Pobreza y mercado laboral: Insercio n precaria, estancamiento estructural.
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Pobreza y Mercado Laboral: inserción precaria, estancamiento estructural Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad - DeJuSticia 2012 Pobreza y mercado laboral: Insercion precaria, estancamiento estructural. Introducción El presente documento tiene como objetivo destacar la existencia de un círculo vicioso en la relación entre el mercado laboral y el fenómeno de la pobreza en Colombia. El funcionamiento del mercado laboral amplía las brechas en el ingreso entre ricos y pobres, y condena a estos últimos a una inserción laboral precaria que les impide superar sus privaciones de forma autónoma. La existencia de altas tasas de desempleo e informalidad, las cuales afectan en mayor medida a los trabajadores más pobres, representan también una subutilización de capital humano: un problema de eficiencia económica. Ante la ausencia de una política integral para generar trabajo digno, la única forma para mitigar el impacto sobre el bienestar causado por la incapacidad de generar ingresos suficientes por parte de los más pobres es someterse al rebusque en el sector informal o acudir a los programas de asistencia social. De esta forma, el fenómeno de la pobreza se gestiona, mas no se combate con eficacia y con respeto por la autonomía de las personas. La desigualdad y la pobreza, que en este documento se concibe como una carencia de las oportunidades y los bienes necesarios para llevar una vida valiosa, generan a su vez unos cortos circuitos en el desarrollo y el crecimiento económico, que impiden la creación sostenida de empleos de calidad. En efecto, una consecuencia nefasta de la persistencia de altos índices de pobreza e indigencia es que un amplio segmento de la población queda excluido de la dinámica económica. Al estar sujetos a enormes carencias estos sectores poblacionales tienen una capacidad limitada de demandar bienes y servicios, y por lo tanto, de inducir una expansión de la producción y del empleo. El crecimiento económico del país se ha confiado al impulso de la demanda externa y a la capacidad adquisitiva de los sectores más pudientes y la clase media en el mercado interno. Los pobres no representan una demanda solvente que las empresas se orienten a atender, o que sea capaz de inducir una mayor producción. El desarrollo económico en Colombia se ha independizado de la suerte de las clases populares. Este patrón de crecimiento, sin embargo, tiene sus límites. En un contexto internacional volátil, en el que crisis económicas cada vez más recurrentes reducen sustancialmente los flujos de inversión y la demanda de bienes y servicios en el mercado internacional, la importancia de un mercado interno dinámico es fundamental para sostener el crecimiento económico. Y a su vez, un mercado interno en el que la demanda agregada logre impulsar, sin interrupciones, la actividad económica, requiere la democratización de las oportunidades de empleo e ingresos: la reducción continua y progresiva de la pobreza.
Pobreza y Mercado Laboral: inserción precaria, estancamiento estructural Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad - DeJuSticia 2012 Para el surgimiento de nuevas fuentes de empleo es imprescindible que exista una cadena ininterrumpida de compras de los bienes producidos entre las distintas clases sociales: el incentivo a la producción inicial de nuevos bienes lo brinda la demanda de las personas más pudientes, pero para que la escala de la producción se incremente en el naciente sector es necesario que primero las clases medias, y luego los más pobres, demanden los bienes a los que antes solo podían acceder los más ricos. Las teorías del crecimiento endógeno han demostrado que la consolidación de las actividades económicas a gran escala opera mediante este proceso en el que los lujos a los que hoy tiene acceso la población de mayores ingresos, se convierten en las necesidades, o en bienes de consumo masivo por parte del resto de la población el día de mañana (Foellmni & Zweimüller, 2006). Cuando existen enormes brechas entre ricos y pobres, este proceso sin embargo no puede completarse con éxito: el desarrollo de nuevas actividades económicas queda interrumpido porque la capacidad adquisitiva de la población más pobre es insuficiente para brindar el impulso necesario para la expansión de la producción. Cuando el ingreso se concentra excesivamente en un segmento muy estrecho de ciudadanos, los lujos permanecen siendo lujos, y solo muy lentamente llegan a convertirse en bienes que el resto de la población puede demandar masivamente (Matsuyama, 2002). El desarrollo de nuevas actividades económicas queda confinado a atender la demanda de los más privilegiados. Entonces la dinámica de generación de empleo se estanca lo cual agrava el fenómeno de insuficiencia de demanda necesario para expandir la producción y superar la pobreza. El problema distributivo tiende a ser minimizado en la medida en que los sectores económicos internos puedan continuar expandiéndose para responder a la demanda externa y de los más ricos. Pero en cuanto estas fuentes de crecimiento se muestran insuficientes, o las privaciones del segmento mayoritario se tornan intolerables –entre ellas la imposibilidad de desarrollar sus capacidades porque no pueden acceder a bienes que se perciben ahora como esenciales, o el no lograr encontrar un empleo digno- este patrón de crecimiento con desigualdad extrema entra en crisis. La crisis a nivel económico puede superarse con una reactivación de la demanda externa, u otra serie de estímulos, pero en la medida en que no se diseñen políticas para democratizar la distribución del ingreso, los riesgos de recaer en ella estarán siempre latentes, tanto más en cuanto más volátil sea el comportamiento de los mercados internacionales. Por el contrario, la crisis de legitimidad de este modelo de crecimiento con desigualdad extrema es mucho más profunda y plantea un enorme desafío para la democracia colombiana. Para demostrar las consecuencias de este círculo vicioso entre pobreza, distribución del ingreso y un pobre desempeño del mercado laboral este documento se estructura en cuatro partes. En la primera se ofrece una perspectiva conceptual para abordar la pobreza y se examina la evolución que este fenómeno ha tenido en la economía colombiana en los últimos años. En la segunda, se analiza el comportamiento del mercado laboral en clave de distribución de ingresos, para aproximarse a las características específicas de la inserción laboral de la población más pobre. En la tercera parte se plantean una serie de hipótesis sobre los factores que pueden explicar que en
