La obra literaria en el tiempo

Página creada Nicolás Sanguez
 
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La obra literaria
                                                                en el tiempo

Armando J. Levoratti [Seminario Mayor de La Plata]

                                                                              n clásico es un libro

                                                            U
Resumen: Ningún texto es un ‘clásico’ en el momen-
to de ser publicado por primera vez. A los clásicos
los hacen los lectores, con el paso del tiempo y con                          que las generaciones
las lecturas y relecturas que se van sucediendo de
una generación a otra. Pero esas lecturas no son                              humanas, urgidas
producto del azar. Al contrario, hay en los textos que
llegan a convertirse en clásicos un misterioso atrac-
                                                                              por distintas razones,
tivo, que los mantiene más o menos vigentes en las                            “leen con previo fer-
distintas épocas y que les impide sufrir el desgaste
de tantos otros textos que no tardan en ser olvidados.                        vor y con una miste-
Y los lectores no son los receptores pasivos de un
discurso inmutable, sino que en cada nueva lectura y
                                                                              riosa lealtad”1. Estas
en cada nueva circunstancia histórica asignan a los                           obras se preparan du-
clásicos una significación y un valor leve o profunda-
damente distintos de los que habían tenido antes.           rante siglos de experiencias lingüísti-
Palabras clave: obra literaria - clásico -
                                                            cas y literarias, de manera que en el
intertextualidad - contexto.                                momento de la creación se recogen los
                                                            frutos de una maduración prolongada
The literary work in the time                               y compleja. Pero una vez que el texto
Abstract: No text is a ‘classic’ when published for         entra en el dominio público y queda
the first time. Classics are done by the readers
through the passing of time. Though their readings          librado al infinito proceso de la lectura,
and re-readings ensue from one generation to the
another, they are not result of a ramdom selection. On
                                                            es como si comenzara a crecer, super-
the contrary, the texts which become classics bear a        ando así lo que fue en el momento de la
mysterious attraction that keeps them from suffering
time´s wearing out and being forgoten. Readers are          creación. Por tanto, la génesis empírica
not passive recipients of an immutable discourse. And
in every new historic circumstance when a new read-
                                                            de una obra en el tiempo histórico y
ing is done, it assigns a significantly or just slightly    en la vida de un autor es el momento
different value to the classics from the original one
they had.                                                   más contingente y menos significativo
Keywords: literary work - classic - intertextuality
                                                            de su duración.
- context.                                                      Los historiadores han empezado
                                                            a comprender el modo de existir am-

                                                            1   Definición de Jorge Luis Borges en su ensa-
                                                                yo Sobre los clásicos.

         Nº 12 / 2008 / ISSN 1514-3333 (impresa) / ISSN 1851-1724 (en línea), pp. 117-128              117
biguo de las obras literarias. Un texto      aspectos que ya no sintonizan con la
escrito existe como obra de arte en la       nueva sensibilidad.
medida en que no es un puro objeto de             Al no existir más que como presen-
la historia. O dicho más precisamente:       te, la obra literaria entabla con sus lec-
en cuanto ‘realidad histórica’, la obra      tores un diálogo a través de los siglos,
literaria está ligada a un tiempo deter-     diverso cada vez, pero no menos au-
minado (el tiempo de su gestación y de       téntico en cada caso. Diferentes épocas
su nacimiento); pero en cuanto ‘obra         leen la misma obra desde nuevas pers-
de arte’, solo existe como un hecho pre-     pectivas y destacan o aprecian en ella
sente y como tal se ofrece al lector. Si     aspectos diversos. Una obra conside-
ella invita a ser leída, es porque contie-   rada menor en una época determina-
ne una sustancia que ha superado exi-        da podrá ser juzgada fundamental en
tosamente el desgaste producido por el       épocas futuras, o viceversa, un cambio
paso del tiempo; y si hay lectores que       de la sensibilidad estética puede relegar
la vuelven a leer al cabo de los años o      a un plano inferior obras o estilos alta-
de los siglos, es porque han encontra-       mente valorados en otras épocas. (La
do –o esperan encontrar– en ella una         obra de El Greco constituye un caso
riqueza que la pátina del tiempo no ha       típico en el campo de la pintura: tuvo
conseguido borrar.                           que producirse un importante cambio
    Ninguna obra puede separarse de          de perspectiva para que sus cuadros,
la realidad viva y, como tal, está so-       poco apreciados en algunas épocas,
metida a la ley del tiempo irreversible.     fueran reconocidos más tarde en su
Siempre queda en ella algo que la liga a     justo valor). ¶
su origen, y no es necesario ser un crí-
tico literario para percibir en los textos        El contexto histórico
antiguos –la Ilíada, la Eneida, la Divina          y el ‘gran tiempo’
Comedia, el Quijote– las huellas que
les han impreso los años o los siglos.              i no pueden estudiarse las obras
Sin embargo, la simple existencia de los
libros o textos considerados clásicos
hace ver que el curso del tiempo no
anula el valor de las grandes obras li-
                                             S      literarias fuera de su contexto
                                                    cultural y de su propio tiempo,
                                             tampoco debe encerrarse el fenóme-
                                             no literario en la sola época de su
terarias (como, en general, de las obras     creación, es decir, en su contempora-
de arte). Lo que el tiempo hace, sim-        neidad. Practicar lo primero sin tener
plemente, es someterlas al juicio de las     en cuenta lo segundo es el error de los
generaciones sucesivas, que las vuelven      críticos que pretenden explicar la obra
a consagrar o rebajan el aprecio que se      literaria por su contexto histórico más
les había tenido en otras épocas. En         cercano, sin tener en cuenta que el
otro contexto temporal, la obra lite-        encierro dentro de una época no per-
raria puede revelar valores antes des-       mite comprender la vida de la obra en
conocidos o, por el contrario, mostrar       los siglos siguientes. Las grandes obras

