácito y convertirlo en conocimiento explícito. El conocimiento proveniente del exterior es diseminado por toda la organización, acumulado como parte de la base de conocimiento de la compañía y utilizado por aquellos que se encargan de desarrollar nueva tecnología y diseñar nuevos productos. Esta actividad dual interna y externa es la que motiva la innovación continua y ésta a su vez genera ventajas competitivas. Esto es ilustrado en el siguiente diagrama: En un entorno organizacional dinámico, el conocimiento y el aprendizaje pueden ser vistos como conceptos estrechamente relacionados: el conocimiento como variable de stock y el aprendizaje como variable de flujo. En un momento dado un individuo o una organización poseen un stock de
conocimiento que está cambiando constantemente mediante un proceso de aprendizaje. Por su parte, Whiston (1999:372) considera que si el conocimiento es poder, el aprendizaje es la clave de éste, planteamiento que refuerza la tendencia actual de fomentar el aprendizaje individual y el organizacional como impulsores de los cambios que requieren las empresas para alcanzar posiciones competitivas. Las organizaciones que asumen activamente la práctica del aprendizaje permanente, se asocian a lo que se denominan organizaciones inteligentes; es decir, aquellas con capacidad organizada para tomar decisiones innovadoras sobre problemas emergentes, con una mínima utilización de recursos como el tiempo, la información, el conocimiento, los financieros y los humanos (Peña, 1992:22). En este orden de ideas, Whiston (1999:375) señala que todas las organizaciones necesitan aprender y mejorar continuamente sus capacidades, tomando como insumo la información generada dentro y fuera de ella y procesarla para convertirla en conocimiento organizacional. La creación de una organización que aprende es un proceso de cambio a largo plazo debido a que se intenta aprender a mejorar la capacidad de crear y de reemplazar continuamente normas operativas disfuncionales por otras productivas y competitivas. Este proceso de aprendizaje es importante en una era en la cual las nuevas tecnologías (tecnología de la información, biotecnología, nuevos materiales, robótica) proponen nuevos desafíos al aprendizaje. Drucker (2002:86) plantea que es un reto para los próximos años hacer que el trabajador del conocimiento sea más productivo, porque la productividad de quienes trabajan con el conocimiento es lo que produce diferencias organizacionales tomando en cuenta que la economía está siendo cada vez más competitiva. En este contexto de cambios internos y externos a las organizaciones y la importancia del conocimiento como uno de los elementos necesarios para el logro de la competitividad organizacional, se plantea el surgimiento de la gerencia del conocimiento. 2.2. La gerencia del conocimiento No existe en la literatura una sola definición de gerencia del conocimiento. Al respecto, Alavi y Leidner (2002:20) la definen como el proceso sistémico y específico de una organización, cuya finalidad es adquirir, organizar y comunicar tanto el conocimiento tácito como el explícito de los empleados, para que otros empleados puedan hacer uso de él y así ser más productivos en su trabajo. Estos autores consideran que el conocimiento tiene poco valor par
la organización si no se comparte y la habilidad para integrar y aplicar el conocimiento especializado es fundamental para que una organización sea capaz de crear y mantener ventajas competitivas. Por su parte, Zorilla (1997:2) la define como el proceso de administrar continuamente conocimiento de todo tipo para satisfacer necesidades presentes y futuras e identificar y explotar conocimientos, tanto existentes como adquiridos que permitan el desarrollo de nuevas oportunidades. Estos planteamientos manifiestan en parte, tal y como lo manifiestan Escorsa et al (2000:100) que la gerencia del conocimiento se orienta en la práctica hacia la clasificación de los diferentes conocimientos que los empleados de la empresa han acumulado de forma que puedan