CRITICA DEL TRABAJO (ASALARIADO)
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CRITICA DEL TRABAJO (ASALARIADO) Por Mar Traful Ante todo hay que decir que la crítica al trabajo no puede desarrollarse en abstracto y fuera de la historia porque el trabajo tiene siempre una forma determinada en la que se concreta. La crítica, pues, va dirigida no contra toda actividad humana ni contra los asalariados sino contra el trabajo asalariado (y el paro que es su otra cara), es decir, contra la forma histórica adoptada hoy por el trabajo. La canción que hoy nos venden a toda hora dice así: "El trabajo es un bien escaso a causa del desarrollo de las nuevas tecnologías, por lo que el paro se ha convertido en el problema principal de nuestras sociedades". Y ciertamente los datos son bastante impresionantes. Por ejemplo, en España, hemos pasado de unos cientos de miles de parados en 1970 a casi 4 millones en 1994. Se afirma que en los próximos años en Europa tan solo el 2% de la población activa estará empleada en la industria, etc. Y junto a estos datos objetivos se podrían añadir otros muchos más. Muchos han empezado a hablar de que se inicia una nueva era, de Fin del Trabajo, de la llegada de la Sociedad del Ocio...pero de momento lo único que ha llegado es la precarización cada vez más generalizada. Es engañoso hablar, por tanto, de Fin del Trabajo porque implica concebirlo como un bien escaso y es falso que así sea. Ni es un bien ni escasea en realidad. Lo que sí es cierto, y hasta la izquierda (¿qué es esto?) lo ha comprendido es que jamás volverá el pleno empleo. Pero esto no tiene porque ser necesariamente algo negativo. Hay que discutirlo. En el nuevo escenario en que se sitúa la crítica del trabajo que denominaremos 'la metrópoli' o 'sociedad del control y la comunicación' (en contraposición a la 'sociedad fábrica' de los años 60) las modificaciones en el estatuto del trabajo suponen por una parte que el trabajo termodinámico entendido como fuerza está siendo sustituido por la introducción de las nuevas máquinas (robótica) al mismo tiempo que gran parte del trabajo mental vivo es sustituido por el trabajo mental mecanizado (software). Pero de forma paradójica, a este proceso de sustitución de trabajo vivo asalariado por tecnología, se incorporan en la esfera productiva todas las actividades que en la época fordista (años 60) se consideraban 'tiempo libre o de ocio'. Cada instante de nuestra vida se hace productivo para la valorización capitalista. Todos producimos (parados y empleados) en el espacio-tiempo interactivo del capital. La producción de mercancías (de objetos o símbolos) desaparece como actividad específica y separada del resto de la sociedad . Es la sociedad
entera la que produce a través de esta nueva forma del trabajo: el trabajo abstracto (la comunicación, el software, la publicidad, el diseño y el leguaje humano en la base de todo ello). El trabajo abstracto (o trabajo complejo) en este espacio interactivo del capital produce hasta la propia subjetividad de la gente, la propia sociedad. Un tópico: el parado ante la televisión también trabaja. El ejemplo Benetton es muy ilustrativo: a través de las encuestas, el marketing, se produce una subjetividad en torno a la marca Benetton para luego producir una mercancía. Hay una continua invitación por parte del poder a que se participe en campañas ciudadanas a formar parte de una idea de ciudad (las olimpiadas del 92 en Barcelona fueron un ejemplo con la creación del voluntario olímpico que se prolonga hasta hoy con el voluntario cívico). También se observa un cambio de orientación en la publicidad dirigida no ya a las 'masas' sino al ciudadano singular ofreciendo una diversidad en las ofertas de consumo para que cada cual se construya su propio estilo de vida. El resultado de esta huida hacia delante de la forma capitalista es que la ley del valor se impone únicamente como puro dominio. Más en concreto, no es posible hacer depender el salario de la cantidad de trabajo realizado, pero se oculta esta desvinculación Esta lógica de la transformación técnico- económica muestra claramente que estamos ante una verdadera crisis de la sociedad salarial, o sea, de la sociedad capitalista: Paro creciente estructural e irreversible e intensificación de la explotación en el marco de una flexibilización laboral extrema. Las modificaciones en el estatuto del trabajo, que incluyen la relación entre trabajo y no-trabajo (paro, precariedad) suponen, asimismo, que el trabajo ha dejado de tener ese carácter central que tenía en la época fordista cuando fábrica y sociedad no coincidían. Entonces el trabajo significaba: para el capital la fuente de valorización; para el obrero, en tanto que subjetividad antagonista expresada en múltiples formas de rechazo del trabajo (huelga, absentismo, sabotaje,...), el punto de arranque del contrapoder. La fábrica era el lugar donde se producía el punto de vista sobre la sociedad. El viejo trabajo fordista constitutivo de un sujeto político con capacidad para transformar la sociedad se ha venido abajo como un castillo de naipes. El sujeto es un sujeto sujetado. Ahora el trabajo y su otra cara el paro son los mecanismos de producción de miedo a ser excluidos. El trabajo se contempla únicamente como un medio para obtener el dinero y salir de la precariedad. La desarticulación de la clase obrera que supuso la reestructuración capitalista de los años 60-70 debe ser un punto de partida para buscar nuevas herramientas de lucha. En el posfordismo, las cosas han cambiado. En la nueva versión del trabajo, sin dejar de ser lo que siempre ha sido (trabajo viene del latín 'tripalium': Crítica del trabajo (asalariado) -Mar Traful-