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rompen los límites de su tiempo, vi-                         El texto oral o escrito no tiene
ven en los siglos, en el ‘gran tiempo’,                  confines perfectamente delimitados ni
y a medida que el tiempo transcurre                      queda definido de una vez por todas.
gozan de una vida más plena e intensa                    Cada nueva lectura lo lleva fuera de sus
que en su propia contemporaneidad.                       propios límites, lo pone en correlación
Por eso, el intento de comprender y                      con otros textos, y las relaciones inter-
explicar una obra a partir de las con-                   textuales en las que llega a encontrar-
diciones de una sola época, es decir, a                  se lo enriquecen constantemente con
partir de los tiempos más cercanos a                     nuevos sentidos. Así se va constituyen-
la fecha en que fue compuesta, nun-                      do la especificidad de las grandes obras
ca llega a penetrar en su significación                  literarias, más que por el uso singular
más profunda2.                                           de los elementos repetibles del código
    El texto no es una cosa dada: es una                 lingüístico al que pertenecen, por la
relación dialógica y una relación inter-                 cadena de textos que configuran un
textual. Sus confines son evanescentes                   determinado espacio literario (espa-
y en cada nueva relación intertextual el                 cio formado por textos anteriores, por
texto resulta ser más o menos ‘otro’ con                 otros que pertenecen al mismo género
respecto a su identidad ya constituida.                  discursivo, y por aquellos con los que
Solo una reproducción ‘mecánica’ del                     se encuentra una vez que ha sido pro-
texto (es decir, una reproducción que                    ducido)4.
no lo considera como texto, como por-                        El estudio histórico es, desde luego,
tador de un sentido que es necesario                     obligatorio. Pero no abarca la plenitud
‘comprender’) podría dejarlo igual a sí                  del fenómeno literario, ni llega a tomar
mismo. Pero una relectura, una nueva                     en cuenta los factores que están vincu-
ejecución, una nueva fruición, y hasta                   lados con la llamada ‘carga de conte-
una simple cita, hacen de él un aconte-                  nido de la forma’. La participación del
cimiento individual único, no repetido                   lector es la vida del objeto literario. La
ni repetible3.                                           obra renace en cada lectura, y la histo-
                                                         ria de la literatura tendría que ser no
2   Las obras literarias, dice Bajtín, han influido      solamente historia de los estilos y de
    siempre en la marcha de la historia. La lite-        las maneras de escribir, sino también
    ratura es una de las potencias primigenias de
    la historia. Esto es evidente de las grandes
                                                         de las maneras de leer. Sin esta parti-
    civilizaciones (Egipto, Mesopotamia, Grecia,         cipación, el libro está cerrado y no es
    Roma), y lo es también en los pueblos llama-         más que un objeto inerte en el anaquel
    dos primitivos, gracias a la tradición oral.         de una biblioteca5.
3   “Las obras que más nos apasionan –dice
    Octavio Paz– son aquellas que se transfor-           4    Cfr., por ejemplo, el famoso comienzo del
    man indefinidamente; los poemas que ama-                  libro de M. Foucault Las palabras y las co-
    mos son mecanismos de significaciones su-                 sas: “Este libro nació de un texto de Borges.
    cesivas –una arquitectura que sin cesar se                De la risa que sacude, al leerlo, todo lo fa-
    deshace y se rehace– un organismo en per-                 miliar al pensamiento...”
    petua rotación... El poema no significa pero
    engendra significaciones: es el lenguaje en          5    En los tiempos de Montaigne, dice G. Ge-
    su forma más pura.”                                       nette, leer era un diálogo, si no igual, por