Pobreza y Mercado Laboral: inserción precaria, estancamiento estructural Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad - DeJuSticia 2012 Colombia el mercado laboral sea un mecanismo que agrava las desigualdades, y que tenga una falla estructural para combatir la trampa de pobreza que enfrenta todavía un segmento importante de la población. Y en la parte final se proponen una serie de estrategias para superar el círculo vicioso descrito y que el mercado laboral se convierta -reconociendo las limitaciones que tiene para alcanzar estos propósitos y las complementariedades necesarias con otros ámbitos de política para lograrlo- en un espacio de realización personal para la población de menores ingresos y en un mecanismo a través del cual combatir efectivamente la pobreza y reducir la desigualdad. 1. La pobreza en Colombia: un asunto de privación de capacidades para decidir cómo vivir La pobreza ha sido definida de múltiples formas: como insatisfacción de ciertas necesidades básicas, como carencia de ingresos suficientes para adquirir determinados bienes, entre otras. Cada una de estas concepciones se fundamenta en supuestos éticos y políticos sobre los elementos mínimos que se requieren para considerar dignas las condiciones de vida de una persona. De estas concepciones se desprenden diferentes metodologías de medición, construidas a partir de una base de información que se considera relevante para poder comparar las condiciones de vida de los individuos de tal forma que pueda decirse que unos están en situación de pobreza y otros no. Amartya Sen ha sostenido que tomarse en serio una concepción del desarrollo humano como expansión de las libertades de los individuos implica modificar la base de información con la cual tradicionalmente se juzga si una persona es pobre o no. En palabras de Sen: “[…] cuando se analiza la justicia social, existen poderosas razones para juzgar la ventaja individual en función de las capacidades que tiene una persona, es decir, de las libertades fundamentales de que disfruta para llevar el tipo de vida que tiene razones para valorar. Desde esta perspectiva, la pobreza debe concebirse como la privación de capacidades básicas y no meramente como la falta de ingresos, que es el criterio habitual con el que se identifica la pobreza”. (Sen, 2000, pág. 114) Las ventajas de asumir esta concepción de la pobreza son múltiples. La primera es que esta perspectiva apunta a corregir aquellas dimensiones de la pobreza que representan un mal para los individuos, a saber, las privaciones de las capacidades que ellos valoran, y no se concentra solamente en brindar un posible instrumento para adquirir capacidades o bienes como lo es el ingreso. El poner el énfasis en las capacidades que las personas tienen razones para valorar, implica reconocer la importancia que tiene para estas la posibilidad de agenciar su propia vida. Por lo tanto, no basta con que las personas alcancen ciertos niveles de bienestar, sino que también es fundamental que el proceso por medio del cual lo hagan sea respetuoso de sus libertades y elecciones. En este sentido, el estar privado de la posibilidad de gozar de un empleo productivo que les permita ingresos suficientes a las personas para desarrollar un proyecto de vida,
Pobreza y Mercado Laboral: inserción precaria, estancamiento estructural Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad - DeJuSticia 2012 representa una afrenta contra su autonomía, que no se corrige en cuanto se les garantiza unos niveles mínimos de bienestar por medio de la asistencia social. En segundo lugar, este enfoque de la pobreza reconoce que hay una serie de factores que pueden explicar la privación de capacidades distintos a la carencia de ingresos (la exclusión social, la existencia de discriminaciones, la imposibilidad de acceso a mercados, etc.) y por ende plantea la necesidad de enfrentar de manera integral todos estos factores adicionales al momento de combatir la pobreza. En tercera medida, reconoce que la forma en que los ingresos –o las dotaciones iniciales de otros bienes- se pueden transformar en realizaciones que las personas valoran, depende de la diferencia en las capacidades de los individuos. Dos personas con un mismo nivel de ingresos, pero con diferencias importantes en sus habilidades y en los contextos que viven, no necesariamente logran transformar esos ingresos en realizaciones valiosas de la misma manera. Un habitante rural puede alcanzar mejores niveles de nutrición que una persona que habite en las ciudades, pese a que ambos tengan la misma disponibilidad de ingresos para adquirir alimentos. La pobreza en el terreno de los ingresos es distinta a la pobreza en el terreno de las capacidades, aunque suelen estar asociadas. El enfoque de las capacidades permite además el desplazamiento de una comprensión de las personas como sujetos de necesidades a otra como sujetos de derechos. Este cambio de perspectiva involucraría dos exigencias fundamentales para las estrategias de erradicación de la pobreza. La primera es que la política pública debería orientarse a garantizar derechos y no a satisfacer necesidades, lo cual remite a la obligación que tiene el Estado de lograr las condiciones requeridas para que toda persona, sin ninguna clase de distinción, pueda acceder a ciertas garantías mínimas fundamentales. La necesidad deja de existir al momento de ser satisfecha, por tal razón las políticas asistenciales son transitorias; en cambio, un derecho nunca deja de serlo y las políticas orientadas a su garantía tienen un carácter permanente (Corredor, 2010). La segunda exigencia sobre las políticas de este enfoque de capacidades es que partan de reconocer que la pobreza no puede ser vista como un asunto individual de quien la padece. El contexto social genera segregación y el individuo excluido, inmerso en una sociedad de mercado donde las fuentes de auto-subsistencia son muy limitadas, queda vulnerable. En otras palabras, “la perspectiva de las personas como sujetos de necesidades conduce al individualismo, mientras que la perspectiva de derechos conduce a la ciudadanía” (Ibíd, Pág. 62). Reconocer esta dimensión colectiva y estructural de los problemas es un presupuesto necesario para diseñar soluciones integrales. El desempleo involuntario persistente, por ejemplo, no es un fenómeno que sea responsabilidad del individuo, sino de un conjunto de factores macroeconómicos, sectoriales y laborales que le niegan la posibilidad de una inclusión productiva. Si bien, el enfoque de las capacidades representa un importante avance conceptual para abordar el fenómeno de la pobreza, en el terreno de la medición queda mucho camino por recorrer. La mejor aproximación a un índice de pobreza que recoja las exigencias del enfoque de capacidades
