ALBA EN EL CONTEXTO DE LA INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA

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Rosalba Linares y Edith Guerrero Lugo

ALBA EN EL CONTEXTO DE LA INTEGRACIÓN
LATINOAMERICANA

            RESUMEN                               ABSTRACT

Desde el 2001, Venezuela desarrolla     Since 2001, Venezuela government
la propuesta ALBA, como una alianza     develops the ALBA proposal, as a
estratégica de integración dentro de    strategic alliance for integration
una agenda de comercio justo,           within a Fair Trade agenda, based
basada en el ideario de libertad,       on the ideals of freedom, justice and
justicia y paz expuesto por Bolívar     peace exposed by Bolivar in order
para el beneficio de los pueblos de     to benefit the peoples of America, in
América, en un abierto rechazo a la     an entire rejection to the economic
política económica y hegemónica de      and political hegemony provide by
los Estados Unidos para la región.      United States to the region. The
La alianza ALBA emerge entre la ola     ALBA alliance emerges between the
de nuevos regionalismos que             new wave of regionalism that
dominan el escenario de integración     dominates the scene of economic
económica en la búsqueda de la          integration toward to regional unity.
unidad regional. Este trabajo destaca   This paper highlights the nature and
la naturaleza y filosofía del ALBA y    philosophy of ALBA and tries to
trata de identificar qué tipo de        identify what type of integration is.
integración representa.

Palabras clave: Alianza, ALBA,          Keywords: Alliance, ALBA, Latin-
Integración Latinoamericana,            American integration, New
Nuevos Regionalismos.                   Regionalism.

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1.   Introducción
El ALBA surge como una iniciativa del gobierno venezolano, lanzada como
idea por el Presidente Chávez en el 2001 en Margarita. Desde entonces la
propuesta ha ido transformándose en una estrategia impregnada con una
gran carga filosófica e idolología del pensamiento latinoamericanista
manifestado por Bolívar. Esta propuesta va tomando fuerza en la región
como un nuevo estilo de hacer integración, transformando el componente
político en un factor estratégico para el desarrollo, la defensa y seguridad
de la región, en donde lo económico es visto como compensación comercial
justa entre las partes, colocando mayor énfasis en la integración socio-
cultural para la construcción de políticas públicas.
El estudio de la iniciativa ALBA en el contexto de la integración
latinoamericana constituye el objeto de análisis dentro de una investigación
más amplia que se viene desarrollando en el Centro de Estudios de Fronteras
e Integración de la Universidad de Los Andes. El diseño metodológico seguido
es de tipo documental. Este trabajo tiene el propósito de reportar la naturaleza
de la propuesta desde su origen, destacando el ideario e imaginario que
sustenta su filosofía histórica; así como develar las características del tipo
de regionalismo en el contexto de la integración latinoamericana.

2.   Integración Latinoamericana: La Alianza ALBA, desde
     Montevideo a UNASUR
Examinar los cincuenta años de la integración latinoamericana, desde el
Tratado de Montevideo 1 de 1960 al presente, involucra una mirada
retrospectiva a los múltiples escenarios e iniciativas puestas en prácticas en
la región y su vinculación con las estrategias para el desarrollo económico

1.   Firmado el 18 de febrero de 1960. Para mayor información consultar la página Web
     República Oriental del Uruguay, Poder Legislativo “Tratado de Montevideo 1960”
     disponible en http://www.parlamento.gub.uy/htmlstat/pl/tratados/trat12859.htm
     (Consultado el 22 de marzo de 2010).

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regional establecidas para dinamizar la América Latina (Ver Cuadro 1). En
dicho año, Venezuela junto a Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile,
Ecuador, México, Paraguay, Perú y Uruguay suscriben tal acuerdo con el
fin de impulsar las estructuras económicas regionales a partir de la
industrialización, la manufacturación de bienes y servicios. Durante la década
de los 60 la integración económica regional emerge como un instrumento
para superar los obstáculos que el modelo de Industrialización por
Sustitución de Importaciones (ISI) no había alcanzado. Este proceso de
integración regional cuenta con el soporte de la políticas de desarrollo
económico motorizadas por las Naciones Unidas desde 1948 a través de la
Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID).
Para Sunkel (1998) estas aspiraciones para alcanzar la integración económica
en América Latina se fundamentan en un conjunto de factores favorables y
comunes a los países del área. Entre ellos destaca: la unidad geográfica; la
contigüidad física; la afinidad en el legado cultural iberoamericano, los
intereses comunes en los temas de política, economía y cultura; y el desarrollo
evolutivo de los organismos regionales y estrategias de integracionistas a
nivel subregional y regional.
Durante los sesenta la integración comercial latinoamericana se caracterizo
por un tipo de regionalismo cerrado, con una gran apertura dentro del grupo,
manteniendo un espacio determinado con una serie de medidas de protección;
en otras palabras, se propicia el descenso de aranceles dentro de los Estados
miembros, la fijación de un arancel externo común y la libre circulación
entre los países signatarios (Reyes y Briceño, 2006).

