Mayo-Junio2021 Núm.575 - CONTENIDO... 1 - Salesianos Tibidabo
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..2 PALABRA DEL PAPA FRANCISCO.. LAS LIMITACIONES PROVOCADAS POR LA PANDEMIA DEL COVID-19 SE MANTIENEN
TIBIDABO..A 3.. TIBIDABO Publicación bimestral del Templo del Tibidabo Año especial Época II. Número 575 «FAMILIA Amoris Laetitia» Mayo — Junio 2021 La convocatoria de un AÑO ESPECIAL para promover el Dirección y equipo ‘descubrimiento’ de la riqueza contenida en la exhorta- Francesc RIU, director ción apostólica Amoris Laetitia fue la sorpresa con la Joan Codina Giol que el papa Francisco se despidió del año 2020, con la Francesc Grabulosa Xavier Matoses excusa de la celebración del quinto aniversario de la pu- blicación de este extraordinario documento pontificio. La finalidad de esta opción, poco habitual en el Revista TIBIDABO Papa, ha sido “difundir el contenido de esta exhortación Aportación voluntaria: 3 € apostólica para hacer experimentar que el Evangelio de la familia es alegría que llena el corazón y la vida en- tera”. De este modo, “la familia descubre y experimenta la alegría de tener un don —y de ser a su vez un don— Cuenta corriente donativos para la Iglesia y la sociedad, y así puede llegar a ser una Obra Salesiana del Tibidabo luz en la oscuridad del mundo”. ES97-2100-3006-9822-0040-2025 de CaixaBank En la introducción, Francisco ya nos advirtió que “esta exhortación aborda temas muy diversos desde Cuenta corriente donativos Iluminación del Templo perspectivas distintas”. Por ello, “esta opción justifica ES97-2100-3006-9822-0040-2025 su extensión, totalmente inevitable”. de CaixaBank Además, con mucha pedagogía nos hizo una se- gunda advertencia: “No recomiendo una lectura hecha Redacción y Administración con prisa y sin interrupción. Será de más provecho que Templo del Tibidabo cada una de sus partes sea objeto de una paciente y cui- 08035 Barcelona Tel.: 934 175 686 – 934 174 904 dada reflexión, o bien que se analicen las cuestiones que puedan ser oportunas en cada circunstancia con- francesc.riu@salesians.cat http://www.templotibidabo.es creta”. El deseo del Papa no deja lugar a dudas: “Espero Impresión que, a través de la lectura de este texto, cada uno de Escuela Gráfica Salesiana- EGS Rosari, 2 sienta llamado a cuidar con amor la vida de familia, por- 08017 Barcelona que hoy las familias no constituyen un problema; son, Depósito legal primero y sobre todo, una oportunidad” (AL 7). B. 15642, 19961 Por ello, en los próximos números de TIBIDABO de- dicaremos unas páginas a fijar la atención en los aspec- tos fundamentales de cada uno de los capítulos de esta Portada exhortación del papa Francisco. Será una buena forma MES DE MAYO de aprovechar este AÑO ESPECIAL. En la Cripta, MARIA AUXILIADORA
4 CONTENIDO... CONTENIDO EDITORIAL Año especial «FAMILIA Amoris Laetitia» ............................................................................ 3 A LA PALABRA DEL PAPA FRANCISCO 1. LA OPINIÓN DEL PAPA FRANCISCO SOBRE SU RECIENTE VIAJE A IRAK» ...................................... 5 2. CÓMO CONCIBE EL PAPA FRANCISCO EL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN ......................... 10 B IGLESIA EN EL MUNDO 3. Año especial «FAMILIA Amoris Laeticia» .......................... 14 A. La pareja —hombre y mujer— es una imagen de Dios Creador 15 B. Los hijos son las ‘piedras vivas’ de la familia ............................. 17 C. Los padres son los primeros educadores de sus hijos ............... 19 C FAMILIA SALESIANA 4. CON LA MIRADA PUESTA EN EL FUTURO: INVITACIÓN A LA ESPERANZA ............................................. 21 Reflexión del Rector Mayor de la Familia Salesiana en el Aguinaldo del año 2021. D TEMPLO DEL TIBIDABO 5. EL TEMPLO DEL TIBIDABO, LUGAR DE ORACIÓN ................ 27 6 UNA PLEGARIA «HOY NO ME APETECE REZAR» ............................................ 29 CELEBRACIONES Y DONATIVOS ......................................................................................... 31
TIBIDABO..A 5.. LA OPINIÓN DEL PAPA FRANCISCO SOBRE SU RECIENTE VIAJE A IRAK El histórico encuentro del papa Francisco y el Gran Ayatolá Ali al Sistani. Para el papa Francisco, su viaje a Irak el pasado mes de marzo ha sido algo más que uno de los hitos de su pontificado. Su visita ha supuesto un gran paso en el diálogo con los musulmanes chiítas, y un contundente respaldo a la reconstrucción democrática de un país clave en el avispero del Oriente medio. Y todo, con una máxima: «La fraternidad es más fuerte que el fratricidio». En la Audiencia General del día 10 de marzo, el Papa expuso su opinión sobre este viaje, tan deseado y tan difícil. Según él, ha sido el más importante, el más peligroso, el más histórico de todos los viajes realizados a lo largo de los ocho años de su pontificado. He aquí cómo lo describió la agencia ‘Vatican News’. A su regreso del histórico Viaje Apostólico a Iraq, en la Audiencia General del miércoles 10 de marzo, el Papa Francisco recordó lo más relevante de su viaje. El pueblo iraquí "tiene derecho a vivir en paz", dijo; y una vez más repitió que, "para muchas regiones en conflicto y para el mundo entero, hoy el desafío más grande es la fraternidad".