ser compartidos. Otras definiciones se orientan a relacionar la gerencia del conocimiento con la captación y uso del conocimiento de los individuos para que esté disponible como recurso organizativo independiente (Gottschalk, 2003:99). El planteamiento de Zorrilla deja entrever con la frase “conocimiento de todo tipo” la posibilidad de incorporar tanto el conocimiento tácito como explícito en el proceso de gestión del conocimiento. Mientras que Escorsa et al no hacen ninguna diferenciación de cómo han sido adquiridos los conocimientos de los empleados dando cabida su planteamiento también al conocimiento tácito y explícito. Pareciera entonces que ambos planteamientos comulgaran en cierta forma con los de Nonaka y Takeuchi en cuanto a la dimensión epistemológica que hacen del conocimiento, sin embargo, no señalan de forma explícita la capacidad de las organizaciones de crear nuevos conocimientos. Seaton y Bresó (2001:3) plantean que las distintas definiciones de gerencia del conocimiento pueden agruparse en dos enfoques: el que destaca su contribución a los procesos de aprendizaje y desarrollo organizacional y el que destaca su importancia en función de su potencial para la generación de recursos económicos. La versión organizacional establece que el único recurso realmente competitivo de la empresa es el conocimiento; y considera que la primordial tarea de la misma debe ser la sistematización de los procesos mediante los cuales sus empleados adquieren y generan los conocimientos necesarios para responder a los retos presentes, anticiparse a los retos futuros y adaptarse para enfrentar oportunidades o amenazas que resulten de la interpretación de las fuerzas que definen sus escenarios de actuación. Entre los autores que sostienen el enfoque económico o rentable de la gerencia del conocimiento se encuentran Bukowitz y Williams (1999), Klarson (1999)
y Tiwana (2000) (citados por Seaton y Bresó, 2001:2). Los primeros la definen como el proceso mediante el cual las organizaciones generan riquezas a partir de sus activos intelectuales o de conocimientos. Klarson por su parte considera que la gerencia del conocimiento es la habilidad para crear y retener mayor valor a partir de pericias medulares de la organización; y Tiwana establece que la gerencia del conocimiento es el proceso de utilización del conocimiento organizacional en la creación de valor y generación de ventajas competitivas. Un tercer enfoque es el que proponen Seaton y Bresó (2001:3) quienes sostienen que tanto el enfoque económico como el organizacional son complementarios. El enfoque organizacional ayuda a comprender el propósito que busca la empresa con el dominio de ciertas disciplinas del conocimiento, facilitando, al mismo tiempo, la adopción de los objetivos y estrategias necesarios para estimular la creatividad en la gestión de las políticas de formación de recursos humanos. Esto fomenta la búsqueda de la excelencia técnica de su personal y el análisis sistemático del aprendizaje organizacional como un proceso condicionado por la manera cómo se utilizan los conocimientos para relacionarse con el entorno. Por su parte, el enfoque económico contribuye a identificar los recursos disponibles por parte de la organización y ayuda a comprender la relación entre los conocimientos y las necesidades del entorno. En este artículo se consideró la complementariedad de los enfoques económico y organizacional de la gestión del conocimiento propuesto por Seaton y Bresó (2001:3) el cual considera que la GC facilita la adopción de objetivos y estrategias para estimular la creatividad en la organización con el fin de generar beneficios económicos para ésta. Las distintas definiciones de gerencia del conocimiento implican que las organizaciones deben conocer la forma cómo ocurren los procesos que forman parte de su existencia y ser capaces de construir explicaciones sobre ellos, favoreciendo la producción y transferencia de conocimientos dentro de la organización a partir de información y prácticas organizacionales. Por otra parte, la construcción del conocimiento como proceso necesita considerar la diversidad de ideas que son producto de datos e información que el individuo va recibiendo y sobre la cual es necesario actuar a través de un proceso de selección para lograr la adaptación y supervivencia de la organización a los cambios que ocurren en un entorno cambiante inestable y con altos niveles de incertidumbre. Esto trae consigo la necesidad de que la organización analice permanentemente las nuevas tendencias del medio externo para detectar las
