Algunas consideraciones sobre el proyecto "Volver a la tierra"
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Escuela de Ciencias Políticas Programa de Investigación Geográfico Político Patagónico (011) 4338-0750 pigpp@uca.edu.ar Algunas consideraciones sobre el proyecto “Volver a la tierra” Comisión de Sector Agropecuario del PIGPP Responsable Lic. Alex H. Vallega Buenos Aires, marzo de 2002
Proyecto “Volver a la tierra” · 3 INDICE I. Presentación .................................................................................................................. 2 II. Profundización de la idea “Volver a la Tierra” ............................................................. 3 - Fundamentos de la propiedad ............................................................... 19 - Lo pequeño es hermoso ........................................................................ 22 - Una experiencia más concreta............................................................... 27 III. ¿Qué se está discutiendo en la Argentina? .................................................................... 30 - Breve descripción de la región .............................................................. 30 - Ideas más concretas y patagónicas ........................................................ 33 - Una mirada hacia la economía agropecuaria regional .......................... 34 - El marco económico ............................................................................. 35 - La calidad agroalimentaria: una filosofía económica distinta ................................................................................. 35 - La realidad de la calidad alimentaria .................................. 36 - Una deuda pendiente de los organismos estatales .............. 36 - ¿A dónde es mejor que se destinen los recursos? ............... 36 - ¿En qué falla el INTA? ....................................................... 37 - Producción extensiva – Lana – Ovinos ............................... 37 - Producción intensiva – Fruta fina ....................................... 38 - Producción intensiva ganadera ........................................... 39 IV. ¿Qué se está haciendo en la Argentina? ........................................................................ 40 - Producción extensiva – ganadera ........................................ 40 - Producción intensiva – Fruta fina ....................................... 42 - Algunos ejemplos de cómo se accedió a la tierra ............... 43 - El gobierno impulsa algunas propuestas para los pequeños productores ......................................................................... 44 - El INTA buscando paliar la pobreza rural .......................... 46 V. Proyecto de colonización rural en la Patagonia argentina ............................................ 49 - Misión ................................................................................. 49 - Objetivos ............................................................................. 49 - Situación ............................................................................. 50 - Estado ................................................................................. 51 - Gobierno ............................................................................. 51 - Administración ................................................................... 52 - Sociedad ............................................................................. 52 - Espacio ................................................................................ 53 VI. Conclusiones ................................................................................................................. 56 VII. Bibliografía ................................................................................................................... 58 VIII. Anexos .......................................................................................................................... 61
Proyecto “Volver a la tierra” · 4 I. PRESENTACIÓN Teniendo en cuenta algunas de las conclusiones mencionadas en el informe agropecuario del 2001, se intentará fundamentar los objetivos del presente trabajo sobre la propuesta de “Volver a la Tierra”. Así se intentará crear la conciencia necesaria para trabajar sobre una producción de subsistencia y luego sobre un eventual mercado, fomentando una política regional con respecto a los productos ofrecidos, desarrollando luego “una marca integradora”. En función del objetivo del trabajo, se realizará un análisis de prefactibilidad del Proyecto “Volver a la Tierra”1, para lo cual se desarrollarán las siguientes tareas: - Se continuará recopilando información en cada comarca a través del contacto con los productores e instituciones afines. - Se intentará proporcionar al Proyecto un sustento filosófico, lo que en gran medida inspirará su realización práctica. - Se estudiarán las técnicas de producción agropecuaria sostenibles, viables y que ayuden a humanizar al sector y a la sociedad argentina. Con ese fin se recurrirá a consultar varios centros especializados nacionales e internacionales: FAO, INTA, INDEC, CIESA2, entre otros. - Se realizará un mapa preliminar de las tierras abandonadas o de escaso uso para evaluar su posible incorporación como base de desarrollo del Proyecto. - Se estudiarán y conocerán las experiencias (negativas y positivas) de los campos que han pasado del monocultivo y degradación de la tierra a la búsqueda de nuevas alternativas productivas y ambientalistas. - Se conocerá en forma más concreta las dificultades y beneficios de los créditos otorgados y la presión del panorama financiero o de las exigencias del mercado. 1 En adelante, se usará la palabra “Proyecto”. 2 Centro de Investigación y Enseñanza en Agricultura Sostenible, con sede en El Hoyo, Chubut.