..6 LA PALABRA DEL PAPA FRANCISCO.. Sí, el Papa fue taxativo: “El pueblo iraquí tiene derecho a vivir en paz”. A su regreso del Viaje Apostólico en Iraq, tierra de Abrahán, el padre de la fe de las tres religiones monoteístas, el que escuchó la llamada de Dios hace cuatro mil años y partió de su tierra con la promesa de Dios de tener una gran descendencia, el Papa Francisco de- dicó su catequesis a la histórica peregrinación en esa amada, martirizada y milenaria tierra, que ha vivido años de guerra y terrorismo. «Después de esta visita, mi corazón está lleno de gratitud. Gratitud a Dios y a todos aquellos que la han hecho posible: al presidente de la República y al Gobierno de Irak; a los patriarcas y a los obispos del país, junto a todos los ministros y los fieles de las respectivas Iglesias; a las Autoridades religiosas, empezando por el Gran Ayatolá Al-Sistani, con quien tuve un encuentro inol- vidable en su casa en Nayaf». ■ El sentido penitencial de esta peregrinación. Francisco habló de la ‘fuerza’ del sentido penitencial de esta peregrinación: “No podía acercarme a ese pueblo atormentado, a esa Iglesia mártir, sin tomar sobre mí, en nom- bre de la Iglesia católica, la cruz que ellos llevan desde hace años; una cruz grande, como la que está colocada en la entrada de Qaraqosh”. «Lo sentí de forma particular viendo las heridas todavía abiertas de las des- trucciones, y más todavía encontrando y escuchando a los testigos supervi- vientes de la violencia, la persecución, el exilio… Al mismo tiempo, vi en torno a mí la alegría de acoger al mensajero de Cristo; vi la esperanza de abrirse a un horizonte de paz y de fraternidad, resumido en las palabras de Jesús que eran el lema de la visita: «Todos vosotros sois hermanos» (Mateo 23,8). Encontré esta esperanza en el discurso del presidente de la República, la encontré en muchos saludos y testimonios, en los cantos y en los gestos de la gente. La leí en los rostros luminosos de los jóvenes y en los ojos interesados de los ancianos. La gente llevaba cinco horas esperando al Papa, de pie, in- cluso mujeres con niños en brazos: en sus ojos había esperanza». ■ ¿Quién vende las armas a los terroristas? El pueblo iraquí —dijo el Papa— tiene derecho a vivir en paz, tiene derecho a encon- trar la dignidad que le pertenece. Y la respuesta a la guerra que destruyó tantos lugares de la Mesopotamia, cuyas "raíces religiosas y culturales son milenarias", “es la frater- nidad”. “Pero, —quiere saber el Papa—, ¿quién vende las armas a los terroristas?” «Mesopotamia es cuna de civilización; Bagdad ha sido en la historia una ciu- dad de importancia primordial, que albergó durante siglos la biblioteca más
TIBIDABO..A 7.. rica del mundo. ¿Y qué la destruyó? La guerra. La guerra siempre es el mons- truo que, con el cambio de épocas, se transforma y continúa devorando a la humanidad. Pero la respuesta a la guerra no es otra guerra; la respuesta a las armas no son otras armas. Y me pregunté: ¿quién vendía las armas a los terroristas? ¿Quién vende ahora armas a los terroristas que están llevando a cabo masacres en otros lugares, en África por ejemplo? Esta es una pregunta que me gustaría que alguien respondiera. La respuesta no es la guerra, sino que la respuesta es la fraternidad». ■ El gran desafío para el mundo entero es la ‘fraternidad’. Sí, la fraternidad de la que tanto nos habla el Papa Francisco en su carta encíclica Fra- telli tutti, es el desafío para Iraq, pero también “es el desafío para tantas regiones en conflicto, y, en definitiva, es el desafío para el mundo entero”. “¿Seremos capaces de hacer que haya fraternidad entre nosotros?”. «Cristianos y musulmanes, con representantes de otras religiones, nos hemos encontrado y hemos rezado en Ur, donde Abrahán recibió la llamada de Dios hace unos cuatro mil años. Abrahán es nuestro padre en la fe porque escuchó la voz de Dios que le prometía una descendencia; lo dejó todo y obedeció.
..8 LA PALABRA DEL PAPA FRANCISCO.. Dios es fiel a sus promesas y todavía hoy guía nuestros pasos de paz, guía los pasos de quien camina en la Tierra con la mirada dirigida al Cielo. Y en Ur, estando juntos bajo ese cielo luminoso, el mismo cielo en el cual nues- tro padre Abrahán nos vio a todos, nos pareció que resonaba todavía en nues- tros los corazones esa frase: Todos vosotros sois hermanos». ■ Los mensajes que fueron dirigidos hacia el mundo entero. Y fueron muchos los mensajes de fraternidad que partieron de la cuna de la civiliza- ción al mundo entero. El Papa los ha recordado: el encuentro en la catedral siro-cató- lica de Bagdad, donde fueron asesinadas 48 personas cuya causa de beatificación está en curso; el mensaje lanzado desde Mosul y Qaraqosh, donde la furia del autodenomi- nado Estado Islámico puso en riesgo la misma identidad de estas ciudades, y el men- saje que partió de las celebraciones eucarísticas en rito caldeo en Bagdad y en Erbil. «Un mensaje de fraternidad en el encuentro en la catedral siro-católica de Bagdad, donde en 2010 fueron asesinados cuarenta y ocho personas, entre las cuales dos sacerdotes, durante la celebración de la misa. La Iglesia en Irak es una Iglesia mártir y en ese templo, que lleva inscrito en la piedra el re- cuerdo de esos mártires, resonó la alegría del encuentro: mi asombro de estar en medio de ellos se fusionaba con su alegría de tener al Papa con ellos. Lanzamos un mensaje de fraternidad desde Mosul y desde Qaraqosh, sobre el río Tigris, en las ruinas de la antigua Nínive. La ocupación del Isis causó la fuga de miles y miles de habitantes, entre los cuales muchos cristia- nos de diferentes confesiones y otras minorías perseguidas, especialmente los yazidíes. Se ha arruinado la antigua identidad de estas ciudades. Ahora se está tratando de reconstruir con mucho esfuerzo; los musulmanes invitan a los cristianos a volver, y juntos restauran iglesias y mezquitas: la fraternidad está allí. Y, por favor, sigamos rezando por estos hermanos y hermanas nuestros tan probados, para que tengan fuerza de volver a comenzar. Y, pensando en tantos iraquíes emigrados, quisiera decirles: lo habéis dejado todo, como Abrahán: como él, custodiad la fe y la esperanza, y sed creadores de amistad allá donde estéis; y, si podéis regresar a vuestros hogares, hacedlo. Un mensaje de fraternidad vino de las dos Celebraciones eucarísticas: la de Bagdad, en rito caldeo, y la de Erbil, ciudad donde fui recibido por el pre- sidente de la región y su primer ministro, por las autoridades, —agradezco tanto que hayan ido a recibirme—, y también fui recibido por el pueblo. La esperanza de Abrahán y de su descendencia se ha realizado en el misterio que hemos celebrado, en Jesús, el Hijo que Dios Padre no escatimó, sino que donó para la salvación de todos: Él, con su muerte y resurrección, nos ha abierto el
TIBIDABO..A 9.. paso a la tierra prometida, a la vida nueva en la que las lágrimas son recogi- das, las heridas son sanadas, y los hermanos se reconcilian». ■ Dios, que es paz, nos conceda un futuro de fraternidad. "Alabemos a Dios por esta histórica visita", exhorta el Sumo Pontífice a todos los fie- les, que pide seguir rezando por esa tierra y por Oriente Medio, porque “a pesar del fragor de la destrucción y de las armas”, en esa árida tierra, “las palmeras, símbolo del país y de su esperanza, han seguido creciendo y dando fruto”: «Así sucede con la fraternidad: como el fruto de las palmeras, que no hace ruido, pero es muy rico y nos hace crecer. ¡Dios, que es paz, conceda un fu- turo de fraternidad a Irak, a Oriente Medio y al mundo entero!». Esta visita a Irak, y los encuentros que el papa Francisco pudo tener con diri- gentes del país y de otras religiones, van a tener mucha trascendencia. ■ ¿Qué valoración han hecho de este viaje del Papa los medios de comuni- cación? ¿Han sido objetivos? ¿Qué has echado de menos? ■ ¿Tuviste la oportunidad de seguir con atención esta ‘acción misionera’ del papa Francisco? ¿Te ha sorprendido que él tienda la mano a repre- sentantes de otras religiones? ¿Cómo has valorado este gesto?