demandas de conocimiento relacionadas con la satisfacción de sus propias necesidades y con las de sus clientes. Esto, según Marín (2002:291) conlleva a la necesidad de desarrollar en el ámbito empresarial un nuevo tipo de capital, el capital intelectual, que requiere como insumo fundamental para su construcción el conocimiento generado dentro y fuera de la organización. Las empresas pueden desarrollar condiciones que impulsen la conversión del conocimiento en capital intelectual promoviendo en la organización la asimilación de conocimiento y la consolidación de mecanismos de auto aprendizaje. Al respecto, Koulopoulus y Frappaolo (2001: 23) señalan que en el capital intelectual pueden incluirse recursos tan diferentes y vagamente definidos como el conocimiento, las destrezas y la motivación de los empleados además de las relaciones con los clientes. Una vez analizados algunos de los elementos teóricos del conocimiento y de la gerencia del conocimiento y evidenciado su importancia real en el desempeño organizacional para el logro de ventajas competitivas, se intenta a continuación abordar dos teorías clásicas de la administración, el taylorismo y la teoría de las relaciones humanas, para explorar cómo han manejado el conocimiento organizacional en sus propuestas. 3. El conocimiento en las teorías administrativas La fundamentación teórica de esta sección se orientó siguiendo la obra de Taylor (1983) para el análisis de las premisas del taylorismo y las de Kliksberg (1975b) y Ludovic (1977) para las de la teoría de las relaciones humanas. 3.1. El taylorismo Kliksberg (1975a:173) señala que existen numerosos antecedentes al taylorismo, que van desde los antiguos egipcios, pasando por los romanos, la iglesia medieval hasta los ejércitos en distintas épocas, evidenciando que cada generación ha tenido representantes que hayan pensado científicamente en cómo realizar el trabajo. Sin embargo, Kliksberg se plantea la siguiente interrogante: ¿cuáles fueron las razones que determinaron que se considere al
taylorismo como el punto de partida de los conocimientos en administración de empresas? Al respecto plantea que algunas de éstas fueron las siguientes a) a diferencia de sus antecesores, Taylor fue el primero en elaborar una concepción integral del trabajo humano en la industria, superando las elaboraciones sobre aspectos parciales o limitados; b) fue respuesta a una coyuntura histórica determinada (inexistencia de legislación social, organizaciones sindicales débiles y predominio de oferta de mano de obra conformada por mujeres, niños y obreros sin ninguna calificación). En este contexto histórico Taylor elabora su trabajo con el principal objetivo de evitar el desperdicio en las empresas, y señala como las principales causas de este hecho las siguientes: a) El comportamiento humano en la empresa es la base del derroche existente: Los movimientos torpes, ineficaces o mal dirigidos de los hombres no dejan tras de sí nada tangible. b) Dejar gran parte del éxito de la tarea en manos de la capacidad y la iniciativa creadora del obrero conspira contra la eficiencia y será uno de los obstáculos más importantes a remover. c) El desperdicio está ligado a la naturaleza holgazana e inepta de los obreros: Trabajar lo menos posible de forma intencional es algo casi universal en las fábricas y en los oficios de construcción. En función de esta última premisa, Taylor se hace una pregunta: ¿a qué se debe la sistemática tendencia de los obreros a trabajar menos de lo