Proyecto “Volver a la tierra” · 5 II. PROFUNDIZACIÓN DE LA IDEA DE “VOLVER A LA TIERRA” "Decir que debemos tener socialismo o capitalismo es como decir que debemos escoger que todos los hombres se recluyan en monasterios y que algunos de ellos posean harenes. Si negara tal alternativa sexual, no habría necesidad de que me llamara monógamo: me contentaría con llamarme hombre". Gilbert K. Chesterton Si existe algún propósito concreto en el proyecto "Volver a la Tierra", es el de tratar de renovar las posibilidades de los argentinos de romper un cerco cultural y económico que vive desde hace mucho tiempo. En este trabajo no se pretende obviar cuestiones principistas sino, más bien, reforzarlas, para que esta aparente disyuntiva transite por caminos distintos, donde la gravitación de la realidad sea la que rescate los principios que han sido olvidados o parecen estar escondidos. En este intento de justificar filosóficamente el Proyecto, se encontrarán varios aspectos culturales e ideológicos que se comparten en la vida cotidiana y que son lo suficientemente antagónicos con los valores católicos como para proponer una renovada propuesta “revolucionaria”. Por eso la cita de Chesterton puede ser útil para esta remozada idea, teniendo muy en claro que ante recetas políticas y económicas existe la realidad insoslayable que enriquece con muchos de sus matices imprevisiblemente humanos y que, desde ya, supera a cualquiera de las ideas que se puedan exponer. En este caso, el avance del Proyecto en la Argentina no escapa a la general de las directivas; y más aún si la pretensión es llevarlo a cabo en la región patagónica. El trabajo puede comenzar y continuar con tres constantes que permanentemente aparecen ante la crisis que atraviesa nuestro país; las mismas son lugares comunes, que suelen escucharse en la tradición cultural nacional como también en los trillados comentarios de estupor de países vecinos y lejanos: "¿cómo puede ser que siendo un país de enormes recursos naturales y humanos suceda?". Apostilla cierta, que aumenta la incomprensión ante la realidad de tener en el país bolsones de pobreza con alarmantes índices de desnutrición o familias enteras pululando entre la basura buscando la comida de cada día. O cómo puede ocurrir que la Argentina tenga zonas de hacinamiento humano, arraigadas en franjas suburbanas, con alta contaminación ambiental donde no sólo la salud física está en permanente peligro, sino también la mental y espiritual, y teniendo a la vez tanta superficie sin habitar o sin siquiera conocer. En esta generalidad quedan flotando dos imágenes -comida y espacio- frutos de una mirada cruda en un lugar de las dimensiones como Argentina, donde existe una región con las características de la Patagonia, en la que en un promedio de 100 hectáreas viven apenas dos personas. Cabe esta reflexión, que aunque sea un lugar común no deja de ser la realidad, especialmente cuando se calcula que cada uno puede llegar tener unas 50 hectáreas, con las cuales, con trabajo y agua, se puede llegar a dar de comer a más de 1.000 personas. Una contradicción que no se supera y que, con razón, no se comprende y menos aún se puede pretender que otros comprendan. Siguiendo en la línea de esta reflexión, otro comentario común se refiere a la carencia en la Argentina de políticos y de políticas coherentes que protejan el interés nacional o que promuevan el Bien Común. Aunque parezcan obviedades de aparente fácil solución, siguen siendo realidades complejas del espectro humano argentino, como la creencia popular que el cambio de fondo se puede dar improvisamente con manifestaciones de protesta o a través del denominado “voto bronca” (ingenuidad política digna del “buen salvaje” de J. J. Rousseau) y con la pretensión que los cambios se den sin costos morales, sociales y espirituales, sobre todo si se
Proyecto “Volver a la tierra” · 6 quiere mantener ciertas pautas de orden y convivencia antes de tener que terminar en una rebelión completa. Sin embargo, es posible avanzar en una transformación de desarrollo sustentable argentino llevando a cabo una revolución ética y espiritual que planteará inmediatamente cuestiones morales y, por lo tanto, prudenciales. Se está así frente a una cuestión íntima, que consiste en aspirar a una revolución en el plano de los valores cotidianos espirituales, pero que se enfrenta con algunas realidades que son un natural y social freno lógico, donde se exige la virtud de la prudencia, donde es válido tratar de hacer y honestamente proponer no sólo lo que se quiere hacer sino lo que se puede hacer. La idiosincrasia del país es peculiar como muchas otras, pero es única: la de la escasez de población en una importante extensión territorial, frente al alarmante hacinamiento humano. La primera de las tantas paradojas que se tiene en la Argentina es que muchas personas no tienen su "propia" tierra, exigencia que puede ir desde un solar de 150 metros cuadrados a varias miles de hectáreas. La segunda paradoja es la ausencia del pan en la mesa diaria, en un país como el nuestro. Esta última frase, demasiado rica en contenido, pide a gritos y exige comida, trabajo y dignidad. Son pasos que están más ligados a la necesidad del alimento espiritual respecto del cual tenemos derechos y deberes. Esta falta de pan sigue con otra paradoja, la del mundo y toda su técnica para consumir. Pero manteniéndonos en el plano nacional, debe decirse que no hay razones para esta omisión, porque realmente no las hay. Aquí es donde viene al caso la frase de Chesterton, junto a todo su pensamiento sobre la propiedad. Y de esto han hablado y escrito socialistas, comunistas, anarquistas, liberales y católicos. Algunas soluciones podrán ser más justas en el plano terrenal y menos en lo espiritual o viceversa; pero la solución general lejos estuvo por acomodarse y ha prevalecido, aunque con diferentes matices, la concepción liberal y modernizante. La Tierra es sinónimo de una parcela para el descanso de los difuntos, o un lugar donde cimentar los negocios inmobiliarios, o tal vez el sustento de los commodities. Todo contable, semi-virtual, muy lejos de la tierra y, por lo tanto, del "humus". Estos aspectos son parte de una cosmovisión y una cultura que fue "echando" a los hombres de la misma, proceso que lleva ya más de 600 años y que en la Argentina, con contradicciones propias, tiene más de un siglo y medio. Hasta aquí, parecería que la intención del Proyecto es proponer la vuelta a la antigüedad. Muy lejos está de eso, aunque es muy claro que cada nación o región (como se observa hoy en el mundo) tendrá en cada caso sus soluciones parciales, muy respetables y “soberanas”, pero que no pretenden una revolución y menos aguardan su éxito. Es un error principalmente teológico y filosófico: la seguridad o la esperanza de la perfección en el mundo no son propias de esta tierra y menos de incumbencia personal, pero sí el de no caer en la omisión por no tener el éxito asegurado en este mundo. La verdadera esperanza personal está en este trabajo de investigación y en la de intentar aportar algunas propuestas y quizás soluciones que de algún modo vayan paliando las paradojas que se tienen y que podrían de algún modo modificar la realidad. En honor a la verdad, esta propuesta no es una revolución -a lo sumo se trata de una reforma en las cuestiones económicas-, pero parte de una revolución espiritual previa (que data, por lo menos, de 2000 años) y, así como son imperfectos los hombres y "perfectos los argentinos", se tratará de llevar adelante una investigación sobre cómo encontrar las herramientas aptas para proponer una vuelta a la Tierra. Más que un debate sobre las posturas o sobre su tenencia, en el caso propio de los argentinos, será una vuelta a las cosas y al "humus". Es como volver a la humildad de las cosas "pequeñas", y es aquí donde estará la revolución cultural. No se tratará de solucionar algunas de las paradojas enunciadas con reformas de la propiedad (con o sin ideología) sino algo más imponente: la vida en torno al trabajo de la tierra y la natural cosmovisión que puede nacer de ella. La investigación no es una suma contable (aunque por obvias razones serán analizadas) de espacios vacíos (tranqueras cerradas), de índice de pobreza, de la comercialización de