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En este proceso, ligado insepa-
                                                        rablemente al paso del tiempo y a la
      lo menos fraterno; desde Saint-Beuve y
      Freud, es una operación indiscreta, como          repercusión de la obra sobre la sensi-
      la del que escucha sin ser visto, del que         bilidad de distintas épocas, las modifi-
      mira por el ojo de llave o del que pretende       caciones del sentido son incesantes y es
      arrancar una confesión por la fuerza. Saint-      posible asistir a una lenta y progresiva
      Beuve puso la totalidad de sus dotes crea-
      doras al servicio de la crítica literaria, que    metamorfosis. Como un libro no es
      así dejó de ser un oficio de segundo orden        un ente incomunicado sino el eje de
      para convertirse, gracias a él, en un género      innumerables relaciones posibles, la li-
      literario con plenos derechos. Él no quería       teratura es un campo plástico, siempre
      ser un cronista sino un escultor; pretendía
      ‘componer’ la imagen del autor elegido. Por       movedizo y siempre presente, donde se
      eso consideraba insuficientes las búsquedas       producen a cada instante las relaciones
      documentales y la capacidad analítica, ya         más inesperadas y los encuentros más
      que para lograr la unidad sintética del ‘re-      paradójicos.
      trato’ también eran necesarias la intuición
      del poeta y el don de ‘simpatía’. La crítica,         De esta afirmación, aparentemente
      así entendida, iba más allá del texto, hacia      trivial, se derivan innumerables conse-
      la persona del escritor: era una crítica de       cuencias. El estilo de Kafka, por ejem-
      personalidades, no de libros, lo cual presu-      plo, es inconfundible e individual; pero
      ponía que el texto no era un fin en sí mismo
      y que descubrir al autor era más importan-        antes de él hubo otros escritos en los
      te que desentrañar un significado. Llevado        que pueden reconocerse algunos ras-
      por esta curiosidad, Saint-Beuve incursio-        gos de su estilo6. La presencia de estas
      nó deliberadamente en el terreno histórico:       afinidades sutiles y casi secretas nos lle-
      trató de situar a Lamartine “en la historia
      del sentimiento religioso” y a La Roche-          va a preguntar por qué los precursores
      foucault “en la historia de la lengua y de la     de Kafka evocan a Kafka sin parecerse
      literatura clásica”, y su nuevo modo de en-       entre ellos. Y la respuesta es obvia: por-
      focar a Mme. de Sévigné, a La Fontaine, o a       que su único punto de convergencia
      Racine ayudó a sacudir el polvo que envol-
      vía a esos viejos clásicos y a devolverles algo   se halla en la obra que vino después y
      de juventud. Los críticos de Saint-Beuve le       que hizo ver, ‘retrospectivamente’, un
      reprochan, sin embargo, que no siempre            orden y una serie de relaciones hasta
      alcanzó el anhelado conocimiento objetivo         entonces imperceptibles.
      de la personalidad íntima de los autores, ni
      fue verdaderamente el naturalista de los es-          Por este motivo se puede afirmar
      píritus que pretendía ser. Las ‘lecturas psi-     sin paradojas ni exageraciones que
      coanalíticas’, por su parte, cuentan con una      cada gran escritor crea en cierta me-
      base teórica más consistente y abarcan un         dida a sus propios precursores. Cuan-
      campo de exploración más extenso. Ya el
      punto de partida tiene implicaciones críti-
                                                            primido inconfeso. Por lo tanto, la interpre-
      cas: muchos lectores, en efecto, se ciñen al
                                                            tación de los sueños (Traumdeutung) puede
      ‘yo consciente’ y así creen interrogar al ‘su-
                                                            servir de paradigma a toda interpretación,
      jeto’. Pero si en la creación artística actúan
                                                            dado que el sueño es el paradigma de todas
      los mismos mecanismos que en el sueño
                                                            las astucias del deseo.
      (desplazamiento, condensación, dramatiza-
      ción y representación), la creación literaria,    6   Cfr. “Kafka y sus precursores”, el ensayo de
      lo mismo que las ensoñaciones, tiene un               Jorge Luis Borges incluido en Otras inquisi-
      sentido y es la realización de un deseo re-           ciones.