posible? Esto, según él, se debe a tres razones (Taylor, 1983:25): La creencia de que todo aumento material en el rendimiento del trabajador o de cada máquina de la industria, habrá de tener como resultado final dejar sin trabajo a un gran número de obreros. Los defectuosos sistemas de administración que son de uso corriente y que hacen necesario que todo trabajador rebaje su rendimiento o trabaje poco a poco, para poder así proteger sus intereses más caros. Este bajo rendimiento tiene su origen en dos causas: el instinto y tendencia natural en el hombre de tomarse las cosas con calma, a lo que se podría llamar “poco rendimiento natural”, y, por último, las relaciones de unos trabajadores con otros, a lo que se podría llamar “bajo rendimiento sistemático”. Es decir, los mejores hombres van, paulatina pero
seguramente, reduciendo su paso hasta igualarlo al de los productores menos eficientes. Los ineficientes métodos establecidos y en cuyo ejercicio malgastan gran parte de sus esfuerzos todos los trabajadores. En este aspecto, Taylor propone cambiar los procedimientos “a ojo de buen cubero” por sistemas científicos, incluso hasta los detalles más pequeños de las labores de cada oficio. Por otra parte, Taylor plantea que existe un tipo de administración plenamente aceptada como la mejor que es la administración de iniciativa definida como aquella en la que sus trabajadores dan su mejor iniciativa y, a cambio de ella, reciben del patrón algún estímulos laborales especiales. Esto lo denominó Taylor administración de iniciativa. Pero él considera que la administración científica es superior debido a que la iniciativa se puede conseguir de la misma forma para todos y en mayor grado siguiendo el sistema antiguo. Los directores asumen la carga de reunir los conocimientos tradicionales que, en el pasado han poseído los trabajadores, y la de clasificarlos, tabularlos y reducirlo luego a reglas, leyes y fórmulas que resulten útiles para el trabajador al hacer su labor cotidiana. Además de crear así una ciencia, la dirección asume tres tipos de obligaciones que se agrupan bajo cuatro categorías: Crean una ciencia para cada elemento de trabajo del obrero, ciencia que viene a sustituir el sistema empírico. Escogen científicamente al trabajador y lo luego adiestran, enseñan y forman, mientras que, en el pasado, éste escogía su propio trabajo y se adiestraba lo mejor que podía. Colaboran cordialmente con los trabajadores para asegurarse de que todo el trabajo se hará de acuerdo con los principios de la ciencia que se ha ido creando. Hay una división casi por igual del trabajo y de la responsabilidad entre la dirección y los trabajadores. Los elementos de la dirección toman para sí todo el trabajo para el que están mejor dotados que los trabajadores, mientras que en el pasado, casi todo el trabajo y la mayor parte de la responsabilidad se cargaban sobre los hombros de los trabajadores. Adicional a lo anterior y centrado en su objetivo de eliminar la ineficiencia en la industria, Taylor señala que las personas de la dirección deben guiar y ayudar al obrero y han de asumir una parte mucho mayor de la responsabilidad por los resultados de la que la administración suele asumir
bajo circunstancias usuales. Para trabajar de acuerdo con leyes científicas, la administración debe hacerse cargo de gran parte del trabajo que antes se les dejaba a los obreros y ejecutarlo. Las proposiciones técnicas de la administración científica del trabajo propuestas por Taylor se pueden resumir de la siguiente forma: En materia de división del trabajo: Una división casi por igual del trabajo y de la responsabilidad entre el trabajador y la dirección. En el caso de la dirección, es ésta la encargada de delimitar hasta el último detalle las características de la labor y cada uno de los elementos de la tarea. El trabajador por su parte, tendrá que llevar a la práctica sin ninguna desviación las instrucciones elaboradas por quienes programan. En materia de selección de personal: Se selecciona cuidadosamente al trabajador