instrumento de tortura asociado a los términos sufrimiento, dolor, pena), el trabajo a pasado a formar parte de lo que llamamos formas de vida en el espacio-tiempo ocupado por el capital. Es decir, cuando todo el tiempo de nuestra existencia es productivo, el trabajo ha dejado de tener sentido para nosotros. Esta parece ser la paradoja en la que transcurre nuestra existencia: en la máxima , 'Somos lo que podemos y podemos lo que somos' parece abrirse un hiato. 'Somos' potencia colectiva, cooperación social, intelecto general,... y sin embargo, no 'podemos' liberar esa potencialidad para crear relaciones libres. Las relaciones de poder capitalista se han colocado en el centro de nuestro inconsciente colectivo. El propio capital se ha encargado de restituir el viejo sentido del trabajo, instrumento de tortura y sujeción política, aunque ahora intenten vendérnoslo como bien escaso. Este desplazamiento del trabajo hacia lo residual deja paso a un nuevo ídolo que se coloca en el centro de las relaciones sociales: el dinero. Monetarización general de todas las relaciones y mercantilización absoluta. Todo ello unido a la no necesidad de trabajo humano en multitud de actividades ligadas al ciclo productivo origina, entre otras cosas que el salario en sus varias modalidades (salario del empleado, subsidio de paro, renta mínima de reinserción) se convierta en 'salario del miedo': remuneración a cambio de orden, de un uso adecuado, funcional (trabajo, formación, civismo). El capital nos somete a un doble vínculo: ser trabajadores sin trabajo y por otra parte nos impone políticamente la ley del valor (solo se puede intercambiar salario por trabajo). Para salir de este espacio del miedo son varias las propuestas que se han formulado en torno a una renta básica universal. Una primera conclusión por tanto que permitiría introducir la cuestión de la 'renta garantizada', estriba en considerar que esta mutación en el estatuto del trabajo exige reformular la propuesta paradigmática del 'rechazo del trabajo' (cuando el trabajo ha dejado de ser lo que era, ¿cómo vamos a resistirnos a algo que el propio capital está suprimiendo?) en favor de otras figuras políticas de resistencia que impliquen fundamentalmente la reapropiación directa de la riqueza entendida como la recuperación de espacios-tiempos de vida, fisuras que se abren y se cierran. No obstante en el debate sobre el trabajo y la renta, el espectro de propuestas es variado y contradictorio. En un primer bloque situaremos algunas de las más relevantes entre las 'posibilistas' o 'alternativas', respetuosas por lo general con las reglas de juego que regulan la esfera macro y microeconómica, cuyo denominador común radica en el propósito de atenuar las consecuencias generadas por la dualización social producto del cambio tecnológico-político. Crítica del trabajo (asalariado) -Mar Traful-
Yendo un poco más allá, en alguno casos (A.Gorz, K.Offe) presuponen que el desarrollo de algunos de los sectores desmercantilizados, acabará por transformar la organización capitalista de la sociedad (versión socialdemócrata de fin de siglo). Distinguiremos escuetamente: a) En el contexto de la redistribución del trabajo concibe que el trabajo es condición necesaria para la obtención del complemento económico) instaurar un contrato social renovable que permita percibir una remuneración, 'segundo cheque', como compensación por la disminución en los ingresos a causa de la reducción en horas de trabajo. b) Derecho a una 'renta básica', modesta sin contrapartidas (obligaciones) como compensación por haber renunciado voluntariamente a concurrir en el mercado de trabajo. c) 'Renta básica' garantizada para todo excluido calculada a partir de las posibilidades que ofrece el PIB (producto interior bruto). Todas estas alternativas globales que se ofrecen como solución -o por lo menos, aquellas que pretenden tener una orientación progresista- descansan sobre la hipótesis de que la sociedad capitalista será superada cuando las relaciones sociales de cooperación y de intercambio no mercantiles predominen sobre las relaciones de producción capitalista. Pero este escenario en el que el capital se suicida a si mismo es difícil de creer cuando se sabe que el límite del capital al ser inmanente a él mismo puede ser siempre desplazado hacia delante. Hay otro