Proyecto “Volver a la tierra” · 7 commodities o de bolsas de valores de Chicago o de riquezas cuantiosas; sino en qué consiste la distribución de la tierra o, como decía Chesterton un siglo atrás, simplemente avanzar en el distribucionismo. Tampoco interesa promover la pobreza como la riqueza y, menos aún, aumentar el impulso del consumo, factor dominante de cómo hoy se considera a los hombres, a las instituciones o a los habitantes de un territorio (el Estado Nación). En la sociedad actual, los hombres son todos clientes o potenciales clientes y, cuando se da esa conversión, todo es lícito: el hambre de los demás, las ventajas competitivas, el negocio o la corrupción de una sociedad y de sus ocasionales dirigentes. El “cliente” es un modo de llamar a la gente que participa del mercado, y este tiene aparentemente sus “leyes escritas” pero que no están en el mismo plano que la dignidad de los hombres. Que existan todas estas cosas y más, no quiere decir que son intrínsecamente buenas y que tampoco sus “leyes escritas”, por ser a veces medibles, sean exactas; aunque estén presentadas en muy elegantes libros contables. Pero son como las discusiones respecto a la propiedad entre el colectivismo o el absolutismo. Las infinitas variantes que cada una de las discusiones presentan pueden ser útiles en la medida que sirvan al hombre y puedan cubrir las tres dimensiones que el hombre tiene. En esto es válido señalar lo que Francis Bacon aludía sobre la propiedad, que “es como el estiércol: sólo es buena si se extiende". Esta alusión, aunque metafórica, puede ser muy acorde y tiene mucho sentido con respecto a la situación en nuestro país. En el trabajo pasado se hicieron varias menciones a la importante cantidad de "tranqueras cerradas" que existían sólo en la provincia de Santa Cruz (entre 300 y 400). A un promedio de 10.000 por unidad se puede llegar a 3 o 4 millones de hectáreas sin usar, los últimos datos afirman que son más de 900 los establecimientos cerrados. La respuesta para Bacon podría estar en saber cuántas familias podrían trabajarlas o, mejor dicho, vivirlas. Esta aquí el punto de inflexión de la tesis del trabajo en la propiedad del pequeño productor. Existe en la Argentina la tierra, los recursos y hoy día también la técnica, pero sigue faltando lo más importante: las políticas, y por ende un objetivo final. El camino necesita de un fin para ir solucionando la falta de trabajo y la dignidad de las personas. Pero aquí, como señala G. K. Chesterton, nos encontramos "con la propiedad perdida (la tierra), la cual es mucho más esencial, para toda nuestra concepción, aún más que la idea de libertad como ahora usualmente se la entiende". Este es el punto más complicado para llevar adelante y modificar o intentar hacerlo: la concepción sobre la tierra y su lenta vuelta a ella. Es un cambio cultural; y vencer las generaciones de inculturación que tiene el trabajo de la tierra, hasta el desprestigio que con los años fue teniendo por estar inmersa en una concepción mercantilista y de valores ficticios, a veces ligados a los valores inmobiliarios, de ventas o de estrategias competitivas, que lejos están de lo que representan o pueden “valer”. La tierra y la familia deben ser un todo que lleva en sí mismo una nueva cultura, se complementan por añadidura y tienen una función social por arriba del valor pecuniario que hoy se le acostumbra dar. Este cambio, en la Argentina, es políticamente correcto llevarlo a cabo primero en el campo filosófico práctico y luego en su planteo de rentabilidad contable. La verdadera rentabilidad está dada desde su comienzo, es decir, cuando se hable de la tierra en función del hombre y no de su rentabilidad numérica y contable. Porque vivir en ella, implica ya un desarrollo económico, un crecimiento integral y una dignidad para todos aquellos que de algún modo viven en ella. El choque cultural más furioso se producirá entre aquellos que están acostumbrados a rodearse de las "ventajas" de la sociedad moderna, que son muchas pero injustas, y que no contemplan como principio la distribución de los frutos, a lo sumo como consumo de lo necesario para vivir dignamente, que como se señaló conlleva una filosofía de inequidad. Por eso es importante insistir en el concepto de la "perdida de la propiedad" y aferrarnos a la idea de H. Belloc3 de querer volver a su concepto genuino. Fortificando la idea, su amigo G. K. 3 Belloc, H; “La restauración de la propiedad”.
Proyecto “Volver a la tierra” · 8 Chesterton4 pretendía que se volviese al sentido común de las cosas "de campo, del taller, del artesano, del campesino" dejando la "locura" del trust, del dumping, de las leyes de la oferta y de la demanda, de la sobreproducción, del desempleo y del hambre. Todo esto alternado entre los precios de los “commodities” alimentarios, que valen en la medida que estén dibujados en la pizarra de algún mercado nacional o de ultramar. Aquí o en cualquier parte del mundo esa comida (el trigo) es sana y nutritiva, pero por sobre todo necesaria para el alimento mundial. Sin embargo, su exagerada pretensión de protagonismo en estar cotizando en los “mercados” puede revertir de la misma manera hambreando a millones de personas desde el momento que no coticen. ”El mercado tiene su precio mientras el distribucionismo tiene sus deberes y sus necesidades”. Es un buen momento para que miles de argentinos “puedan rescatar” una nueva cosmovisión, y este trabajo tiene la pretensión de llamar a los sectores medios que creyeron o siguen creyendo en estar mejor, que han confiado tanto en este modelo económico, el cual te ama o te desea en la medida que las personas e instituciones sean previsibles y que los valores sean mensurables; pero, por sobre todo, en la medida que cada uno se mantenga como cliente y que gane algún premio del buen consumidor (por ejemplo las tarjetas “Travel Pass” o “Disco Plus”). El sistema “plástico” asociado con el supermercadismo es difícil de contrarrestar, no sólo en lo económico sino especialmente por la dependencia cultural que provoca en cada persona. Por lo tanto, cuando se habla de la propiedad o de la tierra, se puede insistir en que los miembros del Proyecto fuercen la costumbre de hacer tratos con los pequeños y medianos productores y afines. El Proyecto implica una cooperación entre "el pequeño productor