y posteriormente se les adiestra hasta convertirlos en operarios de primera y se eliminan todos aquellos que se niegan o que son incapaces de adoptar métodos mejores. En otras palabras, la selección de personal debía diferenciar los grandes tipos de individuos que requería la nueva división del trabajo. En cuanto a la estandarización de los métodos de trabajo: Taylor propone el desarrollo, por parte de la dirección, de reglas rígidas para cada movimiento de cada hombre y el perfeccionamiento y estandarización de todos los instrumentos y condiciones de trabajo. Es el estudio de tiempos y movimientos el que crea el marco para ejecutar la división del trabajo propuesta por Taylor. Esto consistía en listar los movimientos integrantes de cada operación, estudiarlos para racionalizarlos y fijar una rutina permanente de movimientos. Por otra parte, el complemento de la simplificación y normalización de los movimientos debía ser la estandarización de los tiempos. Con este método de trabajo, se fijaron las marcas del tiempo de cumplimiento de los movimientos, operaciones y tareas, que no debían ser sobrepasadas por los operarios. En cuanto a la supervisión: Esta será ejercida de manera constante por parte de la dirección en distintas fases del trabajo En cuanto a la política de personal: Taylor propone tres elementos básicos: Estimular por todos los medios la ambición personal: Esto se lograba promoviendo todos los métodos de competencia interna entre los obreros, utilizando estímulos netamente económicos y apelando a todo
recurso que condujera a dicho objetivo, evitando con afán cualquier forma de cooperación que pudiera atentar contra la primacía del individualismo de los obreros. Estudiar y racionalizar cuidadosamente las tareas para implantar los incentivos económicos, midiéndolas en términos de tiempos y movimientos, fijando standards, para que de esta forma se pudiera compensar el rendimiento superior a éstos. La compensación sería un porcentaje del incremento del rendimiento y se estimulaba la ambición personal. Taylor también estableció los criterios para fijar el monto de los incentivos colocándole un límite máximo. Reemplazar aquellos operarios que no pudieran alcanzar los standards de producción fijados, asignando como razón de este impedimento la naturaleza holgazana del obrero. Los planteamientos de Taylor evidencian que todo lo que signifique iniciativa y elaboración intelectual se concentra en la dirección, negando al operario cualquier actividad que pueda requerir un poco de creatividad. Al dejar todo en manos de la dirección, elimina al obrero cualquier posibilidad de participar en las mejoras de sus prácticas laborales por iniciativa propia, coartando totalmente sus potencialidades innovadoras. Pareciera entonces que las premisas de Taylor no apoyan el dominio de distintas disciplinas del conocimiento por parte de los trabajadores, lo cual sí es promovido por los planteamientos de la GC, a través del estímulo a la creación, intercambio y uso eficaz del conocimiento. La GC, en general, se relaciona con la captación y uso del conocimiento de los individuos para que esté disponible como un recurso organizativo independiente, sin embargo, Taylor no considera a los operarios como individuos capaces de generar conocimientos que pudieran ser transmitidos al resto de la organización. Por otra parte, establece como única forma de aprendizaje la repetición de tareas fragmentadas y el estudio de tiempos y movimientos como método de racionalización del trabajo orientado hacia la clasificación, tabulación y reducción del conocimiento a reglas y fórmulas aplicadas al trabajo diario, es decir, solo considera el conocimiento explícito. Esta delimitación de cada detalle de los elementos de la tarea excluye la posibilidad de utilizar las experiencias y los juicios de los trabajadores como fuente de conocimiento. Podría decirse que el taylorismo considera al trabajador manual incapaz de comprender su propio trabajo y por consiguiente, de aportar conocimientos que puedan mejorarlo.