Pobreza y Mercado Laboral: inserción precaria, estancamiento estructural Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad - DeJuSticia 2012 en Colombia es el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) desarrollado por la Oxford Poverty & Human Development Initiative (OPHI), y calculado por el Departamento Nacional de Planeación con base en los datos de las Encuestas de Calidad de Vida para los años 1997, 2003 y 2008. Este indicador refleja el grado de privación de las personas en 15 variables que comprenden 5 dimensiones: condiciones educativas del hogar; condiciones de la niñez y juventud; trabajo; salud y condiciones de la vivienda (incluyendo el acceso a servicios públicos domiciliarios). Se considera que una persona es pobre si tiene privaciones en al menos 5 variables. Una ventaja adicional del indicador es que permite estimaciones a nivel municipal sobre la brecha, la incidencia y la severidad de la pobreza. El cuadro 1 presenta la evolución del IPM para los años disponibles. Como puede observarse la pobreza se ha reducido en 25 puntos porcentuales en los últimos 11 años, hasta alcanzar una tasa del 35% para 2008. La tasa de pobreza en el sector rural es más del doble de la de las ciudades, con el agravante de que la reducción en el campo fue mucho más lenta. Cuadro 1. Evolución del Índice de Pobreza Multidimensional. 1997-2008. Nacional, urbano y rural. 1997 2003 2008 Reducción porcentual Total Nacional 60% 49% 35% -18,33 Urbano 50% 39% 27% -22,00 Rural 87% 78% 61% -10,34 Fuente: (DNP, Índice de Pobreza Multidimensional (IPM-Colombia) 1997-2008 y meta del PND para 2014, 2011) Tomando como línea de base la tasa de pobreza del orden de 35% para 2008, el gobierno del presidente Juan Manuel Santos se trazó como meta reducir el IPM en 12.5 puntos, para llegar, en el 2014, a niveles de 22,5%. Esto implicaría que aproximadamente 4.71 millones de personas salieran de la pobreza durante este período. Pese a los avances realizados con la estimación del IPM, el indicador básico para medir la pobreza sigue consistiendo, por su simplicidad, en el cálculo del costo de una canasta básica bienes de consumo, de tal forma que si el ingreso de una familia o de una persona está por debajo del costo de esa canasta, a la persona se la considera pobre. A esta metodología se le conoce como la de pobreza basada en ingresos, a través de la construcción de líneas de pobreza o indigencia. El cuadro 2 muestra la evolución de las tasas de pobreza y pobreza extrema en Colombia entre 2002 y 2010, con la metodología antigua –utilizada hasta 2010- y la nueva1. Como puede 1 Uno de los argumentos para el cambio de la metodología para la medición de la pobreza que le correspondió diseñar a la II fase de la Misión para el Empalme de la Series de Empleo, Pobreza y Desigualdad (MESEP) es que la línea de pobreza (6,13 US por persona al día) y la línea de indigencia (2,50 US) con la antigua metodología estaban entre las más altas de América Latina. Se adoptó la metodología internacionalmente aceptada conforme a la cual la línea de indigencia se calcula como el costo correspondiente a una canasta mínima alimentaria para una persona, con base en el consumo promedio de los hogares ubicados entre el percentil 30 y 59 de la población ordenados por su nivel de ingresos (no los
Pobreza y Mercado Laboral: inserción precaria, estancamiento estructural Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad - DeJuSticia 2012 observarse, para todos los niveles de análisis, con las dos metodologías hubo un descenso de ambos indicadores, más pronunciado cuando se utiliza la nueva metodología (excepto en el caso de la pobreza extrema a nivel nacional). Pese a ello, Colombia continúa teniendo tasas de pobreza relativamente altas, superiores al promedio de la región (CEPAL, 2011). Cuadro 2. Tasa de pobreza, pobreza extrema y variación entre 2002 y 2010. Pobreza Pobreza extrema Variación Variación 2002 2010 % 2002 2010 % Nacional 49,4 37,2 -24,70 17,6 12,3 -30,11 Cabecera 45,3 33 -27,15 12,3 8,1 -34,15 Nueva metodología 13 áreas 35,9 23,2 -35,38 7,4 4,6 -37,84 Resto 60,9 50,3 -17,41 32,8 25,5 -22,26 Nacional 53,7 44,1 -17,88 9,4 6,5 -30,85 Cabecera 48,3 38,4 -20,50 15,2 11 -27,63 Antigua metodología 13 áreas 40,3 29,5 -26,80 9,4 6,5 -30,85 Resto 69,3 62,5 -9,81 32,5 26,7 -17,85 Fuente: (MESEP, 2011) De nuevo, resulta preocupante observar que las brechas entre el campo y las ciudades se ampliaron durante estos años o, en otros términos, que la reducción de la pobreza en las zonas urbanas fue mucho más acelerada que en las zonas rurales. Mientras que la brecha en términos de pobreza en el año 2002, medida con la nueva metodología, entre la zona resto y las cabeceras era de 15,6 puntos, en el año 2010 se amplió a 17.3. Estas tendencias se ratifican cuando se analizan otros indicadores de pobreza. Según datos del DANE, para julio de 2010, mientras que en las cabeceras municipales el porcentaje de hogares con al menos una Necesidad Básica Insatisfecha1 era de 19.6%, en la zona rural ascendía a 53.51%2. El más pobres), con datos de la Encuesta de Ingresos y Gastos de 2006-07. La línea de indigencia quedó estimada en $73.984 para la zona urbana y $60.968 para la zona rural. Para el cálculo de la línea de pobreza se multiplica el valor de la línea de indigencia por el número de veces que representa el gasto del consumo de alimentos de la población de referencia frente al gasto total, indicador que se conoce como el Coeficiente de Orshansky. De esta forma, se considera pobre a los hogares cuyo ingreso per cápita sea inferior a $177.562 en la zona urbana y $106.804 en la zona rural. 2 La metodología de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) es una forma de medir la pobreza a través de la presencia/ausencia de unas características mínimas que constituyen necesidades elementales de los hogares. Esta metodología, a diferencia de aquella que se basa en los ingresos, logra capturar mejor las dimensiones materiales que conforman el estado de privación que significa la pobreza, y es particularmente importante en el sector rural, puesto que allí muchas de las necesidades no son cubiertas necesariamente por los ingresos monetarios, sino por la producción para la auto subsistencia. Los indicadores que componen el índice de NBI miden la ausencia de viviendas inadecuadas, viviendas con hacinamiento crítico, viviendas con servicios inadecuados, viviendas con alta dependencia económica y viviendas con niños en edad escolar que no asisten a la escuela. Cuando una de estas necesidades no ha sido cubierta, se clasifica el hogar como pobre, y cuando el hogar presenta más de una necesidad no cubierta se clasifica como en estado de indigencia.