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do Borges confiesa haber imaginado                      y los escritos filosóficos de Leibniz),
un determinado argumento “bajo el                       se crea un nuevo ‘sincronismo’ entre
notorio influjo de Chesterton” y “del                   textos literarios alejados en el tiempo
consejero áulico Leibniz”, revela la                    y cuya relación había permanecido in-
existencia de una intertextualidad que                  advertida. El trabajo del escritor mo-
no aparece de inmediato al lector des-                  difica nuestra percepción del pasado,
prevenido, pero que resulta ‘notoria’                   y hace ver que el tiempo literario es
al lector perspicaz, sobre todo cuando                  reversible, porque a cada momento,
el mismo autor (como en el caso de                      en forma global y simultánea, puede
Borges) hace notar expresamente el                      hacerse presente a nuestro espíritu
encuentro inusitado que se ha produ-                    una amplia gama de relaciones entre
cido en su relato: el del filósofo Leibniz,             obras literarias alejadas en el tiempo
inventor de la armonía preestablecida,                  unas de otras. Por eso se puede reco-
y el de Chesterton, un sutil creador de                 rrer en distintas direcciones el tiempo
historias misteriosas, que al principio                 de los historiadores y el espacio de los
parecen incluir elementos mágicos o                     geógrafos. Aquí la causa es posterior al
sobrenaturales y que al final se resuel-                efecto, la ‘fuente’ está después, porque
ven del modo más natural7.                              la fuente es en este caso una confluen-
     Al ponerse de manifiesto la conti-                 cia de temas o de rasgos estilísticos no
nuidad subterránea y la unidad secreta                  producida hasta entonces. En este ins-
que une a una obra de arte con otra                     tante, tanto Leibniz como Borges son
de pensamiento (en el caso anterior,                    contemporáneos nuestros, y contem-
los cuentos fantásticos de Chesterton                   poráneos unos de otros. Más aún, la
                                                        influencia de Chesterton sobre Borges
                                                        no es menor que la de Borges sobre
7   Ningún artista puede reinventar el arte a           nuestra lectura de Chesterton8. ¶
    partir de la nada absoluta. Por nueva que
    sea su producción artística, debe tener en
    cuenta el arte de sus antecesores, aunque                    Un paso previo
    más no sea para negarlo. Una cierta ruptura
    es por supuesto indispensable, porque de                indispensable: la lectura
    lo contrario las obras de arte serían puros
                                                              quí es preciso insistir un poco

                                                        A
    reflejos y no alcanzarían a tener vida pro-
    pia. La mera imitación, el plagio, el brico-              más en la singular relación que
    lage literario o el pastiche (a no ser que se
    realicen con una determinada finalidad                    se establece entre la obra y el
    estética, como en el Ulises de James Joyce)         lector. Sólo la lectura permite actuali-
    son pseudoformas artísticas que ignoran el          zar esa pura virtualidad que es el libro
    gesto vivo y libre, el salto a lo desconocido,      fuera del espíritu del lector. Escondido
    e incurren fácilmente en la caricatura. Tales
    obras no han nacido realmente, no se han            en un archivo o en el anaquel de una
    independizado ni han llegado a tener vida
    propia. Pero la originalidad a toda costa
    –la originalidad demasiado ostensible y en          8    De hecho, el aprecio de Borges por la obra
    cierta medida egoísta– produce casi sin ex-              de Chesterton produjo un renovado interés
    cepción monstruos de vida frágil.                        por los relatos del gran escritor inglés.