y el pequeño distribuidor, intentando fortalecer una comunidad de hombres y mujeres adeptos al distribucionismo y que lo practiquen en parte, dejando los malabarismos financieros"5. Cuando se suele pensar en la clase media argentina, se puede también profesar que la misma podría encabezar este movimiento de volver a la tierra. Un organismo tan serio como el INTA está trabajando en algo parecido (una política de ayuda y contención) desde hace varios años, de hecho existen ya varios proyectos que apuntan a la ayuda de los productores. Pero sus planes suelen partir de premisas muy ligadas a las concepciones del mercado; directivas coherentes, ya que le resulta difícil no observar a la sociedad sino a través de los ojos del mercado. Compleja y contradictoria situación vive este organismo. Entre sus técnicos capaces y sus planes, sus intenciones son visibles, pero siempre están dirigidas a los productores existentes, pobres, marginados, fruto del mismo sistema que de algún modo comparten. No obstante, esta apreciación se hace descontando la buena predisposición que siempre tuvo y tiene el INTA. Lo que descuida de su buen trabajo es que las mejoras pasan por el cambio de mentalidad que se le debe infundir a los productores y que se trata de transmitir la hidalguía de vivir y ser parte de la tierra. Se trata de que los argentinos que tuvieron o aún tienen otras inquietudes vean a la tierra como un elemento de desarrollo personal y familiar. Esta discordancia teórico-práctica surge porque los argentinos honestos están imbuidos de una concepción de la propiedad de la tierra como exclusivo valor locativo; y el esfuerzo del trabajo en ella aparece como secundario o, a lo sumo, folclórico. Por tal motivo, es significativo que el concepto del distribucionismo deba ser alimentado con publicaciones varias y conferencias que la sustenten y la mejoren. Con relación al mencionado fracaso consumista de varios sectores argentinos y, por otra parte, las sanas posturas que tienen ciertos organismos como el INTA, se puede inferir que estamos ante un buen momento para propiciar algunos de estos cambios y analizar con mayor frialdad las "ventajas" del sistema. El tan fomentado y aplaudido consumo tiene ahora su fuerte recesión (se fue deteriorando desde los años ’70 y especialmente en los últimos meses), cuestión que ha cubierto mentalmente a los argentinos de pies a cabeza casi exclusivamente, sobre todo cuando la sociedad se ha puesto el buen vivir como un objetivo primordial a alcanzar. 4 Chesterton, G. K; “El perfil de la cordura”. 5 Chesterton. Op. cit.
Proyecto “Volver a la tierra” · 9 Desde ya que las expectativas fueron creciendo en la medida en que tuvieron respuesta materiales. Su edificación primero y su decadencia económica después, fueron provocando frustraciones, especialmente cuando el elemento consumista y comercial y su intrínseca esperanza de bienestar eterno, abruptamente fallaron; creando un efecto de frívolo fracaso y una angustia más lógicamente humana cuando se encontraron con ser parte de una decadencia material, aunque los disturbios recientes sean parte de una aridez espiritual colectiva. Curioso es cuando en los "pensadores" o formadores de opinión nos encontramos justo con estos comentarios: “¿Tenemos una moneda nacional que goza de la confianza de los ciudadanos? Otra alternativa es dolarizar”6. Así, según Pedro Pou “estamos retrocediendo en las compras y el proteccionismo y dirigismo harán que los mercados se retraigan y no tengan confianza en nuestro país”, lo cual es alarmante aunque coherente con lo que fueron pregonando todos estos años. También es interesante analizar cómo en Argentina, en estos fervorosos años de adoración al crecimiento y al consumo, se dio al mismo tiempo un aumento de intercambio de recursos a través del trueque7. A este sistema se lo ha institucionalizado, con la ventaja que no está propiamente basado en el pasaje de dinero de uno al otro, sino que lentamente se crearon como los clubes de "canje" que ya son más de mil en el país. Ante la falta de efectivo (cash) los argentinos se las están ingeniando en el intercambio de productos con trabajo y otras actividades que promueven el desarrollo, el crecimiento más integral y más humano: "pues no importa cómo se llame a los mostradores cuando se cambian jamones por pañuelos o cerdos por pianos"8. El estímulo al Proyecto debe principalmente intentar aclarar los principios que empujan a esta actitud distribucionista que tiene a la tierra como principal motor de la misma. No debe tenerse una actitud de “censor” sino, mejor, diseminar la propuesta, alentarla aún sabiendo que existen matices corregibles. Pues con seguridad se irán produciendo adelantos al escuchar las respuestas que la sociedad puede dar, no sólo en los postulados teóricos sino también para aquellos mismos que van involucrándose en este Proyecto, que desde ya es imperfecto y por lo tanto perfeccionable y corregible. Pero que tiene la tranquilidad intelectual y moral de ser más proporcional a la dimensión y medida del hombre. Se puede sugerir que se necesita una tarea de propaganda de por qué es necesario "volver a la tierra", así como diseminar los principios del distribucionismo. De ellos puede concretarse, en algún tiempo, un contorno social distinto y probablemente más integral. Por ello, este trabajo persigue el cumplimiento de una tarea de índole teórico-práctico y del planteo de las condiciones para realizar pruebas modelo del esquema distribucionista en función del proyecto "Volver a la Tierra". La Patagonia resulta ser un lugar ideal para el desarrollo de esta idea, fundamentada sobre la concluyente realidad de la "extensión territorial" y de la "ausencia de trabajo” que existe en ella, donde nuevos argentinos podrían integrar ambos elementos. Este mismo trabajo, que por el momento está en el plano de una simple propuesta de una política distribucionista con una población arraigada en la tierra, debe necesariamente ser difundida para luego debatirse en círculos filosóficos, políticos, económicos y sociales. Por lo tanto, esta intervención académica necesitará de la preparación de una base de datos con información afín, para llevar adelante un acuerdo de medidas prácticas. La investigación de varios ítem que van surgiendo de la consulta sistemática, o de su interrelación con experiencias similares (locales y foráneas) o de los distintos enfoques, deben someterse además a una permanente autocrítica. El trabajo no debe quedar en las simples comparaciones sino que debe pasar a la acción. Por eso, en la búsqueda de fortalecer la política distribucionista, Chesterton propone el siguiente principio: "La Ley, por tanto, debería favorecer la propiedad, y su política debería ser la de 6 La Nación, 20 de enero de 2002. 7 Ver Anexo VII. 8 Chesterton. Op. cit.