Finalmente, pareciera que en los planteamientos de Taylor está ausente el papel que desempeña el entorno de la empresa en la ejecución de las labores de los trabajadores, obviándose así una importante fuente de conocimiento en la organización. 3.2. La teoría de las relaciones humanas Las prácticas tayloristas se difundieron en Europa y Norteamérica, particularmente en la industria de Estados Unidos, debido a la evidente maximización de beneficios obtenidos producto de su aplicación. Sin embargo, debido a fuertes resistencias obreras, entre otras razones, sus premisas comenzaron a ponerse en tela de juicio a través de la perspectiva de especialistas de las ciencias sociales en distintas disciplinas: antropólogos, sociólogos, psicólogos, etc. Al respecto, Kliksberg (1975b:4) señala en su obra que en la década de los 20 estos profesionales investigaban sobre aspectos hasta entonces no considerados por la administración tradicional: actitudes, motivaciones, procesos grupales, efectos de diferentes sistemas de liderazgo, interacción social, entre otros, bajo el slogan de “el elemento humano es el más importante”. Del mundo intelectual, lentamente va tomando cuerpo en el medio empresarial la importancia de que la maximización de la productividad requiere para ser factible del uso de una tecnología que parta de concepciones válidas sobre la naturaleza del hombre. Las investigaciones se van sucediendo, y sobre sus resultados se va perfilando la corriente sociológica de la administración. En noviembre de 1924 la más importante empresa de fabricación de material telefónico de los Estados Unidos, la Western Electric Co., inició una serie de experiencias destinadas a medir la influencia de las condiciones de iluminación en la curva de productividad obrera. Estas experiencias fueron seguidas por otras de índole muy diversa que se prolongaron hasta 1939. Los estudios se realizaron en los talleres Hawthorne en los suburbios de Chicago, que constituían la fábrica más importante de la Western Electric. Elton Mayo, director de las experiencias Hawthorne2, señaló que “sólo en una industria de la más alta categoría era posible demostrar la existencia de problemas humanos intactos, en profundidades a las que no llega el trato superficial de la organización industrial corriente”. En siguiente cuadro se resumen los aportes de las experiencias Hawthorne a la administración:
Este cuadro revela que los experimentos de Hawthorne plantearon como principal premisa una concepción del hombre opuesta a la escuela tradicional, considerándolo como ser social y no aislado, mecanizado y hedónico. Los resultados de estos experimentos se constituyeron en el centro de la Teoría de las Relaciones Humanas, cuyas principales bases teóricas son las siguientes (Ludovic: 1977:63): 1. Siendo el trabajo una actividad propia de la naturaleza humana, y el hombre una unidad psicosocial no desintegrable, no puede dejarse de lado su iniciativa y su inteligencia sin que esto signifique graves consecuencias para su integridad y rendimiento productivo. 2. Siendo el hombre un ser cuya naturaleza es sumamente compleja, sus motivaciones también lo son debido a los múltiples objetivos que a éste se le plantean y si bien es cierto que las necesidades económicas son importantes, más lo serían las sociales tales como el prestigio, estima, realización personal, etc., debiendo la empresa considerar estas motivaciones y utilizar incentivos de carácter psicosocial para satisfacerlas. 3. En cuanto a la selección de personal, expresan que como el trabajador no es un ente aislado sino que pertenece a grupos extra-empresa de carácter social, deportivo, sindical, etc., su integración debe hacerse considerando tanto sus aptitudes para el puesto de trabajo como su posible integración en el marco grupal que le corresponda y en el marco social general de la empresa. Por tanto es importante establecer mecanismos de selección de personal que permitan determinar de antemano los rasgos fundamentales de la personalidad del trabajador para poder inferir su comportamiento en la organización y precisar su capacidad de adaptación en ella. 4. En cuanto a la explicación del conflicto en la organización, se plantea que como los hombres cumplen funciones diferentes según la posición que ocupan, en ocasiones suelen presentarse diferencias de tipo funcional por los desajustes psicológicos que sufre el trabajador cuando los canales de comunicación funcionan mal o por un bajo nivel de sentido de pertenencia a la empresa, o por un liderazgo impositivo; o por la “lógica irracional” del trabajador que lo lleva a asumir posiciones desviadas en el proceso de integración social y que generalmente son producidas por cambios de relación social o porque el trabajador no ha tomado conciencia de la comunidad de objetivos que existe entre él y la empresa. Por lo tanto, se debe realizar un esfuerzo profundo por garantizar la felicidad del trabajador, logrando de