..10 LA PALABRA DEL PAPA FRANCISCO.. CÓMO CONCIBE EL PAPA FRANCISCO EL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN El pasado día 12 de marzo, en plena Cuaresma, el papa Francisco se encontró con sacerdotes que estaban realizando un curso de formación sobre el sacramento de la Reconciliación. Bien podemos imaginar que los que los que a menudo acudimos a confesarnos también deseamos saber cómo el Papa concibe el sacramento del perdón. He el núcleo de su discurso. Quisiera detenerme con vosotros en tres expresiones que explican bien el significado del Sacramento de la Reconciliación; porque irse a confesar no es ir a la tintorería para que me quiten una mancha. No, es otra cosa. Pensemos bien en lo que es. La primera expresión que explica este sacramento —este misterio— es ‘abando- narse al Amor’; la segunda, ’dejarse transformar por el Amor’; y la tercera, ‘corres- ponder al Amor’. Pero, siempre, el Amor: si no hay Amor en el sacramento, este no es como Jesús lo quiere. Si hay funcionalidad, no es como Jesús lo quiere. Amor. Amor de hermano pecador perdonado; amor por el hermano, la hermana, el pecador y la pecadora que han sido perdonados. Esta es la relación fundamental. ■ Abandonarse al Amor significa hacer un verdadero acto de fe. La fe nunca puede reducirse a una lista de conceptos o a una serie de afirmaciones que hay que creer. La fe se expresa y se entiende dentro de una relación: la relación entre Dios y el hombre y entre el hombre y Dios, según la lógica de la llamada y la respuesta: Dios llama y el hombre responde.
TIBIDABO..A 11.. También es verdad lo inverso: nosotros llamamos a Dios cuando nos hace falta, y Él responde siempre. La fe es el encuentro con la Misericordia, con Dios mismo que es Misericordia —el nombre de Dios es Misericordia—, y es el abandono en los brazos de este Amor misterioso y generoso que tanto necesitamos; sin embargo, a veces te- nemos miedo de acudir a él. ■ Vivir así la confesión significa dejarse transformar por el Amor. Es la segunda dimensión, la segunda expresión sobre la que me gustaría reflexionar. Sabemos muy bien que no son las leyes las que salvan; basta con leer el capítulo 23 de Mateo: el individuo no cambia por una árida serie de preceptos, sino por la fas- cinación del Amor percibido y libremente ofrecido. Es el Amor que se manifestó ple- namente en Jesucristo y en su muerte en la cruz por nosotros. Así, el Amor, que es Dios mismo, se hizo visible a los hombres, de un modo antes impensable, totalmente nuevo y, por tanto, capaz de renovar todas las cosas. El penitente que, en la conversación sacramental, encuentra un rayo de este Amor acogedor, se deja transformar por el Amor, por la Gracia, empezando a experimentar esa transformación de un corazón de piedra en un corazón de carne; esta transforma- ción que se da en toda confesión. Así es también lo que sucede en la vida afectiva: se cambia por el encuentro con un gran amor. El buen confesor está siempre llamado a percibir el milagro del cambio, a advertir la obra de la Gracia en el corazón de los penitentes, favoreciendo en lo po- sible la acción transformadora. La integridad de la acusación es el signo de esta trans- formación que es obra del Amor: todo se entrega para que todo sea perdonado. ■ La tercera y última expresión es: corresponder al Amor. El abandono y el dejarse transformar por el Amor tienen como consecuencia necesaria una correspondencia con el amor recibido. El cristiano tiene siempre presentes las palabras de Santiago: «Pruébame tu fe sin obras, y yo te probaré la fe con mis obras» (2,18). La verdadera voluntad de conversión se concreta en la correspondencia al amor de Dios recibido y aceptado. Es una correspondencia que se manifiesta en el cambio de vida y en las obras de misericordia que le siguen. Quien ha sido acogido por el Amor no puede dejar de acoger a su hermano. Quien se ha abandonado al Amor, se siente llamado a consolar al afligido. Quien ha sido perdonado por Dios, no puede dejar de perdonar de corazón a sus hermanos. ■ Si es cierto que nunca podremos corresponder plenamente al Amor divino, por la diferencia insalvable entre el Creador y las criaturas, no es menos cierto que Dios nos muestra un amor posible, en el que vivir esa correspondencia imposible: el amor por el hermano. El amor al hermano es el lugar de la verdadera correspondencia al amor de Dios: amando a nuestros hermanos mostramos lo que somos y demostramos al mundo que amamos a Dios de verdad y que correspondemos, siempre de manera in- suficiente, a su misericordia.