escenario posible aunque bastante menos idílico: el del campo de concentración. La sociedad basada en tres zonas diferenciadas: la zona blanca (junto a los Jefes: la vida está asegurada de aceptar el horror); la zona gris (la vida precaria en los intersticios); la zona negra (exterminación por exclusión). Por último, desde una óptica bien distinta, estaría el bloque de propuestas que se enmarcan en la perspectiva impúdica (inmodesta, provocativa,...): 'dinero gratis', sinónimo de renta a cambio de nada. Metáfora de crítica de la política que incita a romper el cerco del TODO capital, sin aspirar a transformar globalmente la sociedad ni buscar interlocutor institucional alguno. Dicho de otro modo, cuando el conjunto de las relaciones sociales está monetarizado, apostar por el dinero sin ofrecer nada a cambio (la nada es el lugar de la enunciación, el 'no lugar') distorsiona sin duda plenamente el circuito de la comunicación (pilar básico del posfordismo) haciéndola imposible. Invención, quebrantamiento de las reglas del juego impuestas de lo que ya tenemos algunos indicios. Liberación de espacios, insumisión, formas de cooperación difusas, puestas en común de saberes telemáticos, proliferación de eslogans ('que reviente la economía'), etc. Crítica del trabajo (asalariado) -Mar Traful-
Por tanto, el 'dinero gratis' no pretende ser ninguna 'alternativa'. Es un uso del lenguaje con una carga simbólica de subversión que se deberá materializar. No es posible ni imposible. Se sitúa en el centro del espacio del miedo para desplazarlo con la alegría del querer vivir. Una de las formas en que se ha materializado durante estos últimos años ha sido los espacios okupados. Es por ello que cuando todo nuestro tiempo de vida esta subsumido en la esfera productiva del capital quizá lo que nos quede sea el espacio. Con la desaparición del sujeto político (desarticulación de la clase obrera) y con él las formas anteriores de mediación entre capital- trabajo (los partidos y sindicatos ya no pueden representar la complejidad social), el Poder pone el derecho (legalidad/ilegalidad) en el centro de la actividad social. El Estado aparece cada vez más como un estado policial. La Okupación al interrumpir el orden utilizando el espacio como palanca abre brechas en la otra cara del Estado: la democracia parlamentaria productora del ciudadano participativo. La Okupación no es un objetivo, es un rechazo a lo que no queremos: el tiempo de trabajo. Okupamos para experimentar la libertad. El/la que okupa, pone su libertad en el centro y la colectiviza: crea otro mundo distinto. La relación con el poder de una okupación no se da como relación de fuerzas sino como relación entre mundos (formas de vida). Estos mundos que se crean en la okupación son como el agua que se infiltra en el espacio-tiempo para abrir grietas. No solo okupamos por necesidades (vivienda, luz,...) también, y por encima de todo, por deseos de vivir otra socialidad. Hay pues dos niveles: sobrevivencia y producción de subjetividad política. La okupación es un proceso material de relaciones comunitarias donde la moral del trabajo queda desplazada. Crítica del trabajo (asalariado) -Mar Traful-
El paro, industria cultural Paro-Industria El paro puede contemplarse como una industria, una poderosa maquinaria para el movimiento y la acumulación de capitales , no sólo por los beneficios que produce induciendo el abaratamiento de los salarios, fiel aún a su clásica función como ejército de reserva, sino más aún como mercancía cultural que moviliza a miles de trabajadores en las tareas de formación ocupacional, estudios dependientes de los fondos de cohesión europeos, prospecciones de mercado laboral, técnicas de inserción, empresas de trabajo temporal, etc. El paro se convierte así en instrumento de las nuevas ideologías del trabajo que encauzan los miedos que la propia amenaza del paro produce. Una empresa de trabajo temporal dependiente de una conocidísima entidad bancaria catalana, ha conseguido facturar en el último año, después de sólo tres de funcionamiento, lo mismo que la Danone. En las escuelas y los institutos la arcaica Formación del Espíritu Nacional ha sido sustituida por la tecnología para el trabajo, la búsqueda de empleo y la orientación laboral. Las universidades han dado paso a nuevas profesiones destinadas al control (asistencia) social y la formación ocupacional. La carrera profesional se estimula desde los ministerios por medio de los reales decretos de cualificación profesional, etc... El paro sigue siendo el "acobardador" de los trabajadores, pero además hoy que, tras la derrota del movimiento obrero, estamos viviendo en una patética sociedad de trabajadores sin trabajo, el paro es sobre todo la herramienta de control social a través de la cual el capital nos indica todos los caminos posibles. A saber: la obediencia, la resignación, la sumisión o la muerte. Ya ni lugar deja a la tristeza, donde el pálpito de la vida podría aún marcar las huellas humeantes de su latido. Hoy socialmente