manera deliberada el equilibrio entre los objetivos de la empresa y las necesidades de los obreros. Esto supone que los objetivos de la empresa deben inspirar la confianza de los trabajadores para con la administración, la creencia en ellos de ser importantes, les hace ver que valen la pena sus esfuerzos en la compañía porque son algo vital para ella. En estas consideraciones teóricas puede observarse que en principio se toma en cuenta lo relacionado con su iniciativa e inteligencia, motores importante de la generación de nuevos conocimientos en la organización, sin embargo, los limitan al colocarle como condición de su expresión el rendimiento productivo y la integridad del trabajador, lo cual en cierta forma es contradictorio, debido a que es difícil que algún trabajador tenga iniciativas en su trabajo que conscientemente lo vayan a perjudicar. En cuanto a los criterios de selección de personal, pareciera que le otorgaran una importancia primordial a los aspectos psicosociales y no a determinar qué conocimientos posee el trabajador relacionados con capacidades técnicas, experiencias, habilidades y destrezas que pudieran ser aprovechadas por la organización, por tanto su enfoque básicamente se orienta hacia la determinación precisa de rasgos de personalidad y no de qué tipo de conocimientos, tanto tácitos como explícitos, maneja el trabajador. Se percibe además, que los posibles conflictos en una organización solo son imputables a los trabajadores, por su “naturaleza irracional” o por no tener conciencia de los objetivos de la empresa, entre otras cosas. Aparentemente, la Teoría de las Relaciones Humanas omite la posibilidad de que en una organización se generen conflictos por causas externas a la organización o por no incorporar a los trabajadores en la formulación de los objetivos de la empresa, en función de los conocimientos que posean. Cuadro 1 Aportes de Hawthorne a la administración
Estas consideraciones teóricas llevaron a los promotores de las Relaciones Humanas a proponer las siguientes soluciones prácticas orientadas a lograr la satisfacción del personal (Ludovic, 1977:65): 1. Establecer nuevos mecanismos de comunicación que permitan a los trabajadores expresar sus opiniones y sentimientos hacia el trabajo (buzones de sugerencias, oficinas de quejas y reclamos, encuestas, publicaciones, etc.)
para garantizar el flujo de información de la base a la cúspide de la pirámide organizativa. 2. La dirección debe hacer conocer a los trabajadores lo que la empresa hace por ellos, por la comunidad, el país, etc., siendo para ello recomendable el uso de revistas de la empresa, diarios, películas, folletos, etc. que permitan mantener informada a la comunidad. 3. Formar buenos líderes (orientadores, promotores de la colaboración y de las discusiones en grupo, etc.) enseñándoles un conjunto de técnicas que les faciliten el ganarse amigos y la simpatía del grupo. 4. Hacer ver a los trabajadores que tienen influencia en las decisiones de la empresa, lo cual requiere crear un nuevo tipo de estructura organizativa que haga posible la participación de los trabajadores en las decisiones. 5. Proponer incentivos que se correspondan tanto con motivaciones económicas como sociales. 6. Utilizar tests psicológicos para la selección de personal para así predecir el futuro comportamiento de los trabajadores y obtener información sobre su personalidad, actitudes presentes y pasadas, estabilidad emocional, sentido del humor, forma de pensar, etc. 7. Integrar los grupos informales a la organización para evitar la constitución de sindicatos, creando clubes sociales, deportivos, etc., para que, a través de ellos, los trabajadores logren satisfacer sus necesidades y problemas de índole psicosocial. Esto haría que solo tenga sentido entrar al sindicato cuando el trabajador no consigue en la empresa medios para satisfacer sus necesidades psicológicas. 8. Considerar sus relaciones con el sindicato cuando sea inevitable para que éste no vea a la empresa con hostilidad, sino más bien que le deba lealtad. Sin embargo, pareciera en principio que estas propuestas omitieron aspectos relevantes que están relacionados algunos con el manejo del conocimiento en las organizaciones. Estos son los siguientes: • No todos los problemas de comunicación se resuelven con cambios técnicos, procedimientos de trabajo, de estructura de la organización, entre otros. Si se parte del hecho de que en la década de los 30 predominaba en la industria las