                                     313
Cuadro 1. Reseña histórica de los organismos regionales y esquemas para la integración latinoamericana
314
Cuadro 1. Reseña histórica de los organismos regionales y esquemas para la integración latinoamericana
      (Continuación)
315
Dentro de este tipo de regionalismo emerge el Tratado de Montevideo (1960),
en el cual nace la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC)
y que plantea entre sus objetivos la construcción de una Zona de Libre
Comercio para 1972. No obstante, la falta de mecanismos y la ausencia de
un liderazgo regional hicieron difícil el alcance de ésta. Para ese mismo año
1960 emerge el Tratado de Managua que propicia la creación del Mercado
Común Centroamericano (MCC), el cual viene orientado a unificar las
economías e impulsar el desarrollo de Centroamérica. En respuesta a la
falla de la ALALC, los países andinos Chile, Colombia, Bolivia, Ecuador y
Perú, firman el Acuerdo de Cartagena en 1969, dando origen al Grupo o
Pacto Andino, al cual Venezuela se suma en 1973 y Chile se retira en 1976
(Casas, 2005).
Para los setenta, en el contexto de un regionalismo autonómico, los países
localizados en la región del Caribe se plantean el fortalecimiento de lazos
comerciales y cooperación funcional al asumir con el Tratado de
Chaguaramas la creación de la Comunidad del Caribe (CARICOM) en 1973.
Posteriormente en 1975, 27 países de América Latina y el Caribe se reúnen
para conformar un organismo regional intergubernamental que les permita
promover un sistema de consulta y coordinación de estrategias de integración
económica mediante la firma del Convenio Constitutivo de Panamá, dando
inicio al Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA). Los
acuerdos de integración concebidos durante los años sesenta y setenta
perseguían alcanzar un desarrollo industrial adecuado, acelerar el crecimiento
y mejorar los niveles de vida de sus ciudadanos e incorporarse al mercado
común amplio, el cual se vio afectado por la crisis de los años ochenta que
frenó los avances en los acuerdos regionales.
El Tratado de Montevideo se modifica en 1980, luego de no superar las
medidas incorporadas en el Protocolo de Caracas en 1969, surgiendo la
Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) abierta a múltiples
formas de participación, que a juicio de Vacchino (2002) se caracterizó por
ser un esquema abierto y flexible para la configuración de un área de
preferencias económicas, previo al establecimiento de un área común, en la
cual los países se irán incorporando según los distintos grados y velocidades
de integración.
Es en el contexto de la globalización de los años noventa, cuando se produce
un relanzamiento de los procesos de integración subregional en
Latinoamérica, el Mercado Común Centroamericano (MCC), la Comunidad
del Caribe (CARICOM), el Grupo Andino se transforma en la Comunidad

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Andina (CAN) en 1996. Emerge el Tratado de Libre Comercio de América
del Norte (TLCAN) en 1991, el cual guarda sus antecedentes en 1965 con
la firma del Pacto Automotor entre Canadá y Estados Unidos y el Programa
de Maquiladoras y Braceros por parte de México. La creación el Mercado
Común del Sur (MERCOSUR) en 1991 con el Tratado de Asunción, el
Grupo de los Tres (G-3: México, Colombia y Venezuela) en 1994, al igual
que el Acuerdo hemisférico para la instauración de un Área de Libre Comercio
para las Américas (ALCA). En este sentido Vieira (2008: 112) argumenta
que los Estados respondieron al llamado de la globalización “procediéndose
al relanzamiento o negociación para la creación de nuevos grupos
comerciales de integración…convirtiéndose la integración en una herramienta
de apoyo a la apertura de mercados”. La orientación economicista de los
acuerdos comerciales dirigidos a la liberalización del intercambio regional
mantiene su correspondencia con la política de “laissez-faire” propia de las
leyes de libre mercado que caracteriza a la globalización económica. Desde
este punto de vista, se espera que los aumentos en el comercio internacional
y del volumen de inversiones extrajeras generen crecimiento y desarrollo
económico, irradiando bienestar a la población.
No obstante, el modelo económico neoliberal aplicado en la región, dejó de
lado la intervención del Estado, además de dificultar la posibilidad de
consolidación de un mercado interno y la búsqueda de opciones propias
para el desarrollo, aun cuando la CEPAL reporta que entre los años 60 al 90
la mayoría de los países de la región lograron elevar la tasa de crecimiento
del PIB de 5,1% a casi 6% dentro de un esquema de ISI y de protección
local a la producción, los resultados de la integración económica regional
fueron bastante limitados en cuanto a la irradiación de beneficios a la
sociedad, quedando insatisfechos los grupos sociales que esperaban no
solo en lo económico, sino también en materia política y social.
Al final de los noventa y primera década del siglo XXI, se registran una
serie de transformaciones políticas, económicas y sociales en América Latina.
En Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y
más recientemente Paraguay se instalan gobiernos progresistas, elegidos
democráticamente, en repuesta al resurgimiento de movimientos sociales
contrarios a las imposiciones de la política económica y de desarrollo
aplicadas durante los noventa. La insatisfacción generada en los sectores
sociales por los escasos beneficios aportados por la integración económica
regional inciden en la no consolidación de acuerdos hemisféricos como el
ALCA y se apuesta por la integración subregional por bloques junto a la

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búsqueda de un nuevo escenario de desarrollo que permita reducir no solo
inequidad, sino también la exclusión, los desequilibrios territoriales y al
aprovechamiento de sus capacidades productivas, tecnológicas y de
innovación para atacar los problemas que aquejan a la región (Linares, 2006).
El resurgimiento y proliferación de bloques subregionales durante los
noventa, junto a las características antes descritas facilitan el establecimiento
de nuevos regionalismos estratégicos en Suramérica durante la década del
2000. En el 2001surge la Alternativa Bolivariana para las Américas y el
Caribe (ALBA) en contraposición al ALCA, con una férrea oposición por
parte de Venezuela a la propuesta hemisférica, y se fortalece la Comunidad
Suramericana de Naciones (CSN) con la Declaración de Cusco en el 2004,
la cual se transforma en la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR)
en el 2008. La búsqueda de una unidad Latinoamericana se da en momentos
que se produce el colapso de la CAN, Venezuela se retira y entra en un
proceso de desvinculación de cinco años a partir del 2006 por finalizar en el
2011. Al mismo tiempo que Venezuela busca su anexión al Mercosur.
Colombia y Perú se adhieren al ALCA al igual que Chile y a un grupo de
gobiernos de Centroamérica, que bajo la figura del CAFTA firman su
incorporación al ALCA, en medio de una falta de consenso entre sus
connacionales, y la oposición de una gran mayoría de países en la región
con las condiciones de negociación y la agenda temática propuesta por el
ALCA.
El clima político para la unidad regional se ve afectado y enrarecido por
posiciones ideológicas entre los países progresistas como Venezuela,
Ecuador, Bolivia, Nicaragua y la posición radicalizada de Colombia a favor
de los Estados Unidos, en defensa de sus intereses político-económicos
internos y de choque-fricción con sus vecinos al facilitar el uso de siete de
sus bases militares por parte del ejército estadounidense con el objeto de
combatir el narcotráfico y terrorismo en la región a juicio de sus
interlocutores, pero visto por sus vecinos como una provocación, amenaza
y control militar sobre los países de Suramérica en particular.
La acción militar de Colombia en la frontera con Ecuador en el 2008, tras la
búsqueda de grupos insurgentes de la Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC) con apoyo de tecnología y fuerzas militares foráneas,
acrecienta la incertidumbre sobre el papel de Colombia en la región y genera
la protesta de la mayoría de los mandatarios regionales, haciendo tambalear
la integración suramericana y la paz en la región (Guerrero, 2009). En
consecuencia la UNASUR se apresura en la invitación a la construcción de