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biblioteca, el texto escrito es una cosa               dida comparable a una sinfonía. La
más, tan muda e inerte como cual-                      entidad de una composición musical
quier otro objeto material. Para que                   no se circunscribe al momento en que
adquiera vida es necesario que alguien                 es escuchada, ni es reducible a una sola
fije sus ojos en él y capte el sentido de              ejecución. Pero aparece solamente bajo
los signos impresos en las páginas del                 la batuta de un director y por la acción
manuscrito o del libro. Sin esa mirada                 conjunta de la orquesta que la ejecuta.
que los actualiza, el contenido y el va-               De manera semejante, el texto tiene
lor estético de la obra literaria perma-               existencia propia en cuanto objeto cul-
necen puramente virtuales. La lectura                  tural: es la Ilíada, la Eneida, Hamlet o
(es decir, la ‘actividad del lector’) es el            El Quijote; pero esos textos serán letra
único medio que permite acceder al                     muerta hasta tanto no se encuentren
sentido del texto y convertir en acto                  con la mirada inteligente del lector que
lo que era una pura posibilidad creada                 los llama a la vida.
por el escritor9.                                          A pesar de su aparente simplicidad,
     La operación de escribir supone                   el milagro cotidiano que es la lectura
la del lector como su correlato dialé-                 configura una operación en extremo
ctico. La creación literaria encuentra                 compleja. Entrevemos algo de ese sutil
su conclusión en la lectura, ya que el                 intercambio cuando nuestra atención
escritor confía a otro la tarea de com-                se detiene sobre el acto de lectura; pero
pletar lo que él no ha hecho más que                   no hacemos más que entreverlo, por-
empezar. Aunque el lector se considere                 que haría falta una anatomía literaria
superfluo, en realidad no lo es, porque                para descubrir la enorme complejidad
la lectura es el único espacio en que                  que encierra el simple acto de leer, y esa
la obra se afirma y dice lo que tiene                  anatomía es imposible, por esta sim-
que decir. Un texto es en cierta me-                   ple razón: el análisis del acto de lec-
                                                       tura exigiría la vuelta del sujeto sobre
9     Es imposible fijar los ojos sobre una obra li-   sí mismo –es decir, un acto de intros-
      teraria como si fuera una simple cosa. Aun       pección– y nadie puede observarse a
      antes de leer la primera línea, la decisión      sí mismo mientras lee. La lectura nos
      de leer a Quevedo o a Verlaine supone ya
      todo un mundo: un mínimo de informa-             aparta del ambiente que nos rodea, nos
      ción sobre el contenido y la época de sus        sumerge de lleno en el texto, y absor-
      obras, una orientación hacia ciertos valores     be de tal modo nuestra atención que
      ideológicos o literarios, y hasta una cierta     basta la más mínima distracción para
      complicidad: la obra cuenta con la acogida
      del lector, que promete entregarse a la ac-      que dejemos de captar el sentido de lo
      ción del texto. Un poema se anima, y hasta       que estamos leyendo. Al hacerlo vivir
      se podría decir que ‘existe’, cada vez que so-   en cierto modo dentro de la obra, el
      mos capaces de hacerlo revivir ‘en acto’. La     acto de leer introduce al lector en un
      lectura, obviamente, no extrae el poema de
      la pura nada; pero lo saca de la ‘cuasi nada’,   dominio que se desvanece a la menor
      del puro posible donde el libro material lo      intromisión de una mirada reflexiva.
      mantiene, en espera de la mirada que lo lla-     Es imposible, por lo tanto, desdoblar
      me a la vida.

122                                                        Armando Levoratti / La obra literaria en el tiempo
la lectura por una observación intros-                 comprendido y apreciado realmente,
pectiva o por una especie de narración                 tiene que ser situado tanto en el ‘con-
de ella misma, sobre la que se podría                  texto integral’ de su propia cultura
volver en cualquier momento.                           como en su ‘proyección a través del
     Entre la obra y el lector se estable-             tiempo’. ¶
ce toda una serie de relaciones que la
palabra ‘diálogo’ traduce de manera                          El texto en su contexto
insuficiente. Con nuestra propia sus-                                histórico
tancia animamos las obras de arte.
Esto no quiere decir que las obras en                        n lo que respecta al primer pun-
sí mismas sean alteradas. El texto de la
Divina Comedia sigue siendo el mismo
que salió de la pluma de Dante. Pero
hay un trato de las obras con los siglos
                                                       E     to, es obvia la necesidad de situar
                                                             el texto en su contexto inmedia-
                                                       to. Como ya hemos visto, cualquier
                                                       escrito lleva la impronta del tiempo y
a través de los lectores, y es deber de                las circunstancias en que fue redacta-
la crítica comprender debidamente                      do. De ahí la necesidad de prestar una
ese diálogo. Tal investigación no nos                  cierta atención, aunque sea mínima,
permitirá evadirnos de nuestra pro-                    al momento histórico de su compo-
pia situación: no existe un punto de                   sición. Sin embargo, no es tarea fácil
vista atemporal. Pero si generaciones                  determinar con exactitud en qué pun-
enteras, desde diversos puntos del ho-                 to se establecen las relaciones de los
rizonte temporal, han visto elevarse                   textos con sus contextos, ni es fácil
ante sí esas obras maestras, no carece                 decir de qué modo habría que anali-
de interés saber cómo se les ha leído en               zarlas.
las distintas épocas.                                      Ante todo, es indudable que las len-
     De aquí se desprende que es nece-                 guas nacen y viven en el seno de una
sario reconstruir la historia de las gran-             comunidad humana, y la interacción
des obras literarias desde una doble                   entre la lengua y la sociedad genera una
perspectiva: no sólo la referente a sus                vasta red de relaciones recíprocas. Sin
orígenes, sino también la de su destino                embargo, el análisis de esas relaciones
a través de las edades. Esa historia nos               estaría condenado al fracaso si se bus-
ilustrará, a un mismo tiempo, sobre las                caran correspondencias unívocas entre
obras mismas y sobre las sucesivas ge-                 una determinada estructura social y la
neraciones de sus lectores. Por lo tanto,              estructura de la lengua hablada por esa
una verdadera historia literaria sería                 sociedad. La razón está en que no hay
aquella que no se preocupa solamen-                    correspondencia ni de naturaleza ni de
te de los orígenes de la obra sino de                  estructura entre los elementos cons-
sus avatares a través del tiempo (Nisin                titutivos de la lengua y los elementos
1962).                                                 constitutivos de la sociedad, ya que los
     De esta última afirmación se sigue                agrupamientos sociales no presentan
que un gran texto literario, para ser                  analogías verdaderamente relevantes