Pobreza y Mercado Laboral: inserción precaria, estancamiento estructural Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad - DeJuSticia 2012 Informe Nacional de Desarrollo Humano (PNUD, 2011) ha evidenciado que los municipios más rurales son precisamente aquellos donde ha habido un menor avance hacia el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y un progreso más lento en el Índice de Condiciones de Vida (ICV). No hay convergencia entre el desarrollo rural y urbano; las condiciones de vida del campo lo convierten en un foco expulsor, antes que en un imán de la población. La migración rural-urbana, tanto por efecto de la violencia como por el abandono por parte del Estado que enfrentan los habitantes rurales, tiende a incrementar la oferta laboral en las ciudades, todo lo cual termina por aumentar el tamaño del sector informal y el número de personas desempleadas (Ibañez & Velásquez, 2008). Los resultados en materia de desigualdad en Colombia son desalentadores. Como lo muestra el gráfico 1, Colombia es el país más desigual de América Latina, región que a su vez es la más desigual del mundo. Esta percepción se confirma comparando tres índices de desigualdad distintos: el índice de Gini3 y el de Atkinson4 según los cuales Colombia es el país más inequitativo de la región, y el coeficiente de Theil5 en el que el país es superado solamente por Guatemala y Brasil. Gráfico 1. Tres indicadores de desigualdad para 18 países de América Latina para los últimos años disponibles. 3 El coeficiente de Gini es una medida de desigualdad que puede tomar valores entre 0 y 1, donde 0 representa la igualdad perfecta en la distribución (todos reciben lo mismo) y 1 la desigualdad más extrema (un solo individuo concentra todos los ingresos). El coeficiente se calcula, inicialmente, ordenando la población de acuerdo a su nivel de ingresos y trazando una curva en la que se establece qué porcentaje del ingreso recibe cada segmento de la población (curva de Lorenz). Posteriormente se mide la distancia de esta curva frente a una recta de equidistribución: entre más extensa sea la distancia más cercano a 1 será el índice. 4 El índice de Atkinson es también una medida entre 0 y 1, donde los valores cercanos a 1 representan un mayor nivel de desigualdad. Este índice, a diferencia de los demás, permite incorporar juicios de valor asignándole una mayor ponderación a la distribución de los recursos para ciertos grupos poblacionales. 5 Otro de los indicadores para medir la desigualdad, donde también los valores cercanos a 1 representan mayores niveles de desigualdad.
Pobreza y Mercado Laboral: inserción precaria, estancamiento estructural Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad - DeJuSticia 2012 Fuente: (CEPAL, 2011, pág. 16) El gráfico 2 evidencia cómo Colombia es uno de los países donde la clase media está más debilitada y, por el contrario, el 10% más rico de la población concentra una considerable porción del ingreso (alrededor del 40%). Asimismo, el 40% más pobre recibe apenas el 12% del ingreso total, constituyéndose así en uno de los sectores populares más empobrecidos de la región. Solo Brasil, Guatemala, República Dominicana y Honduras tienen desigualdades comparables. Gráfico 2. Distribución del ingreso total entre deciles para 18 países de América Latina, con base en los últimos datos disponibles. Fuente: (CEPAL, 2011, pág. 15) Los niveles de desigualdad en Colombia no solamente son los más altos de América Latina, sino que el crecimiento económico no contribuye a reducirlos de forma significativa. El país experimentó en la pasada década, entre 2002 y 2008, uno de los períodos de mayor expansión económica de su historia y sin embargo no logró avances significativos en términos de equidad. Entre 2002 y 2010, el coeficiente de Gini disminuyó levemente de 0.57 a 0.56 según la nueva metodología de medición y de 0.59 a 0.57 según la metodología anterior. La desigualdad en la zona urbana es más aguda que en la zona rural. Esto explica que en el país, la reducción de la pobreza se haya presentado por efecto de un crecimiento del ingreso promedio de distintos segmentos de la población y no por una mejor distribución del mismo entre clases sociales. Colombia es el segundo país de América Latina, después de Honduras, donde la reducción de la pobreza se explica, en mayor medida por el efecto ingreso (casi en un 80%) que por el efecto distribución (CEPAL, 2011, pág. 11). Esto pese a que existe evidencia de que las mejoras distributivas tienen mayor impacto que el crecimiento económico en la reducción de la pobreza (Gomez & Torres, 2006), aunque la fórmula más efectiva