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un Consejo Sudamericano de Defensa a fin de reducir los conflictos y
desconfianza entre los países miembros. Esta propuesta motivada por Brasil,
anterior al conflicto, es retomada y pretende sentar las bases para la
formulación de una política militar común contando con el apoyo de
Argentina, Venezuela, Bolivia y Ecuador, destacando Colombia su falta de
apoyo a tal iniciativa, a pesar de manifestar su deseo de continuar participando
en el grupo de trabajo.
Entre el 2008 y 2009, las relaciones entre Venezuela y Colombia se agudizan,
por divergencias diplomáticas, políticas e ideológicas en relación al uso de
bases militares por efectivos estadounidenses, se produce un distanciamiento
entre ambos gobiernos, afectando el comercio internacional binacional, a
nivel local la realidad fronteriza cotidiana se ve impregnada por la “diplomacia
de micrófono” entre ambos mandatarios, el flujo de personas se ve reducido,
al mismo tiempo que se registra una sensible disminución en el comercio a
ambos lados de frontera, el transporte de carga internacional se ve
severamente afectado, la actividad cambiaria se ve perturbada por los asuntos
fronterizos y nuevos controles de CADIVI en el país, el control militar se
acentúa y las fricciones entre grupos organizados alrededor de las actividades
asociadas al contrabando de extracción de combustible y alimentos produce
choques entre sectores de la población colombiana y los medios policiales
tanto de Venezuela como de Colombia. Las situaciones fronterizas nunca
antes vistas van propiciando fricciones a ambos lado del límite creando
condiciones para la cristalización de un conflicto, fortalecidas por el papel
distorsionador de las grandes cadenas de comunicación privada en los dos
países.
En este escenario de integración latinoamericana, la administración Chávez
apuesta por la construcción de una integración más solidaria, de cooperación
y complementación mediante la propuesta del ALBA anunciada por el primer
mandatario en el 2001. La propuesta se inicia como una idea que va
adquiriendo fuerza y forma luego del apoyo del gobierno de Cuba en el
2005 con la firma de la Declaración de La Habana. En los años subsiguientes
se ha ido transformando de una idea a realidad, y convirtiéndose en una
iniciativa regional fuera del esquema tradicional establecido en las teorías
clásicas del comercio internacional, motorizada por el recurso energético y
priorizando en los aspectos políticos, sociales y culturales, en el
fortalecimiento de una economía social para el aprovechamiento de las
capacidades productivas locales.

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3.   Naturaleza del ALBA (origen, miembros, arquitectura
     institucional)
La propuesta ALBA surge en diciembre de 2001, cuando el Presidente de la
República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, expone “lo que
pudiera llamarse el ALBA, un nuevo camino para la integración” durante su
alocución en la III Cumbre de Mandatarios de la Asociación de Estados del
Caribe en Margarita, Venezuela. Chávez plantea la idea de desarrollar una
estrategia regional opuesta al ALCA indicando “Contra el ALCA, el ALBA”
ratificando así la posición anti-ALCA del gobierno venezolano. Meses antes,
en la Tercera Cumbre de las Américas o Cumbre de Québec, el 22 de abril
de 2001 en Canadá, la delegación de Venezuela había manifestado sus
reservas políticas frente al ALCA, quedando plasmadas en la Declaración
Final de la cumbre en la cual expresan su objeción a limitar la democracia al
carácter representativo y no participativo, y a la fecha para concluir las
negociaciones.2
Es a partir del lanzamiento de la idea del ALBA, que ésta comienza a tomar
forma e impulso. Cuba, a través de su presidente Fidel Castro, manifestó
interés en la novedosa estrategia de unión latinoamericana planteada por su
homólogo Chávez, y solicita a Venezuela los documentos que sustentan la
idea de creación del ALBA para examinar y considerar su posible adhesión.
El mandatario venezolano confiesa que “no había ni un papel escrito” y
solicita a Cuba colaboración para elaborar los primeros documentos sobre
el proyecto ALBA (Cárdenas, 2007).
Entre el 2002 y 2003 no hay mayores avances en el ALBA. Venezuela es
afectada por una serie de problemas internos relacionados con el golpe de
Estado (abril 2002) y el Paro Petrolero (diciembre 2002- enero 2003) lo
que entorpece dicho proceso y argumenta el petitorio de auxilio a Cuba. A
pesar de las vicisitudes domésticas, la Comisión Presidencial Asesora en las
negociaciones del ALCA presenta en el 2003 el documento “Una visión

2.   Reservas de la República Bolivariana de Venezuela en la Declaración de Québec:
•    “La delegación de Venezuela reserva su posición acerca de los párrafos 1 y 6 de la
     Declaración de Québec, por cuanto a juicio de nuestro gobierno la democracia debe ser
     entendida en su sentido mas amplio y no únicamente en su carácter representativo…el
     ejercicio democrático abarca además la participación de los ciudadanos en la toma de
     decisiones y en la gestión del gobierno,…el gobierno de Venezuela hubiese
     preferido…quedase expresamente reflejado el carácter participativo de la democracia”.
•    “La delegación de Venezuela reserva su posición sobre el párrafo 15…y el párrafo 6-A
     del Plan de Acción, …para dar cumplimiento a los compromisos que se deriven de la
     entrada en vigor del ALCA en el año 2005”.