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con los agrupamientos significantes de      yen en realidad un problema lingüís-
la lengua. Por eso, una misma lengua        tico. Las causas últimas de esos cam-
puede ser hablada por grupos huma-          bios radican, más bien, en las fuerzas
nos heterogéneos y culturalmente muy        que condicionan y dirigen el proceso
diversificados (el uso contemporáneo        social y cultural. Por ser portavoz de
del inglés es emblemático en este as-       la cultura y de la sociedad la lengua
pecto), sin que los regionalismos más       mantiene una conexión indisoluble
o menos marcados impidan la comuni-         con el mundo ideológico del hablante
cación entre los grupos diversos.           o del escritor. Las innovaciones son la
    En tal sentido, la estructura de la     consecuencia natural e inevitable de
lengua posee una permanencia y una          la incorporación de nuevos objetos,
identidad más allá de los cambios de la     de las modificaciones de las clases so-
sociedad y está por encima de las di-       ciales, de la fluctuación de las opinio-
ferencias individuales y culturales. De     nes y hábitos de pensamiento, de las
ahí la doble naturaleza, profundamente      creencias y valoraciones que nacen o
paradójica, de las distintas lenguas, que   mueren de acuerdo con los vaivenes
son a la vez inmanentes a los indivi-       de la historia. Nuevos conceptos exi-
duos y trascendentes a la sociedad.         gen palabras nuevas, y nuevos hechos
    Con el vocabulario, en cambio,          modifican el sentido de las palabras
no sucede lo mismo. Las palabras que        antiguas (Malmberg 1981: 237).
lo integran nombran los objetos, las            Y es algo semejante lo que sucede
ideas y las instituciones que confieren     con las personas. Todo ser humano
su fisonomía y su carácter propio a una     nace en un determinado ‘tiempo histó-
sociedad, y dan por eso mismo testi-        rico’. Desde su nacimiento, el individuo
monio de la forma y de las fases de la      va observando todas esas formas de
organización social. La diversificación     vida; asimila la mayoría de ellas y re-
constante y creciente de las activida-      pele unas cuantas. De ahí que la crono-
des sociales hace surgir nuevas ideas,      logía no sea una mera denominación
nuevos artefactos y nuevos objetos que      extrínseca, sino todo lo contrario: la fe-
se incorporan al conjunto de la vida        cha de una realidad humana es uno de
social, y el vocabulario, al enriquecer-    sus atributos más esenciales. Esto trae
se con las palabras que designan esos       consigo que la cifra con que se designa
objetos, registra en cierta medida los      la fecha pasa de tener un significado
cambios sociales: algunas palabras          aritmético a convertirse en el nombre
dejan de usarse o se vuelven arcaicas;      y la noción de una realidad histórica.
otras modifican su sentido, y otras         Para el matemático, 1400 es un número
nuevas se incorporan al léxico a me-        más; para el historiador sensible es una
dida que lo exigen el paso del tiempo y     fecha pletórica de significados. Cada
las transformaciones de la cultura.         fecha es el nombre y la abreviatura
    Por este motivo se puede decir que      conceptual de una figura general de la
los cambios en las lenguas no constitu-     vida, constituida por el repertorio de