..12 LA PALABRA DEL PAPA FRANCISCO.. El buen confesor señala siempre, junto a la primacía del amor a Dios, el impres- cindible amor al prójimo, como ejercicio diario en el que nos entrenamos en el amor a Dios. El propósito actual de no volver a pecar es el signo de la voluntad de corres- ponder al Amor. Y muchas veces la gente, incluso nosotros mismos, nos avergonzamos de haber prometido, de cometer el pecado y volver otra vez, otra vez... Me viene a la mente un poema de un párroco argentino, bueno, un párroco muy bueno. Era un poeta, es- cribió muchos libros. Un poema a la Virgen, en el que le pedía a la Virgen, en el poema, que le custodiara, porque habría querido cambiar, pero no sabía cómo. Le prometía a la Virgen que cambiaría y terminaba así: “Esta tarde, Señora, la promesa es sincera. Por las dudas, no olvide dejar la llave afuera”. Sabía que siempre habrá una llave para abrir, porque fue Dios, la ternura de Dios, quien la dejó afuera. Así, la celebración frecuente del Sacramento de la Reconciliación se convierte, tanto para el penitente como para el confesor, en un camino de santificación, en una escuela de fe, de abandono, de cambio y de correspondencia al Amor misericordioso del Padre. ■ Queridos hermanos y hermanas, recordemos siempre que cada uno de nosotros es un pecador perdonado —si alguno de nosotros no se siente tal, es mejor que no vaya a confesar, mejor que no sea confesor—; sí, un pecador perdonado puesto al servicio de los demás, para que también ellos, a través del encuentro sacramental, puedan encontrar ese Amor que ha fascinado y cambiado nuestras vidas. Teniendo esto en cuenta, os animo a perseverar fielmente en el precioso ministerio que desem- peñáis, o que pronto se os confiará: es un servicio importante para la santificación del pueblo santo de Dios. Encomendad este ministerio de reconciliación a la poderosa pro- tección de san José, hombre justo y fiel. Y aquí quiero detenerme para subrayar la actitud religiosa que surge de esta conciencia de ser un pecador perdonado, que todo confesor debe tener. Acoger con paz, acoger con paternidad. Cada uno sabrá cómo es la expresión de la paternidad: una sonrisa, los ojos que inspiran paz... Acoger ofreciendo tranquilidad; y, luego, dejar hablar. A veces, el confesor se da cuenta de que hay cierta dificultad para seguir ade- lante con un pecado; pero, si lo entiende, no hace preguntas indiscretas. Aprendí algo del cardenal Piacenza: me dijo que, cuando ve que estas personas tienen dificultades y entiende de qué se trata, las detiene inmediatamente y les dice: “Lo entiendo. Siga- mos”. No hay que causar más dolor, más ‘tortura’ en el confesionario. Y luego, por fa- vor, no hacer preguntas. Atentos a esos confesores que empiezan: “Y ¿cómo esto, esto, esto...?”. Pero dime, ¿qué estás haciendo? ¿Te estás haciendo una película en la ca- beza? Por favor. Además, en las basílicas hay muchas oportunidades de confesarse, pero desgraciadamente los seminaristas que están en los colegios internacionales se
TIBIDABO..A 13.. pasan la voz, incluso los jóvenes sacerdotes: “En esa basílica puedes ir a todos los con- fesionarios, menos donde ese y ese otro; a ese confesionario no vayas, porque allí está el comisario que te torturará”. Se corre la voz... ■ Ser misericordioso no significa ser de ‘manga ancha’, no. Significa ser hermano, padre, consolador. “Padre, no puedo, no sé cómo haré...” — “Reza, y vuelve cuando lo necesites, porque aquí encontrarás un padre, un hermano, encontrarás esto”. Esa es la actitud. Por favor, no seáis un tribunal de examen académico, “Y ¿cómo?, ¿cuándo?”. No seáis fisgones en el alma de los demás. Sed padres, hermanos miseri- cordiosos. Mientras os dejo estos motivos de reflexión, os deseo a vosotros y a vuestros peni- tentes una fructífera Cuaresma de conversión. Os bendigo de corazón y os pido, por favor, que recéis por mí. Gracias. En algunos ambientes, el sacramento de la Reconciliación —llamado también del Perdón— no tiene buena fama. Quizá porque algunos fieles que acuden a confesarse no saben cómo hacerlo, o bien porque los sacerdotes no se han formado adecuadamente para el ejercicio de este ministerio. Por ello, es posible que a todos nos haya sorprendido el discurso que el papa Francisco ha dirigido a unos sacerdotes que participaban en un curso de formación para poder ejercer dignamente como ‘confesores’ cuando los fie- les acudan a ellos para reconciliarse con el Señor. ■ Recordando tu experiencia como ‘penitente’ o como ‘confesor’, ¿te ha parecido oportuno lo que el papa Francisco ha dicho a esos sacerdotes que se preparan para ejercer como confesores? ¿Crees que esto es preci- samente lo que ellos necesitaban escuchar? ■ Dando por supuesto que el papa Francisco ha dicho lo que convenía que dijera en esas circunstancias, ¿te han sentido invitado a cambiar tu acti- tud cuando acudas al confesionario?
..14 IGLESIA EN EL MUNDO.. Año especial «FAMILIA Amoris Laetitia» «FAMILIA Amoris Laetitia» Nuestra Revista nos va a recordar El Año especial «FAMILIA Amoris Laetitia» acogiendo la invitación del papa Francisco a ofrecer a toda la Iglesia oportunidades de reflexión y profundización para conocer, asumir y vivir la riqueza de la exhortación Amoris Laetitia. En este número fijaremos la atención en el capítulo primero: «QUÉ NOS DICE LA BIBLIA SOBRE EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA». «Los HIJOS son como las ‘piedras vivas’ de la FAMILIA» «DIOS creó al HOMBRE «El Creador, desde el principio, a su imagen y semejanza». los creó HOMBRE y MUJER». «El AMOR fecundo es símbolo «Los HIJOS no son propiedad, de la vida íntima de DIOS». de la FAMILIA». «Mi MADRE y mis hermanos «La FAMILIA CRISTIANA son los que escuchan la palabra de DIOS». constituye una ‘Iglesia doméstica’». «Los HIJOS deben emprender su propia vida».