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comparativa entre el ALCA y el ALBA” en el cual se expone y contrasta los
elementos básicos que hacen la diferencia entre ambas propuestas.
Ese mismo año, en septiembre del 2003, el gobierno venezolano divulga un
documento oficial donde se resumen las premisas de la propuesta ALBA
titulado “De la Integración Neoliberal a la Alternativa Bolivariana para
América Latina: Principios Rectores del ALBA” (Chávez, 2003). En este
manuscrito, se exhibe la perspectiva oficial de Venezuela frente el ALCA,
identifica los riegos y amenazas del tratado hemisférico, y expone las
bondades del ALBA, sin ser un plan detallado ni maestro, como una nueva
estrategia de desarrollo y mecanismo para una integración concertada, de
cooperación, solidaridad, complementariedad y ayuda mutua para combatir
tanto la pobreza como la exclusión social. El proyecto se centra en avanzar
hacia niveles de crecimiento y bien vivir colectivo, ajeno a toda influencia
de los organismos internacionales. A juicio de Rinaldi (2006) comienza
entonces a delinearse una agenda latinoamericana de unidad propia, genuina,
endógena que recoge el sentir de la región, ante las luchas por liberarse de
las ataduras impuestas por potencias extranjeras.3
En el 2003, la administración Chávez presenta el documento “Venezuela
frente al ALCA: Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe.
Principios rectores del ALBA” en el cual se presentan por primera vez los
preceptos y razones que sustentan el ALBA. Destacando una abierta oposición
a las reformas de libre mercado por la dificultad en irradiar bienestar
colectivo, a la limitada acción reguladora del Estado frente a la apertura
económica, la cual no es garantía de crecimiento y desarrollo, y la necesidad
de armonizar la relación Estado Mercado bajo condiciones particulares y
contextos específicos. Estos principios se fundamentan en la frase “tanto
Mercado como sea posible y tanto Estado como sea necesario”4 (Chávez,
2003), la cual ilustra el principio básico de la social democracia que debe
prevalecer en la relación idealista entre el Estado y el Mercado.

3.   Ver Sergio, Rinaldi (2006) editor de los discursos de Hugo Chávez desde Brasil, mayo
     1999 hasta en Nueva York, septiembre 2006 y titulado «La Unidad Latinoamericana»,
     Editorial Ocean Sur.
4.   Esta frase fue acuñada por Felipe González durante los noventa, ex-presidente de
     España, del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), dentro de la corriente del
     socialismo democrático o libertario que rompe con los dogmas fundamentales del
     marxismo leninismo.

                                         321
La puesta en práctica de los principios rectores amerita una revisión al rol
del Estado, por uno que dé cabida a la participación ciudadana dentro de los
asuntos públicos y esta a su vez, pueda jugar un papel preponderante en la
búsqueda de mayores niveles de crecimiento y bienestar social colectivo.
Bajo esta premisa, la liberalización del mercado, comercio e inversiones
entre países con rentas desiguales, requiere un nuevo modelo integracionista
en donde se dé prioridad a las opciones culturales, a las formas de ocupación
del territorio, brinde ventajas a la producción interna en resguardo de la
seguridad y soberanía alimentaria, se oriente al tratamiento integral y no
discriminatorio del sector agrícola, a la promoción y desarrollo del aparato
productivo y a la mejora en los servicios públicos, todo esto tendiente a
satisfacer las necesidades esenciales de sus conciudadanos en general, dentro
de un Estado de Derecho pluralista y participativo.
El ALBA se muestra como una estrategia alternativa para el desarrollo dentro
del escenario de la integración regional, coincide con lo que Sunkel (2005:
29) denomina el proceso hacia una nueva fase del desarrollo del capitalismo,
e identifica como “fase sociocéntrica”, dentro de la cual la “sociedad impone
al Estado el conjunto de políticas que se requieren para que la sociedad
satisfaga sus necesidades y aspiraciones, y el Estado gobierne al mercado
para que esas necesidades se satisfagan”. Dentro de esta perspectiva, el
Estado debe controlar el mercado en el contexto de la globalización capitalista,
puesto que es necesario mantenerse interactuando dentro del mercado
internacional, pero al mismo tiempo urge socializar el sistema económico
capitalista, orientando hacia la promoción de una economía socializada.
Dentro del postulado idealista en la relación Estado-Mercado, el ALBA centra
su interés en luchar contra la pobreza y la exclusión social imperante en la
región. Ante lo cual plantea el manejo de los asuntos sociales, culturales,
históricos, económicos y ambientales a partir de razonamientos más sensibles
y socializantes en la relación Estado-Sociedad-Ambiente. Estas razones se
enmarcan en la importancia y respeto a los temas de derechos humanos,
laborales y de género, defensa del ambiente y la integración física, temas
pocos relevantes en el proyecto ALCA (Briceño y Linares, 2004).
El ALBA es innovador en el planteamiento de los Fondos Compensatorios o
de Convergencia Estructural como un mecanismo orientado a reducir las
asimetrías entre los niveles de desarrollo y entre los sectores productivos
existentes en la región. Para la aplicación del Fondo se propone identificar
un trato especial y diferenciado según el nivel de desarrollo del país
participante, brindando especial atención hacia las regiones y sectores más
necesitados (Chávez, 2003). En este sentido Sunkel (1998) destaca que la
asignación de los Fondos de Convergencia Estructural es un tema crítico a

                                     322
seguir para el logro del desarrollo en la región, puesto que la amplia disparidad
en los niveles de desarrollo y la distribución desigual de los costos y
beneficios de la integración, pudieran generar tensión entre los países, las
regiones y los grupos sociales en el interior de cada país.
El Presidente Chávez,5 en continuidad a su postura asumida desde el 2001,
eleva ante la reunión de la ALADI en agosto del 2003 el ideario que perfila
los caminos del ALBA, los cuales se resumen en:

5.   Hugo Chávez. De la Integración Neoliberal a la Alternativa Bolivariana para América
     Latina. Principios rectores del ALBA. ALADI, Montevideo, 16 de Agosto de 2003.

                                         323
El ALBA responde a la concepción integracionista definida por Venezuela en
los objetivos de su política exterior desde 1999,6 cuyas estrategias están
orientadas a:
       • Promover la integración de América Latina y el Caribe para
          abordar los altos niveles de pobreza, desocupación,
          desigualdades sociales y territoriales que afectan a los países
          del área.
       • Consolidar y diversificar las relaciones internacionales dirigidas
          a promover un nuevo mundo multipolar y el fortalecimiento
          del diálogo Sur-Sur.
       • Favorecer y fortalecer las relaciones de Venezuela con los
          sistemas multipolares de cooperación e integración mundial,
          regional y local, con miras a la ampliación de las exportaciones
          no tradicionales hacia otras regiones y países.