124                                             Armando Levoratti / La obra literaria en el tiempo
vigencias y de usos verbales, intelec-                 necesario cubrir la distancia explici-
tuales y morales de una sociedad.                      tando los supuestos que han servido
    No menos significativa es la histo-                de base al escrito sin aparecer en él. Es
ricidad de las obras literarias. Aunque                decir, habrá que situar el texto en una
pueda decirse que las grandes obras de                 determinada zona de la realidad (en el
arte son eternas, es preciso reconocer                 espacio y en el tiempo) y radicarlo en
que la eternidad de las obras maestras                 los supuestos que hicieron posible la
es una eternidad en el tiempo. Ninguna                 comunicación en su contexto original.
obra se libera jamás de la historia; nin-              Todos estos factores son impersonales,
guna está despojada de toda referencia                 porque no se explican desde el texto
a un determinado entorno. De ahí la                    mismo sino desde su ‘mundo’, y es ese
decisiva importancia que tiene para la                 mundo el que hay que reconstruir de
exégesis y la crítica literaria (e incluso             algún modo para que el texto resulte
para la simple lectura) la siguiente ob-               inteligible. Por tal motivo, la fecha y
servación de M. Bréal (1924: 300):                     el lugar de composición de un texto
    No se conseguiría representar el pen-              (en la medida en que puedan deter-
    samiento más simple y elemental si                 minarse con cierta precisión) sugieren
    nuestra inteligencia no viniera cons-              una enorme cantidad de componentes
    tantemente en auxilio de la palabra                positivos y negativos, antes de haber
    y no remediara por las ideas que saca              leído una sola línea de él.
    de su propio fondo la insuficiencia                    En resumen: cada obra literaria está
    de su intérprete... Hacemos gracia al              dotada de una organización interna y
    lenguaje de una multitud de nocio-                 su singularidad se constituye en virtud
    nes e ideas que él pasa por alto y, en             de las relaciones estructurales de los
    realidad, suplimos lo que creemos que              distintos estratos y elementos semánti-
    expresa.                                           cos y formales. Pero no por eso consti-
                                                       tuye un sistema ‘totalmente autónomo’,
    Si tan indispensable para la comu-                 cerrado y concluso en sí mismo, cuyos
nicación lingüística es comprender el                  distintos momentos pueden explicar-
significado de las palabras como tener                 se en función de las dependencias re-
en cuenta lo que por sabido se calla,                  cíprocas sin necesidad de referirse a
quiere decir que lo formulado expre-                   los orígenes o a las consecuencias de
samente en el texto se sustenta sobre                  dicho sistema. O para decirlo todo de
una base más amplia de elementos                       una vez: la afirmación del ‘principio de
previos que proceden de la circuns-                    inmanencia’, si bien toma en cuenta un
tancia. Cuando se trata de un escrito                  aspecto esencial del texto, es incapaz
contemporáneo, el lector dispondrá de                  de abarcar el fenómeno en su totali-
suficientes puntos de referencia para                  dad10. ¶
poder entenderlo desde su propia si-
tuación. Pero si entre el texto y el lector
                                                       10 El análisis semiótico intenta descubrir los
se interpone una distancia temporal                       mecanismos que producen el sentido de un
o cultural más o menos extensa, será                      texto. El sentido es considerado como un

      Nº 12 / 2008 / ISSN 1514-3333 (impresa) / ISSN 1851-1724 (en línea), pp. 117-128           125
El verdadero alcance                           ciertas alusiones más o menos veladas,
        de la crítica histórica                        o interpreta las costumbres y creencias
                                                       del lugar y la época a que se refiere el
       ntes de entrar de lleno en el                   texto. Pero ocurre muchas veces que el

A      tema propuesto conviene tener
       presente, para mayor claridad,
la necesidad de establecer una distin-
                                                       estudio de esas cuestiones absorbe de
                                                       tal modo el interés del investigador his-
                                                       tórico que pronto se olvida o se pierde
ción entre la ‘investigación histórico-                de vista lo esencial: que la apreciación
crítica’ y la ‘apreciación estimativa’.                de la obra misma es el fin a cuya rea-
Ambas pueden ir juntas, y por regla                    lización deben someterse, en calidad
general la interacción resulta enri-                   de medio, los estudios históricos. Más
quecedora. Pero una y otra cumplen                     aún, puede suceder incluso que la in-
funciones distintas, y el análisis de la               vestigación histórica, perseguida sin
experiencia estética muestra que en                    otro interés que la investigación en sí
el acceso a la obra literaria (y al arte               misma, se detenga en pormenores y
en general) la función esencial corres-                profundice en detalles que guardan
ponde a la apreciación estimativa. Por                 poca o ninguna relación con el juicio
importante y útil que sea, la investi-                 sobre el valor y el verdadero significa-
gación histórica acerca del autor, el                  do de la obra.
ambiente, las influencias y las circuns-                    Señalar esta circunstancia no sig-
tancias externas que contribuyeron a                   nifica menospreciar el mérito y la
la composición de la obra cumple una                   utilidad de tales estudios, sobre todo
función subordinada.                                   cuando se trata de textos antiguos.
    La información histórica, en efecto,               Pero también es preciso reconocer
ayuda a apreciar mejor la obra litera-                 que la mirada inteligente de un sim-
ria en la medida en que aclara ciertos                 ple lector puede encontrar en una obra
conceptos vertidos en ella, explica el                 literaria, antes de toda pericia y de todo
significado de palabras u objetos que                  despliegue de erudición, cosas que no
ya no se usan, llama la atención sobre                 prevén las teorías ni los métodos. La
                                                       investigación erudita puede ser útil,
      efecto o resultado producido por el juego        pero no basta para establecer el hecho
      de relaciones entre los elementos significan-    artístico. La intuición, en tales casos,
      tes. Al buscar las condiciones internas del      suple ventajosamente las insuficiencias
      significado, su análisis es ‘inmanente’. Por
      lo tanto, la tarea que la semiótica se asigna    de la erudición. ¶
      prescinde de la relación que el texto quiere
      establecer con un referente externo y no in-        La vida de las palabras
      tenta reconstruir la génesis o la historia del
      mismo. Tampoco interesan directamente al              en el marco social
      semiólogo el autor del texto, la época en que
      fue compuesto o las exigencias a las que trató         ómese, por ejemplo, el caso del
      de responder. Acerca del principio de inma-
      nencia en lingüística estructural y en semió-
      tica, véase mi artículo en Revista Bíblica 46
      (1984: 79ss.); cfr. también Aichele (1997).
                                                       T     libro. Un libro es un objeto ma-
                                                             terial, ocupa un lugar en el espa-