Pobreza y Mercado Laboral: inserción precaria, estancamiento estructural Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad - DeJuSticia 2012 es la de un crecimiento redistributivo, senda por la cual, en todo caso, no ha transitado la economía colombiana en los últimos años. 2. La pobreza como consecuencia de un mal funcionamiento del mercado laboral y un mercado laboral que castiga la pobreza La medición de la pobreza por ingresos, si bien no satisface las exigencias del enfoque de capacidades, permite una ventaja para efectos de analizar el tipo de inserción en el mercado laboral que enfrentan las personas más pobres. Si se dispone del dato del porcentaje de personas por debajo de la línea de pobreza y se analizan las diferencias en algunos indicadores del mercado laboral de la población clasificada de acuerdo a su nivel de ingresos, se puede tener una aproximación de la forma en que los pobres, específicamente, participan en el mercado laboral. En el cuadro 3 se presenta una primera aproximación a la inserción al mercado laboral de distintos grupos poblaciones clasificados conforme a su nivel de ingresos. Para analizar la situación de la población pobre (que según los datos para 2010 representa el 37% del total de habitantes) es preciso concentrarse en lo que sucede con las personas que pertenecen a los primeros 4 deciles de la población, es decir, a las personas que pertenecen al 40% que menos ingresos devenga. Cuadro 3. Algunos indicadores de las características de la fuerza laboral ocupada por deciles de ingreso. 2008 Decil Años de Horas Afiliación Afiliaci % cuenta Trabajadores con Asalariados Educació semanale contributiv ón a propia o remuneraciones con n s a salud (%) pensión independi inferiores a un remuneracione SMD. I-Trim 2009 s inferiores a trabajada (%) entes (quintiles)** SMD. I-Trim s 2009** 1 7.5 31.2 33.9% 3.5% 77.5% 94% 85% 2 7.5 41.4 26.5% 3.2% 65.1% 3 7.7 47.6 30.2% 6.2% 62.8% 72% 45% 4 8.0 51.2 31.0% 8.1% 60.3% 5 9.3 52.0 77.5% 63.4% 15.7% 49% 25% 6 9.3 52.8 62.9% 41.4% 42.4% 7 9.9 54.3 71.4% 52.4% 37.2% 30% 11% 8 11.2 52.7 80.1% 61.3% 34.7% 9 12.8 51.1 80.0% 69.6% 34.9% 11% 1.5% 10 14.9 49.9 85.2% 69.7% 42.7% Total 9.8 48.4 58.3% 38.5% 46.8% 51,2% 33.5% Fuente: (Pineda & Acosta, 2009) y (López, El mercado laboral colombiano: problemas de corto y largo plazo, 2010)** Los datos en el cuadro evidencian que existe un mercado laboral para pobres y otro para personas de mayores ingresos. En efecto, mientras que para el 40% más pobre la posición ocupacional predominante es la del trabajo por cuenta propia, para el 60% restante esta posición ocupacional representa menos del 50% del total del empleo. La menor intensidad de la jornada laboral, por ejemplo, entre el 10% más pobre de la población, revela la existencia de barreras a la participación en el mercado, el predominio de trabajos con jornada parcial o el subempleo por insuficiencia de
Pobreza y Mercado Laboral: inserción precaria, estancamiento estructural Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad - DeJuSticia 2012 horas. Igualmente, mientras que para el 40% más pobre de los trabajadores los cotizantes a salud representan menos del 35% y los afiliados a pensiones menos del 10%, estas coberturas ascienden a niveles superiores al 60% y al 40% respectivamente para la población que está por encima de la línea de pobreza. Los pocos trabajadores pobres que logran conseguir empleo asalariado, son además objeto de una fuerte evasión al salario mínimo legal. Esta segmentación del mercado laboral dificulta la superación de la pobreza, pues los trabajadores pobres, por sus bajas dotaciones de capital humano, no tienen cabida en aquel segmento del mercado laboral formal que acaparan las personas de mayores ingresos. La inserción laboral de la población de menores ingresos no solamente la condena a permanecer en la pobreza, sino que precisamente, el hecho de ser pobres, entendida la pobreza como privación de capacidades, los condena a tener una inserción laboral precaria. Si algo diferencia a las personas que están por encima y por debajo de la línea de pobreza son las diferencias en el acceso a la educación 6 . Las barreras para ingresar a la educación superior que afectan principalmente a la población más pobre traen como consecuencia que la gran mayoría de estos trabajadores no logren conseguir empleos en el sector formal y las brechas frente a los ingresos de los trabajadores calificados se amplíen. La cobertura en educación superior para los segmentos más pobres de la población es muy limitada. El quintil 1 y 2 de ingresos (que representan el 40% más pobre de la población) tienen coberturas netas en educación superior del orden del 8% y el 11% respectivamente, mientras que entre el 20% más rico de la población esta cobertura asciende al 48%. Como lo muestra el gráfico 3, del total de alumnos matriculados en las universidades públicas, apenas el 19% pertenecen al 40% más pobre de la población. Y en las universidades privadas solo el 10% de los alumnos pertenece a este segmento. Los jóvenes no-pobres aportan el 90% de los alumnos en las universidades privadas y el 82% de las públicas. 6 Según el DNP (DNP, Estrategia para la reducción de la pobreza y la desigualdad, 2011), la diferencia de privaciones entre las personas pobres y no-pobres según el IPM se concentran en el acceso a la educación. El 95% de los pobres mayores de 15 años tienen logros educativos bajos y el 44% es analfabeta, mientras que entre la población no-pobre de esta edad estos porcentajes son del 43% y del 3% respectivamente. El 62% de los pobres entre 7 y 17 años tiene rezago escolar, mientras que entre los no-pobres este porcentaje desciende al 27%. La diferencia entre las demás privaciones que conforman el IPM entre los pobres y los no- pobres no son tan agudas. Esto quiere decir que la pobreza se explica en gran medida por las privaciones en el acceso a la educación. Y estas diferencias en el acceso determinan que la privación más frecuente entre los pobres sea la de no pertenecer al sector formal (el 99% de ellos no lo hace).