En el 2004, luego del triunfo de Chávez en el referendo revocatorio, la
Propuesta ALBA se cristaliza con la Declaración de la Habana en diciembre
de 2004.7 Venezuela y Cuba suscriben el acuerdo para avanzar con pasos
concretos al proceso de integración. Para ello sienta sus bases en los
principios de cooperación y solidaridad, garantizando el intercambio de bienes
y servicios que resulten con más beneficios para las necesidades económicas
y sociales entre ambas partes. En la Declaración Conjunta de los Jefes de
Estado, de la misma fecha, plantea que “…el ALBA no se hará realidad con
criterios mercantilistas ni intereses egoístas de ganancia empresarial o
beneficio nacional en perjuicio de otros pueblos.” Añadiendo que el objetivo
del ALBA se centra en “…la transformación de las sociedades
latinoamericanas, haciéndolas más justas, cultas, participativas y solidarias”.
Los tres fundamentos rectores del ALBA, trazados al inicio de la propuesta,
se amplían hasta constituir los 11 preceptos que orientan el proyecto en la
actualidad (MICE, 2006: 4-6):8

6.   Para mayor información sobre el tema se sugiere revisar los objetivos, estrategias y
     políticas definidos en el Plan de la Nación 2001-2007 y 2007-2013, respectivamente.
7.   Declaración de la Habana: Declaración Conjunta, Disponible en: http://www.cuba.cu/
     gobierno/discursos/2004/esp/d141204e.html , [Consultado, marzo 2006]
8.   El Alba en el Caribe (2006) Documento del Ministerio de Integración y Comercio
     Exterior (MICE) (06 de marzo del 2006. Disponible en http://
     www.alternativabolivariana.org/pdf/alba_mice_es.pdf pp 4-6

                                         324
La iniciativa ALBA se orienta a repensar el proceso de integración en la
América Latina y el Caribe, y plantea la unión de los países de la región,
para constituir un solo bloque económico, político y socio-cultural basado
en los preceptos de solidaridad, equidad, cooperación, complementariedad,
justicia, respeto a la soberanía y autodeterminación de los pueblos, centrado
en el desarrollo humano y social e inspirada en el sueño de la integración
continental propuestas por Bolívar en 1820. Por su fundamento filosófico
esta propuesta se contrapone al modelo de integración influenciado por las
ideas neoliberal impuestas por el “Consenso de Washington” para el logro
de la unidad latinoamericana a través del ALCA (Linares, 2006).
El ALBA se ha transformado de una idea a realidades. Desde la firma de la
Declaración en el 2004 nueve (9) países se han incorporado al ALBA (Ver

                                    325
Mapa 1). Bolivia ingresó en abril del 2006 e introduce el novedoso Tratado
de Comercio de los Pueblos (TCP) subscritos por Cuba y Venezuela.
Nicaragua se adhiere al tratado en enero del 2007 mediante una serie de
acuerdos y convenios. En enero del 2008 el gobierno de la Mancomunidad
de Dominica firma su Adhesión al ALBA. Honduras, país observador solicita
su ingreso en agosto del 2008. Esta adhesión genera expectativas y un
conjunto de críticas por los adversarios al ALBA dada su participación en el
CAFTA y del cual, en palabras del Presidente Manuel Zelaya9, no hay huellas
positivas en el país desde la firma del TLC con los Estados Unidos. En junio
de 2009 ingresa Antigua y Barbuda como miembro pleno al igual que San
Vicente y Las Granadinas, y la República de Ecuador. Haití participa como
observador en tanto Paraguay, Uruguay, San Cristóbal y Nieves en calidad
de países invitados.
Desde su puesta en marcha la cooperación en los múltiples acuerdos del
ALBA se ha centrado en las áreas de:
      • Salud y medicina
      •   Educación
      •   Cultura
      •   Energía
      •   Seguridad y soberanía alimentaría
      •   Industria
      •   Intercambio comercial
      •   Desarrollo rural
      •   Promoción de inversiones públicas y privadas
      •   Agricultura y ganadería
      •   Infraestructura
      •   Turismo
      •   Adiestramiento en el área de recursos humanos
      •   Ciencia y tecnología
      •   Ambiente
      •   Cualquier otra área de común acuerdo a las partes

9.   Con el golpe de Estado en Honduras en junio de 2009 y la deposición de Zelaya en el
     gobierno, los países del ALBA reiteran mantener el acuerdo y el no reconocimiento
     al gobierno de facto, mientras se suspendió de PETROCARIBE. Luego de las elecciones
     presidenciales en noviembre del 2009 donde resultara electo Porfirio Lobo, éste
     descarto adherirse al ALBA. En enero 2010, el congreso de Honduras aprobó el retiro
     del ALBA. La permanencia de Honduras en el acuerdo es más simbólica y en apoyo
     del Grupo ALBA al depuesto presidente Zelaya

                                         326
Diversas cumbres se han producido desde la firma de la Declaración
Fundacional y Acuerdo de Cooperación, Solidaridad e Intercambio entre
Cuba y Venezuela. Entre diciembre del 2004 a junio de 2010 se han celebrado
15 reuniones entre jefes de Estados y Representantes de Gobierno, de las
cuales han sido nueve (9) Cumbres Ordinarias, y seis (6) Cumbres
Extraordinarias del ALBA (Ver Cuadro 3). La Convocatoria a Cumbres no
presentan una periodicidad pre-determinada, por el contrario el llamado a la
reunión o encuentro obedece bien por la solicitud de un nuevo país a
adherirse a la propuesta o por la necesidad de solidarizarse con problemas
de orden político, económico y social-cultural que esté afectando algún
país miembro u observador en la región.

                                    327
328
Cuadro 3. Evolución del ALBA: Cumbres y Declaraciones (2004-2010)
Continuación