126                                                        Armando Levoratti / La obra literaria en el tiempo
cio, tiene un valor económico y marca                      Por otra parte, es el medio social
con un cierto número de signos su                      el que crea las palabras: él las carga de
comienzo y su fin. Pero en el libro                    significados, de connotaciones y de va-
hay citas de otros textos, unas veces                  lores determinados, y ese mismo am-
explícitas y otras veces disimuladas o                 biente social, en virtud de la presión
encubiertas; hay también alusiones,                    que ejerce sobre los miembros que lo
evocaciones y reminiscencias, de ma-                   integran, no cesa de controlar, definir y
nera que la obra contenida en el libro                 modificar el comportamiento lingüísti-
forma parte de un conjunto más vas-                    co de los hablantes. De ahí que una de
to. Sus márgenes son fluctuantes, más                  las funciones de los estudios literarios
amplios o más estrechos; pero todo                     consista en descubrir el vínculo estre-
texto entabla múltiples relaciones con                 cho que une a la obra con la historia
otros textos y con la cultura en gene-                 de la cultura.
ral, de manera que sería impropio de-                      Bastarían estas observaciones para
cir que esas vinculaciones más o me-                   mostrar que el ideal de una ‘poesía
nos perceptibles no pueden ser objeto                  completamente pura’ no es más que
de estudio y no pueden contribuir a                    un concepto límite, o la transposición
una mejor comprensión del texto.                       al plano de las esencias de una forma
    Además (y aquí se vuelve a en-                     abstracta que ningún poeta sería ca-
contrar una idea que Bajtín ha expre-                  paz de trasladar sin contaminación al
sado repetidamente), el signo verbal                   plano de la existencia real. Ninguna
no pertenece a una sola persona ni a                   obra de arte encarna enteramente la
una sola voz. La vida de las palabras                  esencia del arte; ningún poema puede
consiste en pasar de boca en boca, de                  realizar en forma pura la esencia de la
un contexto a otro, de una generación                  poesía. Las artes son una parte bien
a otra, y en el curso de este trayecto                 delimitada pero no desprendida de la
ellas no olvidan el camino recorrido,                  condición humana. Por lo tanto, será
ni pueden desprenderse por completo                    siempre vano (a pesar de ciertos logros
de los contextos en los que estuvieron                 parciales) el intento de llevar la forma
alguna vez. Los miembros de una co-                    estética pura del plano ideal al plano
munidad lingüística no reciben signos                  de la realidad concreta.
verbales neutros, libres de intenciones                    En el caso particular de la litera-
y de connotaciones, sino palabras ha-                  tura, la raíz de esta imposibilidad está
bitadas por las voces de los demás. El                 en el lenguaje, que no puede liberarse
niño recoge la palabra de la boca de                   de los valores semánticos adheridos a
otros, llena del eco de otras voces, y                 él. De manera semejante, es un mero
esa palabra llega a su contexto desde                  ideal la apreciación estética pura, y lo
otro contexto, penetrado también de                    será siempre, mientras la lleven a cabo
otras intenciones y cargado de otras                   seres humanos que viven en el espacio
resonancias.                                           y en el tiempo. ¶¶

      Nº 12 / 2008 / ISSN 1514-3333 (impresa) / ISSN 1851-1724 (en línea), pp. 117-128      127
Bibliografía citada

Aichele, G. (1997). Sign, Text, Scripture. Se-
   miotics and the Bible. Sheffield Academic
   Press.
Bréal, M. (1924). Mélanges de littérature et de
   linguistique. París.
Levoratti, A. J. (1984). “Exégesis y análisis
   semiótico de los textos bíblicos” en Revista
   Bíblica 46.
Nisin, A. (1962). La literatura y el lector. Bue-
   nos Aires: Editorial Nova.
Malmberg, B. (Ed.) (1981). La lengua y el
  hombre. Introducción a los problemas gene-
  rales de la lingüística. Madrid: Istmo.

Exceptuado de evaluación

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