la tristeza es sinónimo de muerte. El concepto de explotación es cada día más difuso. En el terreno puramente simbólico parece como si todos hubiéramos aceptado el papel de "explotadores frustrados". El problema no consiste en si el sueldo de un locutor líder de audiencia es una aberración con la que se soborna a quien cumple un servicio impagable para la reproducción del orden, sino en cómo conseguir ese micrófono o la cintura de "Rivaldinho", el cuerpo de una top-model o la "suerte" del que "le ha tocado" la bono-loto. La carrera profesional se dirige hacia la búsqueda del micrófono y no llegar a conseguirlo es simplemente una falta de velocidad en los últimos metros o un déficit en la suerte para "ser tocado". Crítica del trabajo (asalariado) -Mar Traful-
El Cid asusta a los moros Apoyados en la "ideología de los recursos humanos", que apareció como doble respuesta para hacer frente a la crisis económica además de para superar la crisis del trabajo, y a pesar de esa magnífica maquinaria de exterminio, de esa "ideología de los triunfadores", que es el invento de la carrera de competencias, incluso a pesar de la persistencia de los datos de la encuesta de población activa en los últimos 20 años, nuestros políticos se ven obligados al discurso hipócrita y siguen empeñados en vendernos el paro como una lacra transitoria de la que vamos a salir tras la aplicación de las correctas medidas económicas, al módico precio de un pequeño esfuerzo que pasa por la precarieda misma. Algo así como, "al pleno empleo por la precariedad laboral" , lo que por otra parte no hace sino mostrar lo anticuado de su look ideológico en esta materia, en la que se remontan, no ya 20 años, sino hasta los fisiócratas y sus robinsonadas. Si las leyes de pobres fueron abolidas para que las personas aceptaran trabajar por la misma hogaza de pan que la abolición de las "poor law" les quitaban; si la ética del trabajo tuvo, entonces, que imponerse con la amenaza del hambre; hoy se utiliza la amenaza de la muerte social del desaliento excluyente, para sostener la misma ética cabalgando muerta sobre las espaldas de los trabajadores y asustando a los sin trabajo como el Cid sobre Babieca cuentan que asustaba moros. El caso es, y nos alegramos mucho de ello, que todos sabemos que el pleno empleo ha desaparecido del orbe de nuestras posibilidades y, lo que es mejor, de nuestras expectativas. Sabemos que sólo el 25% de la población activa es imprescindible para mantener los índices de crecimiento, mientras estos sean "sostenibles", y que con otro 25% pululando en una precariedad más o menos esperanzada, el consumo se mantiene hipotecando vidas al por mayor, y las elecciones podrán seguir dando una cobertura legitimadora a un sistema que, por lo demás, ya ha demostrado sobradamente que no necesita para imponerse de legitimación alguna. El salario social puede institucionalizarse en forma de trabajo basura. En vez de una renta incondicional de ciudadanía, nuestros políticos están preparando "la plena precariedad del pleno empleo". Hoy están montando una forma de asistencia social al paro consistente en un simple secuestro del tiempo de vida, un tiempo para la humillación y el control a través de un trabajo claramente inútil, que será la única manera de conseguir la hogaza de pan para quien no sabe ganársela en la "justa competición" hacia ese 25% de los currantes necesarios. Crítica del trabajo (asalariado) -Mar Traful-
Robinson quiere subir al podio Cuentan que desde el movimiento obrero quisieron asaltarse los cielos, pero lo cierto es que, hoy, sólo aspiramos a llegar al puesto de trabajo antes que nuestros competidores. Más que nada por una simple cuestión estética la carrera y no es cruenta como en los viejos colonos del antiguo Oeste Americano. El ministro Arenas lo dejó muy claro con una terrible frase cargada tanto de valores reaccionarios como de comedida sensatez: "Ningún trabajador será viejo para el mercado de trabajo si está preparado y cualquier trabajador será un viejo si no está preparado." He aquí la última robinsonada que en una sola frase da por supuesta, tanto la soledad a que nos han arrojado tras la derrota del movimiento obrero como nuestra humillante obligación de prepararnos constantemente para mejorar los intereses de las empresas en el mercado y la incruenta (de momento) carnicería que nos enfrenta a unos con otros por la búsqueda de empleo; eso por no hablar de la consideración de la palabra "viejo" que subyace en la frase. Como decían unos amigos: "Hay que ser joven y dinámico, pertrecharse una sonrisa de oreja a oreja hasta querer mear y no echar gota." La frasecita del ministro pretende una movilización general de las fuerzas y energías de los parados para competir entre sí (se nos han adelantado los señores del mando) que será premiada con la humillante paga de un salario social condicionado al ejercicio de cualquier imbecilidad. La cooperación social se produce compitiendo, y desde aquí plantearse una lógica de la liberación, a partir