                                      329
Cabe destacar, que luego de crear la base fundacional en la I Cumbre, el
Plan Estratégico para la aplicación de la propuesta se desarrolla en la II
Cumbre, Cuba oferta personal, formación y asistencia al área de salud y
educación, en tanto Venezuela desarrolla la actividad de hidrocarburos y
sus derivados, en todas sus áreas en conjunto con Cuba, desde La Habana.
Adicionalmente se despliegan varios proyectos de complementación
económica en las áreas propuestas, ya antes indicadas en el marco de las
distintas Misiones gubernamentales (Barrio Adentro, Milagro, Robinson I y
II, Ribas, Vuelvan Caras, entre otras). En la III Cumbre se adhiere Bolivia e
introduce el Tratado Comercial de los Pueblos (TCP), el cual va
perfeccionando los principios y filosofía que regirán el comercio regional
basado en la complementariedad solidaridad y cooperación para el “vivir
bien” en la VII Cumbre. Nicaragua se incorpora en la IV Cumbre.
A partir de la V Cumbre ordinaria, se consolida la nueva estrategia de
integración regional, muy distinta a las iniciativas económicas establecidas
en el marco de la teoría clásica del comercio internacional y de las relaciones
internacionales. El tema de energía se convierte en el punto central de la
agenda y se apunta a una integración energética en los países de la región.
Se firma el Tratado Energético del ALBA con el objetivo de desarrollar los
ejes fundamentales de acción en Petróleo, Gas, Energía Eléctrica, Energías
Alternativas (Geotermia, Hidroeléctricas, Eólica, Solar, etc), Ahorro de
Energía y se funda la Empresa Grannacional de Energía. En conjunto se
consolida el proceso de Cooperación energética fundamentado en los
esquemas de PETROAMERICA, PETROANDINA, PETROCARIBE y
PETROSUR a fin de garantizar un intercambio favorable, equitativo y justo
entre los pueblos.
Asimismo, se procede a la aprobación de una serie de proyectos
Grannacionales en 12 áreas como son educación, cultura, comercio justo,
finanzas, alimentación, salud, telecomunicaciones, transporte, turismo,
minería, industria, energía, los cuales se remiten para su aprobación a las
comisiones instituidas para tal fin: la Social, Económica, de Inversión y
Finanzas, y Energética.
En el contexto de la V y VI Cumbre se fortalece la institucionalidad del
ALBA con la instalación y funcionamiento periódico de los órganos de
decisión tales como el Consejo de Ministro y el Consejo de Movimientos
Sociales a la cual se adscriben siete comisiones de trabajo: Política, Social,
Economía, Inversión y Finanzas, Energética, Ambiente y Juventud.

                                     330
Posteriormente se une la Mancomunidad de Dominica y se desarrollan una
serie de Cumbres Extraordinarias del ALBA, Honduras ingresa en la III
Cumbre, se designan los directivos del Banco y los Altos Comisionados
presidenciales y la Secretaria Ejecutiva para llevar adelante la institucionalidad
y en la VI Cumbre Extraordinaria se incluye el Consejo Ministerial de
Complementación Económica y el Consejo Ministerial de Mujeres, así como
la constitución de grupos de trabajo sobre los temas en común a desarrollar
de acuerdo a la agenda de trabajo establecida entre las partes. En la VII
Cumbre Ordinaria se adecua la estructura institucional del ALBA-TCP, se
definen los tres consejos ministeriales (Político, Complementación
Económica y Social) así como los comités, comisiones y grupos de trabajos
para tareas específicas (Ver Cuadro 4)
  Cuadro 4: Estructura Institucional del ALBA

                                      331
Ecuador, Antigua y Barbados se incorporan al ALBA-TCP en la VI Cumbre
extraordinaria. Además se registran logros importantes en materia política,
económica y socio-cultural a lo largo de las Cumbres Ordinarias y
Extraordinarias. El ALBA emite Declaraciones de Solidaridad y Apoyo ante
la situación política interna que transitan Bolivia, Ecuador, Nicaragua y
Honduras; expone sus posiciones políticas mediante críticas y preocupación
por la crisis financiera mundial y el capitalismo, condena al bloqueo de
Cuba, rechazo al terrorismo; y propone conformar una nueva Organización
de Estados Latinoamericanos y Caribeños (sin Estados Unidos y Canadá) e
impulsar la UNASUR, Conmemoración del Bicentenario de la Independencia
y ratifica el compromiso con las Declaraciones de las Naciones Unidas
sobre los Derechos de Los Pueblos indígenas, el Programa de Acción Durban
(contra el racismo, xenofobia e intolerancia), y la Declaración de la UNESCO
sobre Diversidad Cultural.
En materia económica se plantea la construcción de una Zona Económica
de Desarrollo Compartido y la creación de una moneda virtual dentro de un
Sistema Unitario de Compensación Regional (SUCRE) acompañado de un
Fondo de Reservas y Convergencia Comercial, además de alianzas
estratégicas del Banco del ALBA con el Banco Iraní-Venezolano y Banco
Desarrollo de Asia Central.
El ALBA desarrolla programas de acción dirigido a cumplir con los fines y
principios de la Alianza entre las partes signatarias, que involucra dos o más
países en beneficio de las mayorías sociales denominado Proyectos
Grannacionales.10 Dentro de este esquema se despliegan las empresas
Grannacionales, en oposición al concepto de empresas transnacionales, las
cuales se orientan a privilegiar la producción de bienes y servicios para la
satisfacción de las necesidades humanas dentro de una nueva lógica de la
unión ALBA y contraria a la reproducción y acumulación del capital. Al
respecto destacan las empresas de Energía, Gas y Petróleo, ALBAMED,
Universidad del ALBA, ALBAXIM, INGEOALBA, de Minería y Metalúrgica,
y en el sector de Hierro y Acero, Cadena de Hoteles ALBA, ALBA educación,
ALBA Cultura y Fondo Cultural del ALBA, Fondo Editorial Educativa,
ALBATEL. El ALBA crea la Brigada Internacional de Ayuda Humanitaria, y
brinda apoyo a Haití participando en la recuperación de dicho país luego del

10.   Ver documentos de la VI Cumbre del ALBA sobre «Conceptualización de Proyecto y
      Empresa Grannacional en el marco del ALBA. Disponible en http://
      www.alianzabolivariana.org/modules.php?name=Content&pa=showpage&pid=2074