Pobreza y Mercado Laboral: inserción precaria, estancamiento estructural Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad - DeJuSticia 2012 Gráfico 3. Participación del alumnado total universitario por quintiles de ingreso en 2010. Instituciones públicas y privadas. Fuente: (López, Educación superior: Mercado laboral urbano y retos del sistema universitario colombiano, 2011) Los trabajadores poco calificados, que se concentran en los sectores más pobres de la población, no logran encontrar empleo en el sector formal. Están condenados a permanecer en sectores de baja productividad. Su participación en el empleo que genera el sector moderno7 y en los ingresos laborales ha disminuido sustancialmente. El cambio técnico que ha experimentado la economía colombiana en las últimas décadas ha ampliado las brechas entre los trabajadores no calificados y los que sí lo están, es decir, ha castigado con fuerza a los más pobres. Colombia, en el contexto de América Latina, representa un caso atípico en este sentido: mientras que en casi todos los países de la región las brechas en los ingresos entre trabajadores con niveles educativos similares son las que tienen mayor importancia para explicar las diferencias salariales, en Colombia las brechas se explican por la diferencia entre personas con niveles educativos diferentes (CEPAL, 2011, pág. 31). Esto quiere decir que en los otros países de América Latina se han logrado diseñar políticas efectivas para contrarrestar la tendencia a que las brechas entre los trabajadores con y sin educación superior se amplíen, mientras que en Colombia no. El gráfico 4 muestra los efectos sobre el empleo del cambio técnico que se ha efectuado en el sector formal de la economía y la forma rezagada en que el sistema educativo ha respondido a este fenómeno. Mientras que en 1984, un 80% de los trabajadores del sector moderno no tenían ningún nivel de educación superior, en 2010 este porcentaje había descendido al 49%. Por cada unidad de PIB que genera el sector urbano de la economía se contratan hoy el doble de trabajadores con educación superior y la mitad de los trabajadores con máximo bachillerato que se contrataban hace 25 años. En cambio, mientras que en 1984 la población económicamente activa estaba compuesta en un 87% por trabajadores con máximo bachillerato, en 2010 ese porcentaje ha caído al 67%. Esta reducción no ha sido tan acelerada como lo exige el proceso de 7 Empleo moderno equivale a la suma de todos los asalariados con máximo educación secundaria y al de todas las categorías ocupacionales con algún nivel de educación terciaria (López, El mercado laboral colombiano: problemas de corto y largo plazo, 2010).
Pobreza y Mercado Laboral: inserción precaria, estancamiento estructural Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad - DeJuSticia 2012 transformación del empleo en el sector moderno de la economía. La consecuencia entonces es que la brecha entre la oferta de trabajadores sin educación superior y la demanda de este tipo de trabajadores en el sector moderno se ha ampliado. Esta brecha representa hoy alrededor de un 60% de la población económicamente activa: 14.2 millones de personas sin educación superior de difícil enganche en el sector formal que pertenecen hoy, en su mayoría, al sector informal8 y conforman el grueso de los desempleados del país9. Gráfico 4. Participación de los trabajadores sin educación superior en la población económicamente activa y en el empleo moderno. Colombia. 1984-2010 Fuente: (López, Educación superior: Mercado laboral urbano y retos del sistema universitario colombiano, 2011) Esta cualificación de los perfiles demandados en el sector moderno de la economía y el cambio en la composición de la fuerza laboral por niveles educativos se refleja en la forma drástica en que ha caído la participación de los trabajadores sin educación superior en el total de ingresos laborales. Como lo muestra el gráfico 5, mientras que los trabajadores menos calificados –que para 2010 representaban un 67% de la fuerza laboral- concentraban un 70% de los ingresos totales en el país en 1984, en 2010 su participación en el ingreso total cayó al 42%. En cambio, los trabajadores con algún nivel de educación superior –que para el 2010 representaban un 33% de la fuerza laboral- pasaron de concentrar un 31% de los ingresos laborales totales en 1984 a un 58% en 2010-. Esto quiere decir que, hoy en día, de cada 100 pesos de ingresos laborales, los trabajadores con educación superior, que representan una tercera parte del total, se llevan alrededor de 58; mientras que los trabajadores sin educación superior, que representan dos terceras partes del total, se llevan apenas 42 pesos. Por cada peso que se gana un trabajador poco calificado, los trabajadores sin educación superior reciben 2.6. 8 Según cifras del DANE, para el trimestre agosto-octubre de 2011, el 84,1% de los trabajadores informales en las 13 áreas metropolitanas no tenían ningún nivel de educación superior. 9 Según datos del Ministerio de Protección Social, en el 2010 el 74% de los desempleados del país no tenían educación superior (Ministerio de la Protección Social, 2011). Adicionalmente, los trabajadores sin educación superior representaban el 76,4% de los desempleados cuyo tiempo de búsqueda en el desempleo era superior a 260 semanas (Forero, García, & Guataquí, 2008)
Pobreza y Mercado Laboral: inserción precaria, estancamiento estructural Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad - DeJuSticia 2012 Gráfico 5. Participación de los trabajadores en la masa de ingresos laborales en las siete ciudades principales del país por nivel educativo. 1984-2010. Fuente: (López, Educación superior: Mercado laboral urbano y retos del sistema universitario colombiano, 2011) La baja cobertura de la educación superior para la población pobre del país y el cambio técnico que ha experimentado la economía colombiana y que disminuye la probabilidad de los trabajadores sin educación superior de conseguir un empleo en el sector formal, se manifiesta en que los trabajadores más pobres enfrentan tasas de desempleo más altas. El gráfico 6 muestra las diferencias en las tasas de desempleo por quintiles de ingreso. Como puede observarse, los trabajadores pobres enfrentan tasas de desempleo superiores al 15%. El 20% más pobre de la población tiene que afrontar tasas de desempleo cinco veces mayores que el 20% más rico. Gráfico 6. Tasas de desempleo en las cabeceras municipales por quintiles de ingreso. IV Trimestre de 2008. Fuente: (López, El mercado laboral colombiano: problemas de corto y largo plazo, 2010) Esta situación es particularmente grave para el caso de los jóvenes. Como lo muestra el gráfico 7, en el quintil más bajo de la población los jóvenes entre 15 y 24 años enfrentan tasas de desempleo explosivas superiores al 45%, lo cual constituye uno de los principales factores, sin lugar a dudas,