Proyecto “Volver a la tierra” · 10 inducir al mayor número posible de personas a convertirse en propietarios"9. Ejemplo que ayuda a trabajar con los dos elementos enunciados anteriormente: extensión y ausencia; donde la tierra en la Patagonia se podrá multiplicar, en lugar de dividir. Desde ya que se trata de una metáfora, pero probablemente por algunas generaciones esto se podrá pensar de este modo como algo posible, sin caer en contra de las leyes del país e instalar el "mayorazgo". Los cálculos aún más pesimistas y codiciosos mencionan que existen tierras suficientes para pensar en una multiplicación de propiedades, de trabajo, de mayor equidad y con miles de familias desarrollándose en "comunidades rurales". Más adelante, se tratará de resolver esta cuestión con la organización e integración de sociedades intermedias, cooperativas, con políticas y con una conducción que insista y persista en plantear que estas colonias rurales apunten a un cambio sustancial de vida y, en su sentido profundo, para que de algún modo modifique las interrelaciones sociales, económicas y por supuesto culturales. Estas pautas brotan del contacto de la tierra y del trabajo que se regenera en la misma. Las actividades comerciales que nazcan o se desarrollen de ella deben tener a la tierra como punto de partida y, por lo tanto, es aquí donde interviene una de las conclusiones de este Proyecto, que considera a la propiedad verdadera en la medida que tenga una función social. La encíclica "Rerum Novarum" del Papa León XIII puede ser el otro pilar de los principios que deben regir en el andamiaje de este Proyecto. Repasando sus palabras, comienza el conocido ejercicio intelectual de la comparación. Y aún más si se la entremezcla con las virtudes de la justicia y la prudencia. Se trata de la repartición de la “propiedad tierra” en la Patagonia, tema que tiene una abultada deuda10. Pese al error histórico de la generación del ´80, si bien respecto a las comunidades indígenas algo se fue reparando, aunque con numerosos matices y con la ayuda de posteriores concesiones de distintos gobiernos o con la satisfacción de conquistas acertadas. De a poco fueron caminando en la senda de tierras propias y compartidas, pero con la impresión de estar siempre sujeto a una concepción muy de "mercado". El INTA mismo ha hecho al respecto interesantes aportes en varios aspectos y en distintos lugares de Neuquén y de Chubut. En este mal llamado “desierto” estará el desafío de una nueva distribución de tierras con la concepción de restablecer la "propiedad" en la profundidad del concepto. El Papa León XIII expresó: ”...si se puede alentar a los trabajadores a la esperanza de que obtendrán una participación en la tierra, el resultado será colmar la brecha existente entre la riqueza y la miseria con lo que los dos órdenes se habrán aproximado". Estas palabras fueron recogidas por muchos hombres, inspiraron al “distribucionismo” de Belloc y Chesterton, y con los años llegaron a la Argentina, aunque sin una explicación profunda y con gran confusión ideológica. Llevarlas a la práctica fue (y es aún) difícil: un camino de fracasos prácticos y algunos éxitos individuales. Este trabajo no pretende destacarse como otra de las tantas teorías sobre comunidades rurales "cerradas", "semi-abiertas", "religiosas" o "ideológicas" que entusiasmen a miles de personas para luego satisfacer sólo necesidades temporarias o paliar eventuales frustraciones. Por el contrario, se es conciente de las dificultades a que están sometidas (y que son parte de la realidad actual) y de las que se irán encontrando a lo largo del Proyecto. Obvia deducción, sabiendo que la imperfección humana no será resuelta con recetas extraordinarias, por más coherentes que parezcan. Este es un intento que puede aparecer en un momento ideal para los argentinos, teniendo en cuenta las condiciones en que están (no sólo coyunturalmente), porque estas condiciones límite están dadas desde hace décadas. Pero, desde ya, esta coyuntura puede ser propicia para llevar adelante este proyecto del retorno a la tierra y todo lo que implique la concepción de su restauración y distribución. 9 Chesterton. Op. cit. 10 En el trabajo anterior se señaló lo referente a las comunidades mapuche y tehuelche, cuando los dirigentes de la generación del 80 se quedaron con millones de hectáreas sin ocuparlas oportunamente.
Proyecto “Volver a la tierra” · 11 Posteriormente, al comenzar los trabajos “in situ” de la Colonia Rural, en un aparente esquema cerrado y muy tradicional de relaciones humanas, vendrá la muy conveniente discusión acerca del rol que jugarán los avances tecnológicos. Ninguno en la teoría, aunque puede que algunos en la práctica. Pero es necesario tener en mente que cualquier aporte técnico debe ser considerado como un medio hacia un fin y, por lo tanto, evaluarlo de ese modo. Porque cuando en definitiva se pretende un cambio cultural, no cualquier medio es útil y bueno a la vez, o que por lo menos lo sea en un contexto de desarrollo integral. Puede que opere como elemento de crecimiento pero no de desarrollo, lo cual es claramente diferente y no está al servicio del Bien Común. Los medios técnicos, u otros, no son valores absolutos. Así también existen ciertas metas que son simplemente pautas de trabajo, que deben tener la libertad de ser modificadas si el Bien Común así lo pide. "Una comunidad rural con perfil orgánico, no tiene nada que ver con una concepción de vida menonita o parecida, pero sí tiene que ver con una visión más cristiana con qué se produce, con cómo se lo produce y finalmente con cómo se lo utiliza”. Se ve así que la preservación del medio ambiente consiste en la consideración que del mismo se tiene: en función del hombre y no viceversa. Se deberán utilizar todos los avances pertinentes para una vida integral y, a ello, agregarle los servicios que se consideren necesarios, aunque es aconsejable que tengan medida y razón. Un ejemplo puede ser el de las comunicaciones en general. Cuando se refiere uno a lo aconsejable, se pretende decir que no se rompa ni corrompa esa cosmovisión que viene del trabajo en la tierra, o lo menos posible. Se refiere a que lo orgánico no debe ser visto como un producto alternativo del mercado (aunque lo sea y una determinada colonia lo aproveche como tal), pero siempre como un medio no absoluto. El fracaso de cosechas o de malas administraciones, puede impulsar a tomar medidas (medios) que, por el mantenimiento de un “temporario” Bien Común, se tengan que modificar, aunque en este caso no se trate de producciones orgánicas. No es el mercado quien designa qué hacer o qué utilizar, sino que la necesidad de la comunidad o de cada uno que la integre sean los que tienen la posibilidad de cambiarlas, para seguir desarrollando la vida integral que gira alrededor de esta "nueva" cosmovisión. Estas comunidades rurales son parte de la sociedad argentina y de su Estado, y por lo tanto estarán en una sana disputa interna y externa, y no es válido adoptar un fundamentalismo de los medios técnicos, sino elevarlos a sus condicionamientos de un recto fin o de preservación del Bien Común. Así señala Chesterton: "no seamos verdaderos distribucionistas en vez de ser simples distribucionistas. Sería tétrico unirse a la larga y titubeante procesión de Verdaderos Cristianos, Verdaderos Socialistas, Verdaderos imperialistas: que ahora están avanzando tristemente hacia futuros amorfos; dispuestos a cambiar cualquier cosa excepto sus nombres…"11. Con respecto a las máquinas, Chesterton sostenía que “había que limitarlas y no abolirlas, por la misma razón antes enunciada por la inferencia que puede haber en sus principios”. Él mismo acude a la historia recordándonos que la esclavitud se dio ya antes de la mecánica industrial. El distribucionismo "elimina el desempleado porque se opone al desempleado”, porque de algún modo quería eliminar los empleados de la tierra y que trabajaran para sí mismos o la familia. Insistía en la extensa distribución de la tierra. “La aventura del más aventurero está en desarrollar un hogar, de lo normal, de la cordura, de lo simple” y no de lo virtual. Debemos restaurar ante esta desesperada situación a la familia, al pequeño taller, al gusto por trabajar la tierra y al estar orgulloso de ser un pequeño productor, concientizándolo de que la hidalguía está en ser parte de ella, como muchas otras actividades que contribuyen en la función social, con el deber de integrar las otras partes desligadas de lo normal y natural. 11 Chesterton. Op. cit.