                                       332
terremoto, además de ayuda previa en el proceso de alfabetización y
desarrollo agrícola.11
4.    ALBA: Sustento imaginario histórico
La idea del ALBA, como nuevo concepto de integración, surge como una
repuesta política con un alto contenido ideológico fundamentada en los
vínculos históricos, culturales, políticos y sociales que unen a Latinoamérica
y apuntan hacia la construcción de una integración más humana, justa y
solidaria. Desde el discurso de Chávez en Margarita, la idea del ALBA
comienza a sustentarse y construirse a partir de un grueso cuerpo teórico,
a lo largo del camino. Mora García (2007) señala al respecto que el ALBA
tiene sus huellas en la filosofía y teología de la liberación latinoamericana,
particularmente inspirada en el pensamiento de Simón Bolívar manifiesta en
la Carta de Jamaica (1815) y la necesidad de conformar un bloque geopolítico
en América Latina ante el Congreso de Angostura en 1819. La ideología
política de Bolívar por la unidad latinoamericana toma forma en el Congreso
de Panamá (1824) ante la propuesta de crear una Confederación de Estados
Latinoamericanos, partiendo de un pasado común, lengua, raza, tradición,
que permitiera avanzar hacia la transformación social, económico, político,
cultural y militar de los países emancipados (Correa, 2004). El ideario de
Bolívar encuentra receptividad en las propuestas constitucionales de
Francisco de Miranda en los “Planes de Gobierno”, de 1801, y la “Proclama
de Coro”, de 1806, que sientan bases para la integración de América Latina
y el Caribe. Esta corriente de unidad se enriquece con el ideario de Martí y
muchos otros próceres como Hidalgo, Artigas, Monteagudo, José Cecilio
del Valle y Sandino, entre otros destacados pensadores latinoamericanos
contemporáneos.
El extraordinario legado histórico latinoamericano demuestra como próceres
de independencia, muchos de ellos conocidos y otros desconocidos, gestaron
la noción de integración (concebida como una unidad territorial) pero desde
una concepción con sentido más social, cultural y política, muy contraria a
la percepción económica que domina en la actualidad. García, Padrón y
Ortiz (2007) argumentan que la formación intelectual de los principales
precursores del movimiento independentista en América Latina, entre los
que destacan Simón Bolívar, Francisco de Miranda, Simón Rodríguez, José

11.   Para más información sobre los avances en materia de proyectos consultar los
      Convenios, Acuerdos y Tratados firmados en la Cumbres Ordinarias y Extraordinarias
      del   ALBAs.       Disponible      en    http://www.alternativabolivariana.org/
      modules.php?name=Content&pa=showpage&pid=230

                                         333
de San Martin, José Gervasio Artigas, y otros, se forjaron en el pensamiento
del movimiento de la filosofía de la Ilustración de el Barón Montesquieu,
Juan Jacobo Rousseau, Francisco María Voltaire, Dennos Deiderot, John
Locke, y Etienne Bonnet de Condillac, entre otros grandes letrados.
Para García y otros (2007:1) “el proyecto constitucional de Hispanoamérica,
diseñado por Miranda, constituye el antecedente más importante de la
propuesta bolivariana”. Miranda esboza en su propuesta la posibilidad de
constituir una gran unidad territorial iberoamericana. En tanto, Bolívar
durante el Congreso de Panamá (1824) hace énfasis en la unidad de las
repúblicas nacientes dentro de un marco de políticas coherente. En otras
palabras, conformar una unidad integral territorial proyectada en la
Confederación de Naciones Latinoamericanas, su proyecto político visionaba
la necesidad de fundar la Gran Colombia en términos políticos como antes
lo expresa en la Carta de Jamaica (Correa, 2004). La idea de Bolívar de
desarrollar una Hispanoamérica igualitaria y unida para promocionar la paz
y el bienestar mutuo en la región, tanto como para la defensa común contra
las agresiones de los EEUU, se contrapone a la Doctrina Monroe que
aseguraba el predominio y ambiciones expansionistas de los sectores
dominantes de los EEUU (Valencia, 2006a; García y otros, 2007)
El sueño de unidad latinoamericana de Bolívar se ve entorpecido por una
serie de adversidades históricas potenciadas por obstáculos de orden
económico y ambiciones políticas, arrastrados desde la etapa colonial, y
los cuales abonan el camino a la desintegración del proyecto en 1830 (Bello,
Urdaneta, León y Ortiz, 2007). No obstante, otro grupo de líderes regionales
que impulsan el ideal de la unidad latinoamericana persisten en dichos
planteamientos. Cabe destacar, a Bernardo Monteagudo con el planteamiento
de una Federación de estados Hispanoamericanos en 1815; a José Martí
con su trabajo “Nuestra América” publicado en 1891; Augusto César Sandino,
en 1929, con su escrito “La América Latina unida se salvará, desunida,
perecerá” donde recoge el ideal bolivariano de unidad; a José Carlos
Mariátegui (1924) cuando invita a la “unidad de la América Indo-española”;
a Víctor Raúl Haya de La Torre (1924) quien invoca a luchar por la justicia
la unidad de la América Latina; a Ernesto “Che” Guevara cuando solicita a
la América unirse como un todo homogéneo para oponerse a la primacía
capitalista norteamericana en la región; a Salvador Allende cuando en 1971
planteó la necesidad de fortalecer la unidad y lucha de Latinoamérica por un
fin común y colectivo ante los EEUU; y más recientemente a Fidel Castro,
Evo Morales y Hugo Chávez quienes surgen con una nueva visión emergente
de la integración, que trasciende el concepto de desarrollo imperante, para
impulsar una unidad en pro de lo humano y su razón de ser social, y

                                    334
beneficiar a las mayorías históricamente excluidas, el pueblo, lo cual
fundamenta la razón de ser del ALBA.12
El imaginario histórico latinoamericano sustenta la filosofía del ALBA como
proyecto político opuesto al ALCA, al expansionismo de los Estados Unidos
y las políticas neoliberales y mercantilistas que caracterizan la integración
regional en América Latina. Katz (2006) plantea que el ALBA se identifica
como una estrategia defensiva contra el imperialismo particularmente por
las amenazas de EEUU hacia Venezuela. Efectivamente, el ALBA responde
al proyecto político bolivariano que se viene construyendo en Venezuela
desde 1999 con el proceso constituyente que fraguó en una nueva Carta
Magna. Aguilar y Carrillo (2005) exponen que en la Constitución de 1999
ya estaba el germen de oposición al ALCA, puesto que en ella se consagra
los derechos sociales, culturales, económicos, ambientales y se da
reconocimiento a los pueblos indígenas, los derechos políticos y se enuncia
el reconocimiento correspondiente al territorio y demás espacios
geográficos, afianzan la soberanía y autodeterminación de los pueblos. En
tanto que en materia de política exterior la agenda venezolana se ha centrado
en concebir un nuevo escenario geopolítico contraviniendo los intereses de
los EEUU en la región. En este sentido se ha centrado en promover un
mundo multipolar para minimizar en lo posible el poder político de los EEUU
y criticar los avances en las negociaciones del ALCA, tal y como
insistentemente lo señala en los distintos escenarios, utilizando el petróleo
como instrumento para promover la ruptura con la dependencia económica
de los EEUU en la región (Revanales, 2007).
El ALBA se ha transformado en una estrategia de política de Estado para
abordar los aspectos en el orden social, económico, infraestructura,
telecomunicaciones, financiero, energético, ambiental, político territorial,
internacional en la promoción de una unidad latinoamericana. Para los EEUU,
el ALBA representa un instrumento para el expansionismo a escala regional
del proceso bolivariano, socialista y revolucionario impulsado por Venezuela,
que persigue trascender la visión hegemónica y monopolista del libre mercado,
aunado al resurgimiento de nacionalismos progresistas en la región como
en el caso de Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Chile, Nicaragua y Ecuador
generando una coyuntura más favorable para reorientar los procesos de