estructuras piramidales, evidentemente que las comunicaciones internas debían seguir los canales formales de la estructura. Este tipo de situación tiende a coartar la iniciativa del individuo en solucionar problemas de carácter técnico relacionados con sus habilidades y experticias profesionales, componente elemental en las organizaciones para transmitir conocimientos, especialmente el tácito, el cual en una estructura jerárquica es difícil de transmitir al resto de la organización, debido a que, tal y como lo plantea Semler (1999:101) el ansia de normas y la necesidad de innovación son incompatibles. • Omitir el entorno de la empresa, a excepción de los sindicatos, significa que se están excluyendo otros actores que son fuente de conocimiento para las organizaciones: los competidores, los clientes, los proveedores, distribuidores, gobierno, entre otros. Para Nonaka y Takeuchi (1999:4) es vital para las empresas conectar su interior con el exterior porque el conocimiento que viene del exterior se disemina por toda la organización y se acumula como parte de la base de conocimiento y motiva la innovación constante. Esto puede verse claramente en la figura N° 2 en la sección 2.1. de este artículo. • La Teoría de las Relaciones Humanas considera que las motivaciones de los trabajadores sólo son de índole económica y psicosocial, omitiendo las necesidades de aprendizaje y actualización de conocimientos y las relacionadas con la realización del trabajo mismo. En resumen, los experimentos de Hawthorne, encabezados por Mayo y que originaron la corriente de las relaciones humanas, favorecen las comunicaciones internas que contribuyen a transmitir parte del conocimiento explícito dentro de la organización, sin embargo, no proporciona elementos explícitos que favorezcan la creación y transmisión de conocimiento tácito ni la conexión de la empresa con el entorno como fuente de conocimientos. 4. Conclusiones Al explorar el manejo del conocimiento organizacional en las principales premisas de Frederick Taylor y de la Teoría de las Relaciones Humanas, se pudieron establecer las siguientes conclusiones: Los planteamientos de Taylor evidencian que todo lo que signifique iniciativa y elaboración intelectual se concentra en el sector que el denominó de dirección, negando al operario cualquier actividad que pueda requerir un poco de creatividad, siendo ésta un elemento básico para la generación de
conocimientos en la organización. La dirección propuesta por Taylor, coarta totalmente las potencialidades innovadoras del trabajador, debido al meticuloso registro de tiempos y movimientos que sólo se ocupaban de la transmisión de conocimiento explícito que el programador considerara importante. Taylor establece como única forma de aprendizaje organizacional la fragmentación de tareas sin tomar en cuenta el conocimiento y las destrezas de los trabajadores y otros elementos como las relaciones con los clientes y la motivación del empleado. Esta excesiva división de las tareas excluye la posibilidad de: utilizar las experiencias y los juicios de los trabajadores como fuente de conocimiento que pudieran mejorar sus prácticas de trabajo y fomentar el aprendizaje individual y organizacional. Aún cuando los planteamientos de Mayo humanizan la anterior visión mecanicista del trabajador, considerándolo como ser social y promoviendo las comunicaciones internas de carácter formal, éstos obvian las insatisfacciones laborales relacionadas con la ejecución del trabajo mismo. Al no considerar este tipo de insatisfacción, coloca al trabajador como un ser sin iniciativa y conforme con su trabajo. Por tanto, podría decirse que los planteamientos de Mayo, proporcionan escasos elementos teóricos que consideren al trabajador capaz de tener la iniciativa de crear y transmitir conocimiento, particularmente el tácito, ni de tomar decisiones innovadoras dentro de la organización. Por otro lado, en los planteamientos de la Teoría de las Relaciones Humanas se excluyeron como fuentes de conflicto en la organización, otros actores que son considerados por los teóricos de la gerencia del conocimiento como fuentes de conocimiento para las empresas: los competidores, los clientes, los proveedores, distribuidores, gobierno, relaciones internacionales, políticas macroeconómicas, entre otros.
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