TIBIDABO..A 15.. A. LA PAREJA —HOMBRE Y MUJER— es una imagen de Dios Creador (Amoris Laetitia 8-13) ● Los primeros párrafos del primer libro de la Biblia —el Génesis— explican de modo simbólico que fue una pareja, varón y mujer, el instrumento del que Dios creador se valió para iniciar el proceso que conduciría a la creación de la humanidad. Francisco ha escrito: «Atravesemos el umbral de esta casa serena, con la familia sentada en torno a la mesa festiva. En el centro se encuentran el padre y la madre, una pareja con una singular historia de amor. En el padre y la madre se realiza aquel designio primordial que el mismo Cristo evoca con claridad: “¿No hemos leído que el Creador, desde el principio, los creó hombre y mujer?” (Mateo 19,4)» (AL 9). ● Esta pareja —varón y mujer—, con una singular historia de amor, da lugar a la familia, una hermosa realidad surgida de la voluntad del Dios creador. En primer lugar, Fran- cisco fija la mirada en los dos seres humanos que conforman esa pareja, que han sido creados a imagen del mismo Dios. «La pareja que ama y engendra vida es un icono viviente capaz de revelar al Dios creador y salvador, no un ídolo como los de oro y plata prohibidos en el Decálogo. Por esta razón, el amor fecundo deviene un símbolo de la vida íntima de Dios. Son muy ilustrativas las palabras de san Juan Pablo II, que escribió: “Nuestro Dios, en su misterio más íntimo, no es soledad, sino una familia, puesto que en sí mismo tiene la paternidad, la filiación y la esencia de toda familia, que es el amor. En la familia divina, este amor es el Espíritu Santo”. Así pues, la familia no es algo ajeno a la esencia divina. Esta dimensión trini- taria está expresada en la teología de san Pablo, que relaciona la pareja humana con el ‘misterio’ de la unión entre Cristo y la Iglesia (cf. Efesios 21-23)» (AL 11). ● Según el relato bíblico, desde el principio el hombre y la mujer fueron creados el uno para el otro. Por ello, el hombre y la mujer buscan con ansia una ayuda recíproca que sea capaz de superar la soledad de la persona en medio de todo lo creado. «La expresión original hebrea nos sugiere una relación directa —mirándose a los ojos—, en una especie de diálogo silencioso; en el amor, los silencios suelen ser más elocuentes que las palabras. Es el encuentro con un rostro, con un ‘tú’ que refleja el amor divino. O bien, como exclamará la mujer del Cantar de los Cantares, en una estupenda profesión de amor y de donación en la reciprocidad: “Mi amado es mío y yo suya. Yo soy para mi amado y mi amado es para mí” (6,3)» (AL 12).
..16 IGLESIA EN EL MUNDO.. ● El encuentro amoroso entre el hombre y la mujer en el acto conyugal está abierto a un nuevo nacimiento que completará la familia. La unión matrimonial tiene una di- mensión sexual y corpórea, e implica una entrega personal y total de amor entre los dos esposos. “El hombre se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne” (Mateo 19,25). «El verbo ‘unirse’ indica una estrecha sintonía, una intimidad a la vez física e in- terior, hasta el punto de utilizarla para describir la unión con Dios. […] Así se evoca la unión matrimonial no solo en su dimensión sexual y corpórea sino tam- bién en su voluntaria entrega personal de amor. El fruto de esta unión es que los dos “se hacen una sola carne”, sea mediante el abrazo físico, sea en la unión de sus corazones y sus vidas y, eventualmente, también en el hijo que nacerá de los dos, un hijo que compartirá la ‘carne’ de su padre y de su madre» (AL 13). ● No es habitual poder leer o escuchar este tipo de reflexiones sobre la pareja humana —varón y mujer— y, tampoco, sobre el sentido de la ayuda que se prestan el uno al otro y de la riqueza de la ‘unión matrimonial’. Francisco ha iniciado estas reflexiones en los primeros apartados de este capítulo primero de la exhortación apostólica La alegría del amor, y volverá sobre ellas en otras ocasiones, porque esta es una cuestión central. ■ ¿Te has detenido a pensar en estas características del amor entre el varón y la mujer, y sobre el sentido de la ‘unión matrimonial’? ■ ¿Qué formación has recibido sobre estas cuestiones a lo largo de tu vida? ¿Estás en condiciones de dialogar sobre las características del amor conyugal con personas que piensan de otro modo?
TIBIDABO..A 17.. B. LOS HIJOS son las ‘piedras vivas’ de la familia (AL 14-16) ● Al afirmar que los hijos son las ‘piedras vivas’ de la familia, Francisco se ha inspirado en la primera carta del apóstol Pedro; en ella el apóstol invita a los cristianos de su tiempo a sentirse como ‘piedras vivas’ del templo que Dios edifica. Con ello quiere significar que el cristiano es, de algún modo, miembro activo en la construcción de la comunidad que le ha acogido. «En el hogar familiar, el esposo y la esposa están sentados a la mesa, y sus hijos están a su lado “como brotes de olivo” (Salmo 128,3), es decir, están llenos de energía y de vitalidad. Si el padre y la madre son como los cimientos de la casa, los hijos son como las ‘piedras vivas’ de la familia (1Pedro 2,5)» (AL 14). ● Al referirse a la Iglesia, Pedro utiliza la imagen de un templo que acoge a la comuni- dad de los seguidores de Jesús; es decir, el templo —la ‘iglesia’— acoge y representa al conjunto de la Iglesia. Dios es el verdadero constructor de este templo, y los cristia- nos colaboramos en la construcción de esta Iglesia como ‘piedras vivas’, no como algo inerte e inactivo. Es decir, no somos simples ‘objetos’, sino ‘sujetos activos’: entre to- dos construimos nuestra Iglesia. «Al hablar del don de los hijos, el Salmo 127 usa imágenes sacadas de la edificación de una casa y de la vida social en las ciudades: “Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; la herencia que da el Señor son los hijos; los des- cendientes son su mejor recompensa; los hijos que tuvisteis en vuestra juventud son como saetas en manos de un guerrero” (Salmo 127,1-4)» (AL 14). ● Pasamos ahora a la familia. El varón y la mujer, unidos en matrimonio, constituyen los ‘cimientos de la casa’ —la familia—, y los hijos engendrados por amor son ‘piedras vivas’ que dan vida a la familia. Así sucede con los cristianos, que somos ‘piedras vivas’ de una Iglesia que siempre está en proceso de construcción. Por ello, Francisco ha es- crito: «Estas imágenes bíblicas reflejan la cultura de una sociedad antigua, pero la pre- sencia de los hijos es un signo de la continuidad de la familia a lo largo de la his- toria de la salvación, de generación en generación» (AL 14). ● La familia y la Iglesia tienen continuidad porque los padres engendran unos hijos que, a su vez, continuarán esta tarea en el futuro. Como los hijos construyen la familia, los seguidores de Jesús construyen su Iglesia.