de la unión de las fuerzas de los que las emplean para hacerse la guerra entre ellos, no parece muy sólido. La solidaridad, que según nos cuentan se extendía como el agua en una esponja en aquellos años de la reciente prehistoria del movimiento obrero, se ha desplazado hoy como mercancía cultural que se dirige a las víctimas de algún terremoto o hambruna, hacia los refugiados de alguna de las rentables guerras que han ensangrentado y mutilado los márgenes de nuestro mundo occidental tras el final de la guerra fría. Hoy hay que ser cínicamente solidario con las "víctimas de occidente" mientras intentamos hundir la cabeza del compañero de trabajo en una bañera de mierda. La competitividad es la nueva ideología del trabajo, los mejores triunfan y los otros no asustan a Robinson porque ellos mismos se culpabilizan. El resumen de esta causa-consecuencia de nuestra reveladora derrota lo hacía un famoso ciclista al principio de la vuelta a España 99: Crítica del trabajo (asalariado) -Mar Traful-
"Otros tienen más posibilidades que yo, pero yo también tengo las mías y me dejaré la salud en las montañas para lograr subir al podio". La imaginación para el poder” Con la expropiación del valor de la fuerza de trabajo, al obrero aún le quedaba un recinto clandestino que le permitía alguna forma de comunicación con sus iguales, desde una conciencia no enajenada dispuesta a soñar otra vida. La expropiación de la comprensión del proceso productivo por parte del trabajador, sumergido en un rincón de la portentosa maquinaria diseñada desde "las alturas", tampoco acabó con la posibilidad de soñar otro mundo, sueño que no perdimos ni con el secuestro de más de la mitad de nuestro tiempo despiertos. Pero al fin nos han vencido, tras el formidable desmantelamiento de la centralidad obrera y la consiguiente desactivación de nuestras fuerzas en el conflicto entre capital y trabajo, nos doblegamos de tal modo que nuestra falta de resistencia dejó sin capacidad innovadora el avance tecnológico, y hoy ya se requiere nuestra imaginación, se exige nuestra capacidad de comunicación. Nuestra sociabilidad es ya toda ella mercancía, todo nuestro tiempo, dormidos o despiertos, ha sido arrojado del mundo de los sueños. Un directivo de IBM decía citando a uno de sus maestros: "Hay que preparar la organización modificándola de manera que los obreros amen su trabajo, se adhieran a los fines de la empresa y movilicen las reservas de productividad y saber que guardan en su poder". Los incentivos a las ideas de mejora de la producción, la creación de los departamentos de métodos y procesos, de recursos humanos, las jornadas flexibles, el trabajo por objetivos, el trabajo en equipo, las competencias de comunicación y de juicio, la estructura matricial de las empresas, en fin toda la parafernalia de la mejora continua y la calidad total, la estrategia para la autoocupación, van dirigidas a esa salvaje apropiación de nuestra sonrisa por parte del capital, a esa perversa usurpación de cualquier potencial posibilidad de ensayar alguna forma de comunicación sincera y real, a la desaparición de los iguales, los amigos. "Nuestros directivos tienen la obligación de mantener conversaciones espontáneas con los trabajadores." Es curioso, indignante y revelador comprobar como, junto a la organización "postfordista" en la gestión de las ilusiones de los parados dirigida a escoger los "mejores" para las grandes empresas, convive la estructura "neofordista" de los trabajadores en los pequeños talleres y empresas externalizadas dependientes de la empresa madre. La concepción instrumental del trabajo que nos permitió desembarazarnos de una ética racionalista, aupándonos en el rechazo del trabajo mismo y la reivindicación de un puesto mejor pagado, aquella capacidad nuestra Crítica del trabajo (asalariado) -Mar Traful-
para determinar los salarios, ha quedado atrás. Hoy en las modernas ideologías de los recursos humanos, el trabajo se ha convertido en un lugar al que hay que llegar, en un modo de integración o muerte social. Hoy todos mentimos sabiendo que mentimos porque la verdad es evidente y terrorífica, hoy la terrible evidencia de la verdad nos tiene inmovilizados en este movimiento obsesivo y recurrente para llegar a la meta, nos tiene confinados, desprovistos de sueños, atenazados por el miedo a quedar excluidos del reparto de la nada, tan decorada ella, de vagos conceptos vacíos. Crítica del trabajo (asalariado) -Mar Traful-