12.   Para ahondar sobre estas reflexiones se recomienda la lectura del trabajo “Fundamentos
      filosóficos de la nueva integración del sur”. Documento oficial donde se discute
      ampliamente la filosofía de la propuesta venezolana desde un enfoque histórico,
      político y sociocultural que sienta las bases teóricas de la dicha propuesta.

                                           335
integración y de continuidad a la unidad latinoamericana. Para González,
Liendo, Bravo y García (2007:63) el ALBA es “una propuesta liberadora
versus una propuesta de dominación: ALBA versus ALCA” y representa un
desafió a los EEUU por el acercamiento de Venezuela a Cuba, desafiando el
embargo imperialista impuesto a la isla, y al fortalecimiento de esa unión
con la adhesión de nuevos miembros como Bolivia, Nicaragua y Dominica.
El ALBA se asienta en aspectos básicos como son: complementación,
cooperación, solidaridad y respeto a la soberanía de los países. Esta
concepción filosófica para la unidad territorial del ALBA supera el enfoque
economicista de la integración que da prioridad al territorio como espacio
de libre circulación de mercancías y capitales, desconociendo las realidades
políticas, sociales y culturales de los pueblos latinoamericanos e ignorando
los intereses, necesidades y demandas de las naciones. El ALBA promociona
una integración comercial complementaria y de cooperación, no competitiva,
considerando la relación entre medioambiente y desarrollo, asentada en el
respeto por las culturas e identidad de los pueblos y las minorías sociales
históricamente excluidas. Al respecto, Valencia (2006b) plantea que el ALBA
es algo diferente “propone integrar las capacidades humanas junto a las
riquezas territoriales, para satisfacer necedades y necesidades culturales”.
5.   El ALBA dentro de la integración latinoamericana
Una vez evaluada la naturaleza y particularidades internas así como la filosofía
e imaginario histórico de la propuesta, la principal característica a destacar
es el carácter político del ALBA sustentado en una nueva visión o cambio
de enfoque para abordar las relaciones económicas entre los países de la
región que la integran. El ALBA construye una forma distinta de integración
comercial asegurando una complementación productiva a partir de las
ventajas territoriales y aprovechamiento de los recursos con sustentabilidad
ecológica, potenciando la solidaridad y beneficio mutuo entre los pueblos,
la cual se traduce en una ruptura con la visión economicista clásica de la
integración y la cooperación internacional.
Desde esta mirada, urge identificar qué tipo de estrategia regional para la
integración comercial es el ALBA, y sí esta encaja en el contexto de la
nueva ola de regionalismo latinoamericano. El ALBA es una propuesta
innovadora desde su aparición a principios de la década de los 2000, emerge
como un proyecto político desde Venezuela contra la hegemonía de los
Estados Unidos en la región. Desde el 2001, el discurso del gobierno
Venezolano coincide con el afianzamiento de los movimientos sociales
antiglobalización en un “No al ALCA” y la propuesta logra captar el apoyo

                                     336
de grupos sociales organizados a su favor; en particular, a partir de la Cumbre
de Quebec, cuando la delegación Chávez manifiesta públicamente su rechazo
a la política comercial hemisférica de los Estados Unidos y firma con reservas
la Declaración Final de la Cumbre.
Venezuela justifica su postura en la profundización de los problemas
estructurales en la región como resultado de las políticas neoliberales, de
desregulación, liberación y apertura de mercado ante la reducción del rol
del Estado y la privatización de los servicios públicos, lo cual debilitó aun
más el crecimiento económico en Latinoamérica, acompañado del deterioro
del aparato productivo, en los salarios y las condiciones laborales, aumento
de las tasas de desempleo, disminución del sistema de seguridad social, y
marginalidad, entre otros. Con el lanzamiento de la idea del ALBA, Venezuela
promueve el debate sobre la democracia participativa y plural, en distintos
foros multilaterales, exponiendo los riesgos que representan tanto para la
gobernabilidad, la estabilidad y la seguridad de los Estados, la no solución a
los problemas estructurales y coyunturales de la región como la falta de
participación de los grupos sociales en la construcción de las políticas
públicas (Blanco y Linares, 2008).
La administración Chávez eleva el proyecto ALBA a los distintos foros y
encuentros de movimientos sociales captando la atención en particular del
Congreso Bolivariano de los Pueblos, quienes brindan un importante apoyo
a través de diferentes espacios para la discusión entre distintas organizaciones
populares, políticas y sociales que contribuyen con el desarrollo y
fortalecimiento de la propuesta, las cuales se resumen en el documento
“Construyendo el ALBA desde los Pueblos”: Una propuesta de Unidad
para los pueblos de nuestra América. La falta de espacios para la participación
y de organización ciudadana de los movimientos sociales en la región es
capitalizada por el ALBA, promoviendo un nuevo estilo de diplomacia
ciudadana, la cual denomina diplomacia de los pueblos (Blanco y Linares,
2008).
Efectivamente, en la década de los noventa y dos mil la realidad política,
económica y social de la región se ve influenciada por la globalización y la
insurgencia de movimientos sociales, al mismo tiempo que se registran los
efectos de la democratización y el auge de nuevo gobiernos progresistas, el
cambio del papel de la integración regional como estrategia de desarrollo
económico, la insatisfacción con el funcionamiento del régimen multilateral
de comercio, el abandono a las estrategias de la CEPAL, y la multiplicación
de acuerdos comerciales con el resurgimiento y nacimiento de nuevas

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