..18 IGLESIA EN EL MUNDO.. Francisco utiliza la analogía de la ‘casa’ (domus) donde vive la familia cristiana para referirse a la misma familia. De este modo manifiesta que la familia se puede transformar en una ‘Iglesia doméstica’, sobre todo si en ella viven cristianos conscien- tes que rezan juntos y se animan en la vivencia de la fe en Cristo Jesús. «En el Nuevo Testamento se habla a menudo de “la Iglesia que se reúne en una casa” (cf. 1Corintios 16,19; Romanos 16,5). Así, el espacio vital de una familia se podía transformar en ‘iglesia doméstica’, en la sede de la Eucaristía, de la presen- cia de Cristo sentado a la mesa. Es inolvidable la escena descrita en el Apocalipsis: “Mira, estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3,20). Así se describe un hogar lleno de la presencia de Dios, de la oración en común y, por tanto, de toda bendición. Esta es la conclusión del Salmo 128, ya citado: “Esta es la bendición del hombre que reverencia al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sion” (Salmo 128,4-5)» (AL 15). ● Estas reflexiones permiten a Francisco afirmar que el hogar familiar “está lleno de la presencia de Dios, de la plegaria común y de la bendición del Señor” (AL 15). Por esta razón, también podemos afirmar que “la familia es el lugar donde los hijos crecen en la fe” (AL 16). ■ ¿Distinguimos adecuadamente la iglesia como lugar de reunión de los fieles católicos —el templo—, y la Iglesia católica como conjunto de todos los se- guidores de Jesús que hoy reconocen al papa Francisco como sucesor del apóstol Pedro? ■ ¿Qué implicaciones debería tener hoy concebir nuestro propio hogar fami- liar como una ‘iglesia doméstica’? ¿Somos conscientes de que una familia católica constituye una porción muy significativa de la Iglesia?
TIBIDABO..A 19.. C. LOS PADRES son los primeros educadores de sus hijos (AL 17-22) El papa Francisco también se inspira en la Biblia para hacer tres afirmaciones intere- santes en torno a las relaciones entre padres e hijos en el seno de la familia, y subraya el papel específico de los padres en el ámbito de la educación de sus hijos, sobre todo cuando se trata de padres creyentes que desean que también sus hijos reciban el don de la fe en Cristo Jesús. ● En primer lugar, la familia es el lugar donde los hijos crecen en la fe. Es decir, los padres son conscientes de que la fe de los hijos también debe ‘crecer’ y ‘desarrollarse’, y que ellos deben colaborar eficazmente en este proceso. «El Salmo 78 exalta la proclamación de la fe en el seno de la familia. “Lo que oímos y aprendimos, lo que nuestros padres nos contaron, no lo ocultaremos a nuestros hijos, lo contaremos a la futura generación: las alabanzas del Señor, su poder, las maravillas que realizó. Porque Él estableció una norma para Jacob, dio una ley a Israel. Él mandó a nuestros padres que lo enseñaran a sus hijos, para que lo supiera la generación siguiente, los hijos que nacerían después. Que surjan y lo cuenten a sus hijos” (Salmo 78,3-6). Por tanto, la familia es el lugar donde los padres se convierten en los prime- ros educadores de la fe de sus hijos. Ellos aprenden este ‘oficio’, de generación en generación: “Y cuando el día de mañana tu hijo te pregunte ‘¿Qué significa esto?’, tú le responderás…” (Éxodo 13,14). De este modo las generaciones siguientes entonarán su canto al Señor: “Los jóvenes y también las doncellas, los ancianos junto con los niños” (Salmo 148,12)» (AL 16). ● En segundo lugar, los padres deben cumplir con seriedad su misión educadora para con los hijos, si bien podrán contar con la colaboración de la sociedad y de la Iglesia. No van a tener que hacerlo solos. «Los padres tienen el deber de cumplir con seriedad su misión educadora, como enseñan a menudo los sabios bíblicos. Por su parte, los hijos están llamados a acoger y practicar el mandamiento “Honra a tu padre y a tu madre” (Éxodo 20,12). Aquí el verbo ‘honrar’ indica el cumplimiento de los compromisos familiares y sociales en su plenitud; no pueden ignorarlos con excusa de motivos religiosos (cf. Marcos 7,11-13). “Quien honra a su padre expía sus pecados, y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros” (Eclesiástico 3,3-4)» (AL 17).
..20 IGLESIA EN EL MUNDO.. ● En tercer lugar, los padres deben recordar que, aunque han dado la vida a sus hijos, estos están llamados a emprender su propia vida con la autonomía necesaria. Los pa- dres no pueden impedirla, sino que deben favorecerla gradualmente, de acuerdo con su proceso de crecimiento. «El Evangelio también nos recuerda que los hijos no son propiedad de la familia, sino que tienen que emprender su propia vida. Si es verdad que Jesús se presenta como modelo de obediencia a sus padres terrenos, sometiéndose a ellos (cf. Lucas 2,51), también es cierto que Él muestra que las decisiones vitales de los hijos y su misma vocación cristiana pueden exigir una separación para el bien del Reino de Dios (cf. Mateo 10,34-37; Lucas 9,59-62). El mismo Jesús, a los doce años, responde a María y a José que tiene otra misión más alta que cumplir, más allá de su familia terrenal (cf. Lucas 2,48-50). De igual modo, Jesús remarca la necesidad de otros lazos más profundos, también en el seno de la familia: “Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen” (cf. Lucas 8,21)» (AL 18). ● Es importante recordarlo: que los padres sean responsables de la educación de sus hijos, y en particular de ayudarles a crecer en la fe, no implica que deban cumplir esta misión ellos solos. La sociedad y la Iglesia les prestarán su apoyo y podrán acompañar- les en el ejercicio de su responsabilidad. El mismo Francisco dedica espacio a tratar del papel de los padres en la educación de sus hijos a lo largo de esta exhortación apostólica, sobre todo en el capítulo sép- timo, que él ha titulado “Hacia la mejora de la educación de los hijos”. ■ Como padres, ¿de qué modo podemos ayudar a nuestros hijos a crecer en la fe cristiana? ■ ¿Nos es fácil, a los padres, fomentar adecuadamente la necesaria y progre- siva autonomía de nuestros hijos?
TIBIDABO..A 21.. CON LA MIRADA PUESTA EN EL FUTURO: INVITACIÓN A LA ESPERANZA En continuidad con la reflexión propuesta en el número anterior de nuestra Revista TIBIDABO, en este mes de mayo volvemos a fijar la atención en el Aguinaldo del Rector Mayor de la Familia Salesiana 2021. Una vez analizada la situación creada por la pandemia del Covid-29, Don Ángel Fernández Artime nos invita a mirar al futuro con esperanza. Este es el compromiso de la Familia Salesiana: vivir y contagiar esperanza en unos entornos en los que a menudo deberemos superar el cansancio y, quizá, la desorientación. He aquí un extracto de su pensamiento. Algunas consecuencias de la pandemia del Covid-19 han puesto en riesgo la esperanza. Por ello, en este Aguinaldo me propongo subrayar algunos signos de la belleza de la esperanza evangélica plenamente comprendida y vivida desde la perspectiva del ca- risma propio de la Familia Salesiana. Estoy convencido de que hoy este es el testimonio que se espera de nosotros: vivir con esperanza.