La Mentira es Verdad No hay nada que desvelar. No hay alienación. La mentira es nuestra. La mentira es verdad. La mentira que nos hace libres es la misma que nos mantiene sujetos a las leyes del sentido común, la capacidad de mentir mide nuestra inteligencia como capacidad de adaptación. Mentir vendiéndose es de sentido común y la única manera de poder comprar la nueva mentira deseada. El valor del trabajo se ha desvanecido en una doble vertiente, por un lado la económica como "ley del valor" y, por otro, la simbólica como "identificador y dador de identidad". Ya nadie duda que el precio de las mercancías no tiene ninguna relación medible con el tiempo de trabajo invertido en ellas. La capacidad productiva de las máquinas, que contienen en ellas una incontable cantidad de trabajo muerto y una inconmensurable potencia cristalizada de la inteligencia general, es tan inmensa que para satisfacer las necesidades materiales y espirituales de todos los hombres de la tierra, el trabajo sería casi innecesario. El trabajo es innecesario, pero nos vemos inducidos por la lógica del mercado a invertir una gran cantidad de trabajo en generarnos urgentes espiritualidades superfluas, que son a su vez las necesidades que nos aprisionan, queriendo hacer reales las informaciones sobre la escasez de recursos. La propia producción "cultural" es esa infraestructura productora de las necesidades de los siervos de sus propios productos, el vehículo utilitario, el teléfono móvil, el ordenador personal, el fin de semana aventurero, en fin, el todo a 100 y a doscientos por hora. Así que en este mundo la mercancía por excelencia, el dinero, se ha convertido en el aire que respiramos y todos tenemos miedo a morir de asfixia. Puesto que ya no entendemos por qué estamos amontonando, repartiendo y volviendo a almacenar papeles o cajas que contienen mensajes, informaciones y otras mercancías que ni conocemos ni tenemos ya ningún interés en conocer, seguros como estamos de su inutilidad para la vida, ¿por qué seguimos con esta obsesión de Sísifo? No lo entendemos, pero necesitamos el dinero para respirar, así que lo hacemos, con lo que cumplimos religiosamente con el parámetro fundamental a través del cual miden los ministerios nuestra ocupabilidad, estamos motivados para trabajar y por lo tanto tenemos motivos para prepararnos constantemente con el objetivo de buscar empleo, y en condiciones de alimentar la insaciable industria del paro. "No me interesa lo que hago, no comprendo para qué lo hago, no quiero saber si estas cajas contienen muslos de pollo o minas antipersonas, yo no puedo cambiar nada, sólo me interesa cuánto me van a pagar por ello . Yo no quiero ser un asfixiado". Crítica del trabajo (asalariado) -Mar Traful-
Ocuparse en el esfuerzo de la ocupación Según las modernas doctrinas de la inserción laboral, los parámetros de la ocupabilidad son: deseo de trabajar, motivación para buscar empleo, capacidad de imprimir un orden en la tarea de búsqueda, disposición para adquirir la información necesaria, capacidad de esfuerzo para mejorar la preparación como trabajador y además actitud positiva, ánimo diligente, autodisciplina, confianza en uno mismo y espíritu de lucha junto a otros. Mantener viva la competitividad por el mercado laboral es muy rentable, por eso se invierte tanto dinero en la "atención a los desempleados". Cada parado no desalentado es un trabajador gratis en la industria del paro, y los desalentados cumplen la función disuasoria para quien esté tentado de no jugar a este juego cabrón. Impagable función, por cierto. La expresión más perfecta de la derrota es la figura de un "trabajador sin trabajo" echándose la culpa de su "fracaso", un hombre desactivado, un muerto social, un parado de larga duración o un "desalentado" como le llaman los legisladores antes de descontarlo de las estadísticas que hasta entonces aún lo incluían entre la población activa. "Hay que mantener viva la esperanza, no desalentarse, luchar, buscar, esforzarse y si no, no hay de qué quejarse." A estas doctrinas, hoy, les resulta operativo separar el deseo de trabajar de la motivación para el trabajo, (que no el trabajo del salario) porque el dinero no aparece como la motivación única y porque son muy pocos los que se atreven a cuestionar la necesidad del trabajo mismo que se presenta cínicamente como un derecho. Valores tan arcaicos como la modernización constante y el progreso siguen siendo valores en boga y menos cuestionables que la monarquía o el ejército, dado que aquellos lo son del sentido común; son las flores más cuidadosamente regadas de la cultura, parece como si todos supiéramos a dónde vamos cuando en realidad sólo vamos corriendo tras el dinero. Y es que el dinero se ha convertido en la única manera de poder estar en el mundo, y su búsqueda la única razón de la vida. Así pues, los ministerios pueden estar contentos porque la mayoría aún somos ocupables y el dinero es el único que vive. El dinero es el Único. Frente al todos contra todos, sólo con los solo. Si aún queda algún espacio para lo político, desde luego no está ya en el puesto de trabajo, y en la legión del paro todo el mundo está preparándose por su cuenta para subir al podio. Hoy, no es "conformarse con poco" el ser capaces de construir redes de complicidad, redes que sólo pueden apoyarse en los gestos de quienes aún son capaces de juntarse para hacer algo que no sea atravesado en diagonal por la lógica del mercado como única directriz y medida. Hoy la acción política pasa por extender esta red difusa de Crítica del trabajo (asalariado) -Mar Traful-