Proyecto “Volver a la tierra” · 12 "Hacer premeditadamente y bien lo que la venganza hará con pérdida y sin piedad; para ver si sabemos construir un puente que nos lleve de estas resbalosas pendientes a terreno mas libre y firme, sin consentir todavía que nuestra nobilísima nación descienda hasta ese valle de la humillación donde las naciones desaparecen de la historia”. Proclama que puede servir para restaurar la tierra en manos de los argentinos. Es como darle iniciativa, también algo de independencia y protección familiar, o también mayor "libertad". Esto teniendo en cuenta el sistema financiero-consumista en que estamos inmersos. "El trabajo responsable es el modo mejor de darse cuenta de la dignidad de la personalidad humana. Pero la mayoría de nosotros nos hallamos cogidos en la red de la industria y las finanzas, y el mejor modo de escapar a ella parecería ser crear, esto es, emplear el asueto en un esfuerzo creador consciente. Esto significa usualmente el empleo, no sólo de la cabeza sino también de las manos, y la concentración en algunas artes familiares. El objetivo debería ser también hacerse propietario en pequeña escala, es decir los medios de producción. Si no tenemos por lo menos una independencia parcial, será difícil llegar con estos principios a las demás personas". De estas palabras de Chesterton se puede tranquilamente sugerir que aquellos que se deciden por la vuelta a la tierra o desarrollarse en ella, podrán tener esa "libertad" antes enunciada para seguir si lo desean con sus "ocios", como pueden ser sus lecturas o hasta el estudio de investigaciones serias y útiles para la sociedad. La misma tecnología existente (por ejemplo, Internet) ayudaría a acercar las distancias o contribuiría a resolver el supuesto "encierro" de las colonias con el país o con el mundo. En este mismo sentido se ven muchos ejemplos desde los países más desarrollados a los menos. Argentina no es la excepción. En casi todos los casos el esquema es al revés, pasando del "multilaburo" al trabajo de granja propia, casi como parte de una terapia post trabajo (de moda en ciertos circuitos laborales). Praxis que recuerda los intentos del "buen salvaje" del despotismo ilustrado de la reina María Antonieta en los albores de la Revolución Francesa. Como la idea del Proyecto apunta a una concepción diferente, el camino será el contrario: se considerará al autosustento como modelo económico alejado de la euforia consumista. Donde el tiempo vuelva a formar parte natural de las estaciones, de las buenas ganas de cada individuo y de la tan mentada y proclamada "libertad". El autosustento socioeconómico es lo que en política la soberanía. Y lo que se le puede añadir es la soberanía cultural, que consiste en tratar de estar por encima de una cosmovisión, que le permitirá luego seguir el camino inverso. En Francia e Inglaterra, afectados o no por la propaganda de la Liga Distribucionista, se puso en práctica, aún en las ciudades, esta idea de producir en “casa” el propio alimento. Incluso existió cierta difusión a través de talleres que trabajaban con esta modalidad. Algunos escritores lo pusieron en práctica alternándolo con su vocación. También lo propuso el mismo Henry Ford entre sus empleados cuando fomentó que practicaran el cultivo de huertos para paliar la crisis; aunque claramente este consejo venía por otro costal, no dejaba de ser valioso. La gente más pobre de los países industriales (siempre en pequeña medida) "desempolvó algunos genes" de generaciones anteriores que seguramente conservaban algún resabio (y que no habían desaparecido del fuerte proceso de urbanización que habían sufrido sus antepasados en los siglos anteriores) para dedicarse a trabajar parcelas a las que podían acceder. En Estados Unidos, con la depresión del ’30, también se sintió el movimiento de volver a la tierra. "No nos queda otro remedio que volver a la granja", refiriéndose a la "granja familiar". Momento en nada similar al que estamos viviendo, sino por una sola cosa: la crisis del sistema financiero y de confianza en el "mercado". Una vuelta a la granja familiar mejoraría mucho la vida de los argentinos. La proporción probablemente puede ser chica, pero el ejemplo multiplicador será muy notable, sobre todo si se logra que se fundamente en los principios del distribucionismo y en una cosmovisión más humana y espiritual. Para que prevalezca un pensamiento social católico en un sentido distribucionista, este puede ser el momento propicio tanto para la Argentina como para la
Proyecto “Volver a la tierra” · 13 Patagonia. En este sentido, el actual mundialismo, al que no se le escapa con facilidad, propone innumerables alternativas a la Maria Antonieta que se ven a través de fabulosas recetas, apoyos técnicos, prácticas, clases, libros, publicaciones, videos y ensayos de laboratorio. Se impulsa el desarrollo de huertos, pequeños talleres, industrias caseras pero siempre con esquemas de trabajo que caminan en el mismo sentido de siempre: terapias, proyecciones comerciales, rentabilidad, inversiones exorbitantes o compras estériles. A veces recuerda a quienes empiezan a jugar al tenis comprándose toda la ropa y accesorios, antes de tirar una pelota y ver cuál era la sensación de jugar al “deporte blanco”, perdiéndose lo esencial y dejando que lo simple sea lo que entusiasme. En realidad, esa persona partía de una idea que pasaba primero por el consumo del producto que implicaba pertenecer. Parecer antes que realmente ser, casi obviando pasos naturales, creyendo que con la compra de un artículo de una importante firma automáticamente se convertía en un ganador de un torneo. Cosechando victorias virtuales fruto de vivir de la imagen, asunto que para aquellos que están ligados a la tierra no pueden o ignoran "imaginar", tal vez porque saben que nadie cuerdo sale a cosechar sin antes sembrar o regar; y sobre todo con la claridad de no ignorar que hay que esperar solo lo real. El distribucionismo que este trabajo tiene como