..22 FAMILIA SALESIANA.. 1 Descubramos que «la fe y la esperanza avanzan juntas». Hagamos como Don Bosco que tenía la gran capacidad de entusiasmar a sus muchachos para experimentar la vida como fiesta; y, la fe, como felicidad. Todos nosotros estamos sostenidos no por ideas abstractas y bellas promesas infun- dadas, sino por una esperanza que se funda en una experiencia: el Amor de Dios de- rramado en nosotros por medio del Espíritu Santo. Pero la esperanza no camina sola. Para esperar con éxito es necesario tener fe. Además, la esperanza cristiana da solidez a nuestra fe y la hace capaz de resistir a los vaivenes de la vida; nos permite ver más allá de cada obstáculo, nos abre la mirada y nos ayuda a hacer, de nuestra vida y de nuestra historia, una lectura a la luz de la sal- vación de Dios. Por eso mismo, esperamos el don de la vida todos los días, junto con la presencia de un Dios que es Padre y que se interesa y se preocupa por nuestro des- tino y nos acompaña con paciencia y misericordia. «La esperanza es lo más divino que puede existir en el corazón del hombre» (papa Francisco). Con esta confianza os pido: No perdamos nunca la esperanza y afrontemos el futuro con ilusión; no permitamos que nuestros corazones de marchiten; y seamos focos de luz que inviten a la esperanza con el testimonio de nuestro estilo de vida; contagiemos felicidad viviendo nuestra fe con sencillez y autenticidad. 2 Seamos conscientes de que la oración es escuela de esperanza. Con los jóvenes y con sus familias aprendamos cada día a orar a Dios con esperanza, mostrando confianza en Él y dejándonos acompañar por Él. «Un lugar primero y esencial de aprendizaje de la esperanza es la oración» (papa Be- nedicto XVI). Es propio de nuestra espiritualidad salesiana percibir a Dios muy cercano, un Dios a quien sentimos muy presente en los acontecimientos de cada día: en nuestra senci- llez, con Él podemos entablar un diálogo con el corazón abierto, un diálogo cordial, propio de hijos e hijas. En el camino que hemos emprendido en el seno de la comunidad eclesial, seamos conscientes de que la Iglesia ha nacido de la oración y de que la oración mantiene viva su continua conversión. La oración es escuela de esperanza. Presentando nuestra pro- pia fragilidad en este encuentro personal con el Amor, aprendemos a dejarnos amar por Él. En definitiva, cultivamos un clima interior de confianza en el Señor como centro de todo, como amigo que nos ayuda a vivir en plenitud y a colocar en el corazón de Dios nuestros pensamientos, deseos, actividades, sufrimientos y esperanzas.
TIBIDABO..A 23.. 3 Crezcamos superando con sentido el cansancio de la vida cotidiana Ayudemos a la gente a descubrir los dones de Dios, sin lamentarnos, proponiendo metas que nos saquen de la monotonía y mediocridad. Hagamos de lo cotidiano una preciosa oportunidad para experimentar que hay un Amor que nos supera, y que sigue siendo siempre verdad que nuestro obrar no es in- diferente ante Dios. Este es un horizonte magnífico para educar en la esperanza. Dios nunca se deja ganar en generosidad, sino que actúa como amigo que nos acompaña siempre. El transcurso de los días exige una vuelta paciente sobre uno mismo, una toma de conciencia de la propia vida. Esperanza y paciencia son dos actitudes que debemos testimoniar como cristianos, sobre todo en este nuestro mundo que tiene un ritmo tan rápido. La proliferación del miedo en nuestras sociedades es debido a la pérdida del sentido de la espera, y por tanto, de la paciencia y de la esperanza. Don Bosco había experimentado que nada es comparable con el valor de las relaciones auténticas, de sentirnos amados, de sentirnos en familia, en casa. Estas relaciones son una forma poderosa de protección ante la pobreza y la so- ledad de tantos. 4 Vivamos la esperanza, sobre todo en los momentos de dificultad. Dejémonos educar por Dios, que es nuestro amigo. Confiemos en Él, especialmente en los momentos de oscuridad. Todos hemos experimentado períodos de dificultad y de desconcierto en la vida. De una forma u otra, hemos tenido que lidiar con experiencias personales dolorosas y hu- manamente difíciles. Sin embargo, con el sufrimiento y el dolor recibimos una sacudida de esperanza. De hecho, «la grandeza de la humanidad está determinada esencial- mente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre» (Benedicto XVI).
..24 FAMILIA SALESIANA.. De algún modo, el dolor está presentes en la vida de todas las personas. Jesús no amó el sufrimiento ni lo justificó jamás; al contrario, se conmueve ante el que sufre y atiende a los enfermos mostrando que su sufrimiento no es querido por Dios. Muchos creyentes son reconocidos precisamente en sus momentos de mayor di- ficultad, cuando parecen agobiados por problemas que les superan; estas pruebas pueden convertirse en un momento de necesaria purificación y una invitación a renun- ciar a criterios que quizá ya no son válidos y a gozar de una experiencia íntima de Dios. Dejémonos educar por Él y cumplamos la misión que de Él hemos recibido. Se nos pide que caminemos con confianza, incluso en los momentos oscuros. Como creyentes, estamos convencidos de que solo Dios puede transformar los momentos-límite de nuestra existencia con la esperanza cierta de que nuestro sufri- miento, nuestro dolor y nuestras penas no son en vano. 5 La esperanza debe movernos al encuentro de los pobres y los excluidos. Con el estilo de Don Bosco, mostremos nuestra fidelidad al Señor mediante la opción preferencial por los más pobres, abandonados y excluidos. Como Familia Salesiana, hoy más que nunca se espera de nosotros que nos distinga- mos por esta opción por los pobres y excluidos, los descartados, los abandonados, los sin voz y sin dignidad. Esta es nuestra opción. Como familia nacida del corazón pastoral de Don Bosco, nosotros somos la espe- ranza de aquellos que no tienen esperanza, de los jóvenes más necesitados y de los más vulnerables que están en el centro de la atención de Dios y que deben ser nuestros destinatarios preferidos. Para nosotros, no son un ‘muro’, sino una ‘puerta’. Empeñémonos en llevar la esperanza al corazón de estas personas, a consolarlas, a echar una mano a las más débiles y necesitadas, a salir al encuentro de sus diversas necesidades humanas y espirituales. La esperanza tiene que ver con la ética y con el comportamiento. En este sentido, la esperanza cristiana no tiene nada que ver con un vago optimismo. No permitamos que nadie nos robe la esperanza –nos dice el papa Francisco–, y mucho menos ocultar los diversos signos de esperanza y de vuelta a la vida que apare- cen en el mundo. En efecto, cuántas personas son felices amando a Jesús sirviendo a los pobres, personas generosas y solidarias que transmiten enseñanzas preciosas con su estilo de vida. Agradezcamos al Señor estos ejemplos de vida coherente empapados de amor. Hombres y mujeres que viven para los pobres y, por ello, son signos de esperanza que el Señor ha puesto en nuestro camino: son las vidas gastadas de esas personas que son ‘normales’, pero también ‘héroes’, con una heroicidad sencilla pero fuerte: la del Evan- gelio vivido y anunciado con la vida.