Pobreza y Mercado Laboral: inserción precaria, estancamiento estructural Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad - DeJuSticia 2012 que alimentan la delincuencia juvenil. No obstante, si bien para los trabajadores de mayor edad pertenecientes al 20% más pobre de la población, las tasas de desempleo descienden, en todos los casos, son superiores a las del promedio nacional para todas las edades. Pero además, si bien el desempleo disminuye con la edad, la informalidad por el contrario aumenta. Existe, pues un ciclo de vida laboral desesperanzador para los trabajadores más pobres: cuando son jóvenes enfrentan las tasas de desempleo más altas de la economía y a medida que crecen tienen mayor probabilidad de conseguir empleo pero en el sector informal. De esta forma resulta imposible pensar en completar las semanas de cotización que le permitan a esta población acceder a una pensión en la vejez. La inserción precaria (desempleo + informalidad) en el mercado laboral es un fenómeno que padece al menos el 65% del total de la fuerza laboral más pobre sin importar el grupo de edad en el que se encuentren. Para el caso de los adultos pobres mayores de 65 años, un 94% padece este fenómeno de inserción precaria. Gráfico 7. Inserción precaria (desempleo + informalidad) en el mercado laboral del 20% más pobre de la población económicamente activa por edades. 13 ciudades. 2009. Fuente: (López, Empleo moderno y empleo informal urbano: dinámica de corto y largo plazo, 2011b) Igualmente, para el caso de las mujeres rurales, particularmente las jóvenes, que en su mayoría son pobres, la tasa de desempleo alcanza niveles superiores al 30% (Uprimny, Chaparro, Guzmán, & Sánchez, 2011). Adicionalmente, la brecha salarial no explicada por factores objetivos entre géneros se agudiza en los extremos de la distribución de la población, lo cual evidencia que la discriminación por género opera de forma desproporcionada para el caso de las mujeres pobres – aunque también para las de mayor ingreso- (Peña & Badel, Decomposing the gender wage gap with sample selection adjustment. Evidence from Colombia, 2010). Estas elevadas tasas de desempleo y las discriminaciones en el mercado laboral contra las mujeres más pobres
Pobreza y Mercado Laboral: inserción precaria, estancamiento estructural Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad - DeJuSticia 2012 representan una barrera para que continúen aumentando su participación en este mercado y sembrando las bases materiales para una mayor autonomía. Factores como la responsabilidad exclusiva que tienen en la crianza de un mayor número de hijos pequeños (Olarte & Peña, 2010), o los bajos niveles educativos son barreras adicionales que enfrentan las mujeres más pobres y que las convierten en uno de los núcleos duros y más afianzados de la inactividad, el desempleo y la informalidad en el país. Tres tipos de exclusiones se combinan y se refuerzan aquí: la exclusión del mercado de trabajo (barreras a la participación), la exclusión del empleo (elevadas tasas de desempleo) y la exclusión de empleos productivos y de calidad (elevado subempleo e informalidad). Adicionalmente, el subempleo -un indicador de satisfacción subjetiva con el trabajo- también es más alto entre los trabajadores más pobres, de modo que no solo la insuficiencia de trabajo los afecta desproporcionadamente, sino que los empleos que logran conseguir son de baja calidad. Como lo muestra el gráfico 8, la informalidad es un fenómeno que afecta principalmente a los pobres. Mientras que entre el 20% más pobre de la población el 90% de los trabajadores son informales, entre el 20% más rico solo el 28% de los trabajadores pertenecen a este sector. Gráfico 8. Distribución de trabajadores formales/informales por quintiles de ingresos. Colombia. 13 áreas metropolitanas. 2006 100% 90% 80% 70% 60% 50% Informales 40% Formales 30% 20% 10% 0% Quintil 1 Quintil 2 Quintil 3 Quintil 4 Quintil 5 Fuente: (Uribe, Ortiz, & García, 2007) El deterioro de la distribución de los ingresos en contra de los trabajadores sin educación superior, que en su mayoría son pobres, se refleja en el retroceso en la repartición de los ingresos laborales entre distintos niveles socioeconómicos. La estructura ocupacional en Colombia no solo está entre las más inequitativas de la región sino que la situación ha tendido a empeorar con el tiempo. El cuadro 4 revela este retroceso. Mientras que en el año 2001, el 40% más pobre de la población percibía el 11,3% del total de ingresos laborales, en el año 2008 pasó a tener que sobrevivir apenas con el 8.1% de esos ingresos. De hecho, en esta década, solo el 10% más rico de la población aumento su participación en la masa salarial, en detrimento del resto de la población. El 10% más rico de la población pasó, durante estos años, a concentrar la mitad de los ingresos laborales totales. Bajo estas condiciones, el mercado laboral no está contribuyendo a una
Pobreza y Mercado Laboral: inserción precaria, estancamiento estructural Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad - DeJuSticia 2012 reducción acelerada de la pobreza, sino, antes bien, a su perpetuación. Si el crecimiento económico no se distribuye de forma más equitativa entre los distintos sectores sociales, por la vía de un mejor funcionamiento del mercado laboral, el puente entre progreso e inclusión social seguirá roto. Cuadro 4. a) Distribución de los ingresos laborales entre deciles; b) crecimiento porcentual de los ingresos mensuales de asalariados; crecimiento porcentual ingreso/hora independientes. Colombia. 13 áreas metropolitanas. 2001-2008. a) Total b) Crecimiento porcentual c) Crecimiento porcentual ingresos mensuales ingreso/hora asalariados 2001-2008 independientes 2001-2008 Decil % de ingresos % de ingresos Hombres Mujeres Hombres Mujeres totales 2001 totales 2008 1 0,7% 0,5% 25,4% 30,1% -2,3% -10,7% 2 2,2% 1,4% 46,1% 41,7% -15,2% -15,6% 3 2,8% 2,6% 43,5% 48,8% -18,1% -17,4% 4 5,6% 3,6% 11,9% 11,7% -18,0% -17,5% 5 5,4% 5,1% 10,2% 9,1% -19,8% -19,2% 6 8,9% 6,4% 14,8% 14,7% -22,6% -21,4% 7 5,2% 7,3% 16,4% 17,8% -21,2% -21,0% 8 11,3% 9,2% 15,1% 15,9% -20,8% -21,6% 9 15,2% 13,8% 13,7% 13,1% -21,4% -23,1% 10 42,7% 50% 34,6% 28,1% -25,0% -22,5% Promedio 23% 25,6% -19,9% -25,8% Fuente: (Pineda & Acosta, 2009) En este período, los ingresos laborales de los trabajadores independientes disminuyeron para todos los deciles de la población. Los ingresos de los trabajadores por cuenta propia se deterioraron sustancialmente en relación con los de los asalariados, lo cual revela que en épocas de reactivación económica la remuneración de los asalariados tiende a recuperar el terreno frente a la remuneración de los independientes, la que, por el contrario, parece crecer en los períodos de contracción (como el ocurrido a finales del siglo XX en el país). El incremento del efecto en los ingresos de los trabajadores asalariados en el decil más alto de la población fue el único capaz de contrarrestar la caída de los ingresos de trabajadores independientes, lo que evitó la disminución en la participación en los ingresos laborales por parte de este grupo. Para el resto de los deciles la disminución en las remuneraciones de los independientes no pudo ser compensada por el incremento en los ingresos de los asalariados. El deterioro en los ingresos de los independientes afecta proporcionalmente más a los trabajadores más pobres, pues las ganancias que estos obtienen explotando su propio capital representan la fuente de ingresos más importante que tienen (38,5% para el 20% más pobre y 45,5% para el decil 2). La segunda fuente de ingresos más importante para el caso del 20% más pobre de la población son las transferencias del gobierno, lo cual revela que la inserción precaria en el mercado laboral que no le permite a esta población obtener ingresos laborales suficientes debe ser compensada por el Estado trasladando una considerable porción de ingreso a estos grupos. Una mejor inserción al mercado laboral permitiría liberar recursos de los programas de asistencia social a otros fines tales como la consolidación de infraestructura productiva, al tiempo que permitiría que las personas más pobres salieran de su situación con respeto por su autonomía.