complicidades precarias con el objetivo de fortalecer "las soledades resistentes" que en sus movimientos de afirmación intentan cortocircuitar la angustia a que han sido arrojadas cada una en la inevitable lucha del todos contra todos. No es conformarse con poco recuperar en acto una sociabilidad real entablada entre quienes ni se resignan, ni quieren engañarse. No es tan poco saber que no estás sólo no podemos establecer una teleología fuera de los criterios de la rentabilidad, tampoco podemos descartar la posibilidad potencial de una subversión total del orden todo. La publicidad se dirige a "ti", a tu soledad para que te distingas haciéndote idéntico. Los movimientos de las "soledades resistentes" quieren huir de la identificación en el mercado, quieren escapar a la capacidad unificadora del dinero y se resisten a ser pura mercancía. El dinero no muere, pero queda reducido a simple metal cuando la humedad de nuestras soledades pueden hacerse un guiño cómplice, escupiendo con ello al rostro de los peleles que lo han convertido en el Único. Que la economía reviente, que el progreso se fije en otros para avanzar, que la modernización marque el paso del tiempo para los que no tiene amigos, que la ansiedad se los coma mientras yo contemplo las gotas de lluvia esparcirse en el cristal de las ventanas de nuestra casa apoyado en la tristeza de los que no servimos al dinero y que aunque nunca hemos jugado ya nos ha tocado la bonoloto. Nosotros cogemos lo que es nuestro allí donde esté, robamos en el supermercado, queremos vivir ya y no podemos esperar al futuro. Que nos dejen en paz y que nos den dinero gratis, pero como no creemos en los reyes magos ni en las hadas madrinas lo vamos a coger directamente y mientras cambiamos de sitio con la discreción de nuestro anonimato, levantamos el dedo índice con el puño cerrado y con un corte de mangas decimos a quien quiera oírlo: -¡¡que nos quiten lo bailau... !! Crítica del trabajo (asalariado) -Mar Traful-
Diario de Campaña En algún lugar del s. XX... La campaña Dinero Gratis no nace vinculada a ningún evento político concreto. Tampoco es una reivindicación. Es una propuesta de experimentación que da nombre al malestar compartido por precarios, parados, asalariados... por ti, que tan poco tienes que ver conmigo... y por mí que ni siquiera sé lo que soy. Es el malestar de todos los que nos resistimos a las formas de sumisión que el dinero reparte e impone y a sus dos armas implacables: el miedo y la soledad. Cuando las cuestiones más importantes que definen tu trabajo son "a cuánto te pagan la hora" y "cuántas semanas dura tu contrato", está claro que tu precariedad es sólo tuya, tu hipoteca es sólo tuya, tu fracaso es sólo tuyo... y tu resistencia, si la soportas, también. Dinero Gratis no inventa nada, porque tú lo sabes ya todo: es el grito adormecido en el miedo que regula tu vida, es el canto que silencias porque te hace enloquecer, es la risa que contienes porque haría temblar los cristales de tu oficina. Pero la campaña Dinero Gratis lo tiene todo por inventar. No tiene fechas. No tiene prisa. Pero la anima una terrible urgencia: la que se hace sentir cada día cuando suena, en cada casa, el despertador. Aliada de todas las formas de resistencia que de una forma u otra desocupan, sabotean y reinventan esta vida tan insoportable, la campaña Dinero Gratis no es la organización de un movimiento político más: nace como un grito de asco contra la miseria cotidiana. En las calles de un siglo que no empieza... Durante unos meses, la violencia y la complicidad de las palabras que dicen este grito han invadido las calles de la ciudad. DINERO, en primer lugar, en grandes bandas blancas. "¿Cómo? ¿Dónde, dónde? Yo quiero..." Éstas eran las respuestas inmediatas, formuladas con picardía y risas socarronas. Todos sabíamos, aún, de qué estábamos hablando. DINERO GRATIS, con su correspondiente banda roja, vino tres semanas después. Las reacciones se disparan: algunos "¿Dónde?, yo quiero..." se hacen más entusiastas que nunca y las risas se descaran, otros esconden su estupor en el silencio, el ciudadano hace sentir su ofensa ("sois niños sin escrúpulos, no sabéis lo que vale la vida"), algún moderno pide carteles para completar su colección y más de un avispado nos ofrece lecciones sobre cómo conseguir dinero gratis de verdad... Cerebros suspicaces se huelen que hay algo detrás: "¿qué queréis?..." "¡Lo mismo que tú!" Manos anónimas y nocturnas arrancan con furia y aplicación sistemática los carteles... Y la policía hace su aparición: DNI y golpecitos en la espalda ("ya me gustaría que mis hijos fueran tan activos como vosotros"). No ha llegado el nuevo siglo y en Barcelona se respiran aún aires de distensión y tolerancia. Pero las palabras no cesan. En imágenes blancas, negras y rojas, como en las vanguardias más clásicas, aparecen manos blancas que proclaman "Pasta ya", manos blancas cuyo trabajo sobre el tiempo "ensaya la muerte", manos blancas empuñando los barrotes del dinero, para liberarse del dinero dándose dinero; manos blancas, finalmente, capaces de Crítica del trabajo (asalariado) -Mar Traful-