TIBIDABO..A 25.. 6 Dispongámonos a compartir el dolor del otro. Seamos fieles a Don Bosco, Padre de nuestra Familia Salesiana, estando siempre al lado de quienes sufren cualquier tipo de injusticia. «¡Qué peligroso y qué dañino es acostumbrarnos a perder el asombro, la fascinación y el entusiasmo por vivir el Evangelio de la fraternidad y la justicia!», nos ha advertido el papa Francisco (Evangelii gaudium, 179). Esto tiene que ver tanto con las injusticias derivadas de los sistemas económicos que provocan tantas pobrezas, como con todo tipo de dolor del ser humano. Por ello, digamos no a las iniciativas políticas y económicas que se olviden de los más débiles. No podemos mantenernos ‘neutrales’ ante esas realidades, porque está en juego la dignidad de nuestros hermanos y hermanas. No podemos mostrarnos im- pasibles ante la realidad de las personas sin hogar, los transeúntes por obligación, los que ‘ya no sirven’, las guerras, los atentados, las persecuciones por motivos raciales o religiosos, el abuso sexual, el tráfico de personas y de órganos, las redes de prostitu- ción, los menores abandonados, los niños soldado y tantas realidades dolorosas. Tenemos muchas oportunidades de adoptar compromisos sociales y políticos ins- pirándonos en el Evangelio de Jesús y en la esperanza que nos inspira. 7 Mostrémonos esperanzados porque creemos en el Evangelio de Jesús. Seamos conscientes de que la razón de nuestra esperanza es Jesucristo y su Evangelio, y no dudemos en manifestarlo con claridad. En las crisis profundas, como la pandemia del Covid-19, desaparecen de nuestro en- torno muchas ‘seguridades’ y muchos ‘valores que, en realidad, no eran lo que pare- cían. Sin embargo, los grandes valores del Evangelio y su verdad permanecen sólidos
..26 FAMILIA SALESIANA.. cuando las filosofías y los pensamientos oportunistas o del momento se desvanecen. Es así: los valores del Evangelio no son inconsistentes, sino que se mantienen firmes; por ello, no podemos olvidar esos valores, sino que debemos proclamarlos. El Evangelio mantiene viva nuestra esperanza y le da sentido, porque Jesús se mantiene siempre a nuestro lado y sale a nuestro encuentro con la mano tendida cuando nos alejamos de Él. «La fe es creer a Jesús, creer que es verdad que nos ama, que vive, que es capaz de intervenir misteriosamente, que no nos abandona, que saca bien del mal con su poder y con su infinita creatividad» (Evangelii Gaudium, 278). Cuánto nos debe animar pensar que todos y cada uno de nosotros podemos ofre- cer a los demás un reflejo de la esperanza que hemos recibido, esa esperanza auténtica que es lo más ‘divino’ que puede existir en el corazón del ser humano. Porque «si Dios está con nosotros, ninguno nos robará esa virtud que necesitamos absolutamente para vivir. Nadie nos podrá robar la esperanza» (Papa Francisco). 8 Acojamos con ilusión la exhortación del papa Francisco Fratelli Tutti. Hagamos lo que hoy haría Don Bosco: asumir y propagar el mensaje franciscano de la ‘fraternidad universal’. En esta nueva Carta encíclica Fratelli Tutti, el papa Francisco nos ofrece una hermosa reflexión sobre la fraternidad universal en la que nos muestra cómo debemos sanar nuestro mundo enfermo, cómo sanar las heridas humanas y ambientales provocadas en nuestra casa común, cómo reducir y evitar las consecuencias de la creciente de- sigualdad social y económica. Siguiendo los consejos de Francisco lograremos custodiar el patrimonio que el Creador ha puesto en nuestras manos si aprendemos a compartirlo como hermanos, venciendo las tentaciones que conducen a la división y al menosprecio del otro. Solo juntos seremos capaces de construir un mundo mejor que dé esperanza a las futuras generaciones. El tema de la esperanza no es habitual en nuestras conversaciones; sin em- bargo, no es fácil vivir ‘sin esperanza’. ■ ¿Te ha parecido oportuno que el Rector Mayor de la Familia Salesiana haya prestado atención a la esperanza y nos la haya recomendado con tanta insistencia? ¿Sientes necesidad de ‘aumentar’ tu esperanza? ■ ¿Cuál de las recomendaciones que nos ha hecho ha despertado tu interés de modo particular? ¿Qué motivo puede justificarlo?
TIBIDABO..A 27.. EL TEMPLO DEL TIBIDABO, LUGAR DE ORACIÓN A la pregunta ‘¿Qué es la oración?’, Santa Teresa del Niño Jesús respondió así: «Para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor, tanto en los momentos de prueba como en los momentos de alegría». El papa Francisco ha mostrado su interés por la oración en la Iglesia dedicando a este tema 25 catequesis en las Audiencias Generales, desde el 6 de mayo de 2020 hasta el 3 de marzo de 3021. No en vano la cuarta parte del Catecismo de la Iglesia Católica está dedicada a La oración cristiana. He aquí unos pensamientos. ■ «¿Desde dónde oramos cuando oramos? ¿Desde la altura de nuestro orgullo y de nuestra propia voluntad, o desde lo más profundo de un corazón humilde y con- trito? La humildad es la base de la oración. “Nosotros no sabemos cómo debemos re- zar” (Romanos 8,26). La humildad es la disposición necesaria para recibir gratuita- mente el don de la oración: “el hombre es un mendigo de Dios” (San Agustín)». (2559)
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