Pobreza y Mercado Laboral: inserción precaria, estancamiento estructural Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad - DeJuSticia 2012 Preocupa, sin embargo, como las transferencias no representan una menor proporción del ingreso total a medida que aumenta el nivel socioeconómico. Los hogares del decil 9 de la población reciben un mayor porcentaje de su ingreso total de transferencias del gobierno que el decil 2 de la población. Teniendo en cuenta las brechas existentes entre uno y otro sector, esto significaría que en término absolutos el Estado destina muchos más recursos a atender las necesidades de las personas de clase media alta que las de las personas de clase media baja. La política fiscal no está contribuyendo a fortalecer la clase media ni a reducir las desigualdades. Gráfico 9. Distribución de las fuentes de ingreso de los hogares por deciles. Total Nacional. 2006-2007 Fuente: DANE. Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos. 2006/2007. En síntesis, existe una disparidad estructural entre sectores económicos en términos de productividad. Las personas más pobres tienen una elevada participación en los sectores de baja productividad y una participación que decrece aceleradamente en los sectores más productivos. Las brechas de ingresos entre estos sectores tienden a ampliarse, antes que a cerrarse. A la diferencia en la inserción entre ricos y pobres en el mercado laboral subyace una heterogeneidad estructural entre los sectores, que dificulta la consecución de empleos de calidad por parte de los trabajadores más pobres. La política fiscal no tiene una orientación clara que contribuya a cerrar las brechas. La base de la segregación social en el mercado laboral se explica por características muy profundas de la estructura productiva colombiana y el rezago en los perfiles de calificación de los trabajadores.
Pobreza y Mercado Laboral: inserción precaria, estancamiento estructural Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad - DeJuSticia 2012 3. Las causas: pacto social excluyente y crecimiento pro-rico. En los países desarrollados, el mejoramiento progresivo de las condiciones de vida de los trabajadores y la consolidación de una estructura productiva robusta y diversificada fue un proceso que ocurrió paralelamente. El desafío que la crisis de la década de 1930 representó para la continuidad del capitalismo, permitió sentar las bases de un modelo de crecimiento impulsado por la demanda masiva de una clase trabajadora asalariada que veía mejorar progresivamente sus niveles de vida y recibía la tutela protectora de un derecho laboral en expansión. El derecho laboral surgió entonces para proteger una relación propia de un contexto en el cual el empleo asalariado se había extendido ampliamente, donde la gran empresa era el lugar en el que el trabajador desarrollaba su actividad, había una fuerte separación entre trabajo manual e intelectual y también entre el proceso de ejecución y gestión del trabajo. El desarrollo del ciclo de vida del trabajador estaba ligado a la posibilidad de ascender a través de los distintos niveles jerárquicos existentes en una misma empresa con una expectativa cierta de estabilidad, las funciones de los cargos estaban bien especificadas y los procesos rígidamente estandarizados, llevando así al extremo las ventajas de la mecanización. El tipo de organización social propio de este contexto es lo que ha sido abordado por los teóricos franceses de la regulación10 bajo el concepto de fordismo (Aglietta, 1979)11. En América Latina el surgimiento del derecho laboral aconteció en las primeras décadas del siglo XX, tras largos procesos políticos y luchas de los trabajadores de sectores económicos todavía incipientes; estos procesos culminaron en la codificación de las leyes laborales que ocurrió paralelamente al tránsito de las economías latinoamericanas hacia el modelo de sustitución de importaciones cuya vigencia se extendería hasta finales de la década de los 80. Sin embargo, en la modalidad de desarrollo de la región no se desarrollaron a plenitud las características propias del régimen de acumulación fordista, razón por la cual algunos autores hablan de una estructura productiva heterogénea a finales de la década de los noventa en la que ciertos sectores tenían rasgos propios del posfordismo (principalmente en grandes empresas) y coexistían con actividades económicas donde los principios de organización taylorista-fordista apenas se estaban aplicando (De la Garza, 1999). 10 La teoría de la regulación establece que el capitalismo entra en crisis sucesivas consistentes en la descoordinación entre los procesos de producción y consumo, las cuales configuran fases específicas del capitalismo o modalidades de desarrollo a escala global con nuevas adaptaciones en los dos elementos estructurales del orden social: un régimen de acumulación que define los esquemas bajo los cuales operan las relaciones de producción, distribución e intercambio en una sociedad; y un modo de regulación que consiste en los mecanismos e instituciones, formales e informales, que resuelven los conflictos inherentes a la relación capital-trabajo (Betancur, 2003). 11 El concepto de fordismo tiene dos acepciones, una que se refiere al proceso de cadena en el montaje de los productos al estilo de las fábricas automotrices de producción masiva de los años 30, donde los procesos se descomponían en pequeñas tareas repetitivas realizadas por el trabajador en extensas jornadas; y otra acepción más amplia, utilizada para designar la modalidad de desarrollo que logra vincular la producción en masa con el consumo en masa.
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