celebrar, atrevidas, que "No queremos trabajo. Queremos dinero" Son palabras violentas porque hablan del sufrimiento que cada uno tiene ya instalado en su casa y no quiere ver. Son una bomba para el sentido común. Son un garrotazo que sólo puede provocar la risa o la rabia. Pero por eso mismo las del Dinero Gratis son palabras cómplices. Cuando no tenemos credos, ideologías ni horizontes que compartir y el trabajo no ofrece la identidad de un conflicto común, hay que apuntar a lo más sucio, a lo más presente y lo más callado, a lo más intocable y lo más duro: el dinero. Dinero Gratis: las calles se limpian, pero se enciende la rabia y se contagia el temblor de la risa. Dinero Gratis: Bcn 2001 La campaña Dinero Gratis no tiene fechas, pero a Barcelona le regalan una: el 25 de junio del 2001. Y lo hace, como es bien sabido, el Banco Mundial. Aunque la fiesta resulta aguada porque el invitado no hace acto de presencia, la calle cambia. El efecto sobre las palabras, cómplices y violentas, que habían estado diciendo el grito del Dinero Gratis es paradójico y muy curioso (o no tanto). Por un lado, se multiplica hasta dimensiones insospechadas su visibilidad . Los cuerpos que salen en las manis de fin de junio se "abanderan" con cintas adhesivas de Dinero Gratis, los tute bianche sellan sus armas con esas mismas cintas, pegatinas pequeñas adornan, a modo de marca, el pecho de las camisetas, niños pequeños se pasean con Dinero Gratis en la gorra, las calles se cortan con larguísimos plásticos de Dinero Gratis... A gritos de "Dinero Gratis" un Reclaim the Streets asalta la Casa del Libro y hace volar cientos de libros sobre una multitud que baila... Y por otro lado, la rabia y la complicidad del grito del Dinero Gratis caen en un pavoroso silencio. En la calle, en las bocas, en los medios oficiales e independientes. Visibilidad silenciosa, ésa sería la situación del Dinero Gratis en la Bcn 2001. Hay algo que no se puede decir, un temblor que necesita ser calmado, un viento demasiado fuerte. La radicalización se hace escuchar más allá del alegre catacrás de un escaparate roto. No es fácil sentir la risa demoledora del Dinero Gratis e ir a trabajar al día siguiente. Es más llevadero entusiasmarse por ese "lejano día" en que otro mundo va a ser posible. Crítica del trabajo (asalariado) -Mar Traful-
En el estallido del s. XXI ¿Y ahora qué? Génova, la caza de inmigrantes sin papeles y el polvo que aún ahoga las calles de Nueva York parece proclamar que, ahora sí ha empezado un nuevo siglo. Recrudecimiento policial y militar: la política, sin tapujos, es ya un ejercicio continuado de guerra: contra el extranjero (delincuente, antisistema o terrorista) y por la seguridad. En Europa, a esta guerra se la añade el chantaje ideológico del diálogo: o hablas y negocias conmigo o eres un terrorista. De ahí la importancia, a pesar de los baches en el camino, de la propuesta, tan barcelonesa, del Forum Universal de las Culturas 2004. Y mientras, miles de inmigrantes siguen esclavizándose en tierra o perdiéndose en el mar. Guerra, migraciones y chantaje multicultural: ¿Qué pinta el Dinero Gratis en todo esto? Pues todo. Seguir emitiendo, con nuevas palabras, prácticas y ensayos, ese grito de asco contra la miseria cotidiana, violento y cómplice a la vez, deberá poner sobre la mesa tres cuestiones decisivas: una, que la intervención política subversiva, por graves que sean las nuevas circunstancias, no puede quedar reducida a planteamientos puramente antimilitares y antirrepresivos. Un mundo sin "guerras" y con policías "más democráticos" no garantiza que nuestras vidas sean menos insoportables. Dos: que el Dinero Gratis es la violencia que no admite cortes. ¿Dónde están los buenos y dónde están los malos cuando se apunta al corazón? El Dinero Gratis no se explica, no se argumenta, no se negocia ni se dialoga acerca de él. El Dinero Gratis, de ahí su visibilidad silenciosa , desvela como falsa e hipócrita toda crítica "buena". La risa temblorosa del Dinero Gratis hace imposible "hablar". Exige inventar otro lenguaje con el que poder decir que rechazamos absolutamente esta sociedad. Y tres: irrumpir una y otra vez con las palabras y los cuerpos del Dinero Gratis, con esa campaña que siempre lo tiene todo por inventar, significa, finalmente, que nuestras prácticas no quieren ser simplemente una respuesta. A Barcelona, como a Madrid y a Sevilla (e imaginamos que también a Afganistán y a Irak y a tantos otros), le han regalado de nuevo una fecha: Marzo del 2002. Pero el despertador sigue sonando cada día. Y con Dinero Gratis queremos ser nosotros quien marque el calendario. No hay ningún mundo que esperar. Marcar el calendario es afirmar, hoy mismo, que "otra okupación es posible", "otra expropiación es posible", "otro amigo es posible"... Crítica del trabajo (asalariado) -Mar Traful-
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