uno de los sustentos filosóficos, tuvo además entre sus mentores a numerosos hombres entre los católicos de Estados Unidos: H. Agar, R. Borsodi y Mons. C. Ligutti, ellos fueron despertando un sentido rural religioso. También en Canadá se extendió este movimiento en las universidades, incorporando hasta a los pescadores del Atlántico, se siguieron movimientos de extensión cultural que las mismas universidades impulsaron como se publicaron libros. La misma suerte ocurrió en Australia. Aunque todos tuvieron un éxito práctico moderado, sí influyeron en trasladar mejoras sociales a los pedidos de los gremios y etc. El ideal distribucionista también se trasladó a Nueva Zelanda e influyó en la Declaración de Justicia Social. El catolicismo australiano hablaba de la "propiedad del pueblo" y fue una política que se llevó a lo largo y ancho de ese país; si bien tuvo más influencia cultural que práctica, profundizó en la mentalidad del sector rural la cooperación con los pequeños productores. "Lo característico del capitalismo y del mercantilismo, según su procedimiento reciente, es haber predicado en realidad la extensión de los negocios mas que la preservación de las posesiones (…)" Chesterton siguió después con comentarios sobre el comunismo dando ejemplos muy ilustrativos. No hace preferencias con el capitalismo, considerándolos hipócritas o utópicos. Decía: "Se pasa al monopolio que por cierto no es empresa privada. El monopolio no es privado ni emprendedor. Existe para impedir la empresa privada". Quizás inconscientemente en todos estos años, antes de la lectura de lo que muy bien describen Chesterton o Belloc con respecto a las grandes concepciones sobre la propiedad privada, se han ido acercando los argentinos simples hacia variantes más humanas, aunque no menos complicadas, para tratar de llevarlas a la práctica. Simplemente viendo lo que ocurre alrededor, advirtiendo “la soberbia de cómo el capitalismo logra quitarle lo libre y lo emprendedor que tiene la vida en torno de la pequeña propiedad”, que desde ya choca con el colectivismo o el liberalismo. En el fondo, como bien dice Chesterton, en ambos casos son proletarios o esclavos asalariados. La discusión de esta muy interesante disyuntiva no logrará que los argentinos estén mejor, más aún teniendo en cuenta su idiosincrasia y el espacio vacío o mal aprovechado. Y especialmente considerando que estamos en condiciones físicas y naturales de distribuir la tierra a muchos "capitalistas". El Estado puede "intervenir" y predicar una política de favorecer el otorgamiento de pequeñas parcelas de tierra, y esto puede tranquilamente darse en contra de nadie (ideología), sino más vale a favor de los argentinos y de su pequeña soberanía. Son muchos los que podrán pensar cuan imposible sea este ideal, pero existen de por sí ejemplos en el mundo y en el país, que además aún hoy perduran. En el fondo, existe entre los que defienden la gran empresa o la propiedad capitalista un rebajamiento del "campesino" o del "productor", aduciendo que es monótona su vida, que no
Proyecto “Volver a la tierra” · 14 progresa y que está llena de supersticiones, casi como si fuera un resabio de la antigüedad. Donde hay propiedad pequeña, existe la posibilidad de unirse y crear corporaciones y mantener la distribución. En esto debemos estar muy cautos con respecto a la región patagónica, donde las tierras en general son "explotadas" con un concepto bien capitalista al estilo de los latifundios, que por razones de rentabilidad del mercado así se fueron llevando. Curiosamente, los dueños de estos latifundios no son particularmente ricos, merma rentista que en parte nace de la adhesión al esquema del mercado que los fue llevando a ser “pobres” productores de miles de hectáreas. Otra paradoja que tienen los argentinos que ir resolviendo. En Europa, con propiedades de por sí mas chicas y con una cultura algo más corporativa, con vecinos seculares, se desarrolló en forma distinta12. Igualmente, como se ve en algunos valles de la Patagonia donde las propiedades son menores en extensión y por ende un tanto mas vecinas, fueron sucumbiendo en su rentabilidad por su persistencia con los conceptos del mercado y conjuntamente el estilo de vida cotidiana. Sobre todo, en este último ítem, se fue originando ese sentimiento de fracaso en casi todos los productores -pequeños y medianos-, problemática que se agravó cuando las cooperativas dejaron de funcionar eficientemente o, mejor dicho, desaparecieron las pautas de solidaridad. Es válido recordar a Chesterton en este tema de las cooperativas cuando hace un silogismo con respecto a un "arco", recordando la igualdad de presión que hacen las piedras en el mismo, con la visible ventaja armoniosa que finalmente termina siendo. Ese mismo “arco” puede estar compuesto por los pequeños productores patagónicos, aunque en rigor de la verdad (realidad), con la sociedad argentina atomizada e individualista como hoy está, es dificultoso pensar en un proyecto común y es quimérico poder creerlo. Pero el camino está en la profunda interrelación entre los pequeños y la comunidad (el arco) para luego ambicionar una cierta independencia y dignidad. Años de convivencia con las desigualdades y esa impaciencia de vender o comprar a la que los argentinos se han ido acostumbrando serán otros de los escollos a vencer. En esto, las pequeñas propiedades, productoras o distribuidoras, saben lo que significa la falta de equilibrio. La balanza está inclinada siempre en el mismo sentido: es difícil ver a los “pequeños” devorarse a los “grandes”. El Proyecto intenta tomar el camino inverso: primero, buscar un correcto criterio de distribuir aquellas propiedades alineadas a la simpatía del mercado (es decir, los que no pueden o no quieren ver mas allá de su rentabilidad), y luego proteger al pequeño productor que viviría en esa tierra. ¿Cómo? Haciendo que se sienta arriba de la propiedad, partiendo de un enfoque cultural distinto, donde podrá ver a su vecino -prójimo- con ojos distintos: de comunidad y no de competidor. Situación que difícilmente suscitará en su vecino comprarle su tierra, porque es un símil, en extensión de tierra, en objetivos, en ciertos hábitos morales, culturales y desistirá en mayor medida al esquema de la codicia que tiene en sí el “mercado”. “Porque no se trata de amontonar tierras, para tener la gran propiedad con empleados, sino de tener esa misma tierra distribuida entre tantos pequeños propietarios con el honor de trabajarla y no de prostituirla”, decía Chesterton. Es aquí donde también vale la pena hacer un análisis de lo que hoy está pasando en la Argentina. La confianza casi excluyente que se tiene al sistema financiero, dando y tomando créditos con el patriótico respaldo de la dolarización de la economía local. La falsa creencia del “uno a uno”, o peor, las ataduras a esquemas virtuales, a las que nada y a nadie le importa si los bienes no se producen en el país o si todo se importa, como si el sistema y su mano invisible tuviesen fondos económicos genuinos para mantener siempre una economía de desarrollo. El quiebre de un país o de un gran propietario arrastra a demasiados empleados, a los mismos que conscientemente e inconscientemente creyeron y se valieron del sistema muchas veces con aventura, pero como si el riesgo de las finanzas no se pareciera en mucho a la ruleta. 12 Schumacher, E. F; “Lo pequeño es hermoso”.
Proyecto “Volver a la tierra” · 15 “Algunos ganan y otros pierden”, parece ser la verdadera ley económica de este sistema. Pero en verdad que es difícil pretender en la ingenuidad colectiva que pudo haber habido en estos años, sino más vale es lícito pensar en una complicidad conveniente hasta que dure el encanto de las finanzas. Hoy en la Argentina estamos viviendo esta situación: la disfrazada inocencia de creer ser parte del primer mundo y de todo lo que eso implica, sobre todo del beneficio de los derechos, apoyándose en la idea de que “el rico siempre será lo suficientemente rico para pagar los salarios al pobre, y la de que el pobre será siempre bastante pobre para querer ser asalariado". Pero no hay que olvidarse que los reclamos son individuales, y la soledad es infinita ante el anonimato y la fuerza de los pocos poderosos. Pero es ingenuamente hipócrita levantar banderas de confianza a un país y revindicar como gesto patriótico haber tomado en un momento dado un crédito o un débito en dólares para construir una vivienda. Estos paradigmas que se están viviendo son un verdadero síntoma de que nadie piensa claramente en el Bien Común. Pero estas son las pautas del mundo actual, con este esquema se incorporan nuevos soñadores y se desechan los que fracasan, dejando a varios millones en la más pura marginación. Se ve como el costo del sueño es caro espiritualmente, y más caro se hace cuando no se tienen ni los “beneficios” del consumo. La pujanza cultural del sistema logra con impresionante fuerza que el hombre marginado no se quiera “sacar la ropa” del mismo que lo acaba de expulsar, más vale persiste en su intento de querer recuperar su “status” de consumidor. En algunos casos lo logra, siendo después este un ejemplo para el sistema, el cual lo mostrará como un resucitado exitoso, y el mismo podrá escribir un “best seller” que hable de la autoestima. Estima que ha perdido, por no ser lo suficientemente "creyente" en seguir al sistema hasta el fondo (quién sabe cuál). Pautas de vida que lejos están de ser fundamentales, pero que se contradicen con las que parecen ser hoy residuales como las de la dignidad que puede dar el trabajo. Actualmente, con índices de desocupación muy altos, puede observarse que muchos argentinos se han quitado por fin la venda de la “bonanza”, aunque todavía no la de la indiferencia y aún no pueden las cosas simples, lo que es pequeño pero desde ya más humano. El sistema del mercado capitalista tiene sus pequeñas contradicciones, sobre todo cuando pretende paradójicamente que los empleados sean también muy buenos clientes. Esta incongruencia comienza a hacerse visible cuando por alguna dificultad el capitalista decide hacer sus recortes presupuestarios reduciendo los salarios. Sirve por lo tanto en esta paradoja recordar a G. K. Chesterton cuando acuñó las siguientes palabras sobre los capitalistas “que quieren que el mismo hombre sea rico y pobre a la vez” ampliando la idea con un ejemplo de la novela de “Robinson Crusoe” y su relación con su leal “Viernes” (interpretar las pretensiones que tendría un amo con su empleado, aún estando solos en una isla perdida del Pacífico). La rebaja de los salarios es lo que se está viviendo en la Argentina; la ciudad y los que viven en ella comenzaron desde hace ya mucho tiempo a perder los “beneficios” de habitar en ella, con los salarios reducidos y el desempleo se van destruyendo unos cuantos mitos burgueses y la confianza. En la actualidad se observa como influyeron tantas décadas de aridez espiritual en la pérdida de confianza que sufren los argentinos, aunque a pesar de todo, se persista en la constante errónea mirada consumista y exitista de la realidad. Este culto al éxito que se respira es claramente de concepción filosófica calvinista y ha logrado que la vida pase por unas cuantas variantes económicas sin que se ponga el acento en desarrollar las otras características del hombre. Ante ello no es adecuado volver a recrear la vida de los siglos medievales pero si es oportuno terminar con algunos de los mitos del consumo y del mercado porque ello ayudará a que las frustraciones sean menores. La simpleza de la vida de campo y de la pequeña propiedad, demanda un natural escaso consumo y nos es producto del atraso, como generalmente se lo quiere caracterizar o de la falta de inquietudes, sino porque vale prima la idea de que la mayor riqueza está en la alegría de saber vivir con poco. En el siglo XXI, a excepción de que se produzca una catástrofe, los cimientos de
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